Los bañistas de una playa de California, situada en el Parque Estatal de Crystal Cove, se llevaron un buen susto al encontrarse un extraño pez en la orilla. De hecho, el hallazgo de este animal es tan raro que los expertos se lo llevaron directo al Museo de Historia Natural de Los Ángeles.
Al parecer, podría tratarse de un pez balón, una especie que suele habitar en la más absoluta oscuridad del océano y a unos 1.000 metros de profundidad. Por ello, sorprende que uno de sus ejemplares haya acabado en la arena de la playa, y solo hay que mirar su cabeza para ver que su presencia es anormal: parece el alien de la saga cinematográfica creada por Ridley Scott.
Los expertos estudiarán el hallazgo
El mar arrastra muchas cosas hasta la orilla cada día, pero nunca deja de sorprendernos cuando lo que llega es una especie poco habitual, ya sea de flora o de fauna. En esta ocasión, los surfistas de California se encontraron con un ejemplar de pez balón, una de las más de 200 especies de rape.
Es un pez bastante esquivo, de la familia de los Lophiiformes, y su hallazgo es muy inusual dado que suele vivir a 1.000 metros de profundidad. De hecho, los expertos del Parque Estatal de Crystal Cove aseguran que "ver un pez balón intacto es muy raro, y es desconocido cómo o por qué acabó en la orilla". Por ello, lo van a llevar al Museo de Historia Natural de Los Ángeles para que pase a formar parte de su colección y seguir estudiando esta rara especie.
Una especie muy extraña y tenebrosa
El aspecto del animal asustó a más de un bañista, y no es para menos. Los peces balón tienen los dientes afilados y transparentes, ojos negros a los lados de su cabeza plana, la piel desnuda, aletas sin espinas y su elemento más característico: la hembra tiene una especie de bombilla bioluminiscente que cuelga de la parte frontal de su cabeza.
Esta luz le sirve para atraer a sus presas, y pueden cazar ejemplares tan grandes como ellos mismos: pueden llegar a pesar 30 kilos. Está preparado para devorarlas sin problemas, aunque únicamente las hembras. El macho, por su parte, no mide más de tres centímetros y "su única función es adherirse a la hembra con los dientes, convirtiéndose en un parásito sexual y fusionándose hasta que no queda nada de su forma a excepción de los testículos".