El running es una disciplina deportiva que ha vivido especialmente un gran boom en los últimos años y que cada día gana más adeptos entre los que deciden echarse a la calle y correr un rato. Una práctica física que puede realizar cualquier persona (cada uno con una serie de premisas adaptadas a su condición física o necesidad) y que resulta de lo más saludable gracias a sus numerosos beneficios físicos y psicológicos.
Ahora bien, correr no es solo dar zancadas de forma rápida. Tanto si uno se va a calzar unas zapatillas de running por primera vez como si ya lleva un tiempo sobre el asfalto, es importante no caer en los errores más frecuentes que se comenten cuando uno practica esta disciplina deportiva. Gestos que muchas veces se hacen de manera inconsciente sin saber que se hacen mal.
Sus numerosos beneficios
Salir a correr un poco cada día (o siempre que se disponga de tiempo para ello) traerá al cuerpo numerosos beneficios propios de una vida activa. Así pues, practicar running permite reducir el riesgo de padecer enfermedades como obesidad, hipertensión, diabetes u osteoporosis entre otras. A esto se suma el hecho de que mejora el sistema inmunológico y el cardiovascular, y favorece una saludable estimulación de la capacidad pulmonar del corredor.
En un plano más puramente psicológico, el running también ofrece buenas noticias. En este sentido, ayuda a alejar la ansiedad y el estrés que se puedan sentir por las prisas y las preocupaciones del día a día ya que se segregan endorfinas. Esto hace, además, que se mejore la autoestima cuando uno siente que es capaz de correr cada día más y mejor y va superando sus objetivos propuestos. Una sensación placentera que redunda en un mejor descanso al llegar la noche.
Errores comunes
Uno de los errores más frecuentes en el caso de los corredores no profesionales es que enseguida se quieren lanzar a recorrer distancias demasiado largas. En este caso una premisa importante es ir poco a poco e incrementar esa distancia a medida que se coge confianza y experiencia semana a semana. Algo similar a lo que ocurre con la velocidad es otro de los malos hábitos: pretender forzar demasiado el cuerpo y correr muy rápido desde el primer día. En todo momento es clave escuchar al cuerpo para detectar sus necesidades.
Más fallos, durante la carrera y sobre todo en los días de más calor es importante estar siempre hidratados, pero tampoco pasarse. En este caso, una rutina equivocada es tirar de bebidas energéticas si apenas se van a correr 20 minutos o no beber agua cada poco tiempo (si se hacen más kilómetros). De la misma manera, también es un error hincharse a beber justo antes de iniciar la carrera. La mejor recomendación, cuando ya se es algo más profesional, es tomar agua abundante media hora antes de empezar y luego pequeños sorbos cada cierto tiempo en la marcha.
Antes y después de correr
Estos gestos inconscientes también se observan incluso antes y después de correr. Por ejemplo, en los runners primerizos muchas veces se pasa por alto calentar de forma previa para ir preparando el cuerpo al esfuerzo al que va a ser sometido. Una buena práctica que debe repetirse en forma de estiramientos una vez terminada la carrera. Al menos hay que dedicar 10 minutos a este último e importante paso.
Y para aprovechar mejor los beneficios de practicar running, además de no cometer estos errores e ir aprendiendo poco a poco una buena técnica de marcha, es igual de esencial mantener una buena recuperación. El descanso es fundamental (y dormir las horas que cada uno necesite), así como alimentarse bien antes y después de este entrenamiento diario.
Una buena técnica
A correr también se aprende, por mucho que pueda resultar un tanto curiosa esta afirmación. Y es que practicar esta modalidad deportiva no es solo mover las piernas a gran velocidad. Para no cometer otros de los errores frecuentes, y más importantes no lesionarse durante la carrera, es importante tener siempre presentes una serie de consejos básicos en cuanto a la técnica. En este punto es esencial no olvidarse de los brazos, que también se ejercitan, y mantenerlos controlados formando un ángulo de 90 grados y con una oscilación natural al compás de la zancada.
Otras de las equivocaciones es no aprender a mantener el equilibrio, con lo que uno puede cometer el error de inclinarse hacia adelante o bien no ir con la cabeza alta. Hay que mirar al frente y no al pavimento por donde uno corre, con la espalda recta y si es posible con la cadera alineada con la cabeza. Y un último consejo para no hacerlo mal en este sentido: la pisada no debe hacerse de manera brusca llevando todo el peso al talón. La recomendación es repartir este sobre el pie y acortar la zancada.