La tecnología puede hacer mucho por simplificar la vida cotidiana en pleno siglo XXI; pero también, por otro lado puede traer alguna que otra complicación para la salud si no se hace un uso responsable y lógico de las mismas. Es el caso, por ejemplo, del teléfono móvil que se mira sin cesar desde que uno se despierta hasta casi antes de cerrar los ojos por la noche antes de dormir.
Algo que, en los casos más graves, no solo puede llevar a un trastorno obsesivo por el hecho de estar continuamente más pegado a esa pantalla que a la realidad misma, sino que en ocasiones puede derivar en lo que se conoce como "el cuello de WhatsApp". De otra manera, las posibles afecciones musculares que se pueden producir en el cuello o espalda por el hecho de estar tanto tiempo mirando hacia abajo, hacia el smartphone.
Daño muscular... y algo más
Ya no es solo que la vista se pueda resentir al estar tanto tiempo pegados a una pantalla donde las letras son pequeñas, sino que la columna vertebral también sufre cada vez que se baja la cabeza para mandar un mensaje, mirar una notificación en las redes sociales, contestar a un correo electrónico o buscar algo de información a través de internet. Y es que este movimiento que puede parecer inofensivo hace que el cuello se cargue de tal manera que es como si uno tuviese una presión cercana a los 30 kilogramos de peso encima.
Ni que decir tiene que repetir esto de forma continuada cada día y a lo largo de semanas y meses hace que se tense toda la parte del cuello y la nuca y que, además de problemas cervicales, sobrevengan dolores de cabeza, molestias en los hombros y otras posibles afecciones de salud no solo a nivel muscular como vértigos, mareos, náuseas o la imposibilidad de conciliar el sueño si los dolores van a más. Y ya en un plano más grave esto puede llevar a la aparición de alteraciones en la alineación de las vértebras o incluso de hernias discales.
Otros problemas
El abuso de este servicio de mensajería --o del mismo teléfono móvil-- trae peligros en forma de otras afecciones de salud como es el caso del ojo seco o el conocido como dedo atascado. En el primer caso, esta enfermedad ocular lo que hace es alterar la producción de lágrimas --junto con irritación y picores-- debido a ese mirar constante hacia las pantallas y que se une además a la polución del ambiente o a la iluminación artificial si uno está en un espacio cerrado.
El otro problema, que igual resulta más desconocido, tiene que ver con el tiempo que permanecen las articulaciones del pulgar haciendo unos movimientos repetitivos y están siempre colocados en la misma posición --hacia la cara interna de la mano para escribir un mensaje vía WhastApp--. Cuando esto empieza a ser serio, ese dedo --ahora solo dolorido-- puede inflamarse, adoptar una postura en rigidez, tener algo de hormigueo y hasta debilidad.
Cómo evitarlo
Por tanto, antes de que estas patologías musculares aparezcan es mejor hacer un uso responsable de los teléfonos móviles, además de adoptar una postura correcta cuando no quede más remedio que echar mano --nunca mejor dicho-- de estas herramientas tecnológicas. Esto es, columna recta y con el móvil a la altura de los ojos, realizar descansos de manera frecuente y ejercitar toda la zona muscular implicada en este gesto.
Si ya es demasiado tarde, y antes de que vaya a más, ese dolor que ahora es leve se puede calmar con el empleo de un cuello térmico para relajar la zona, hacer estiramientos, tomar algún antiinflamatorio según indicación del médico o usar una muñequera para aliviar la molestia si esta está en la mano.
¿Y si roza la obsesión?
Si uno no puede dejar de mirar el móvil y esto ya le acarrea problemas a nivel no solo de salud, sino laborales, sociales o familiares, la afectación en este caso no es tanto física como psicológica y es igualmente grave. Es lo que se conoce como adicción al teléfono móvil o nomofobia y da lugar a situaciones de pánico si uno no puede mirar su smartphone, no lo lleva consigo o apenas tiene batería.
Si la situación ya se escapa de las manos lo mejor es acudir a un tratamiento profesional donde, mediante estrategias y sesiones, se evaluará el nivel de ansiedad que ha llevado a esa realidad, al tiempo que se enseñará a abordar esos momentos de estrés causados por la dependencia, además de ofrecer pautas para unos hábitos de vida más saludables --sobre todo en la relación con las nuevas tecnologías--.