Para empezar, dos datos: las redes gastan alrededor del 3% de la energía mundial y emiten aproximadamente el 2% de los gases de efecto invernadero. Al igual que otros sectores, las tecnológicas se han embarcado en un intenso proceso para reducir su huella energética. Y, de paso, reducir sus costes operativos.
"Hoy en día el 30% de los costes de las tecnológicas proceden del consumo de energía", detalla Luis Manuel Díaz, vicepresidente y director de la división de telecomunicaciones de Capgemini Engineering.
En parte se está consiguiendo. Las emisiones de carbono de los operadores de redes móviles cayeron un 6% a nivel mundial entre 2019 y 2022, según un reciente informe elaborado por Mobile Net Zero de GSMA. A esto se suma el salto hacia las renovables: en 2022, el 24% de la electricidad usada por los operadores se obtuvo de fuentes verdes. En 2021, esta cifra era del 14%.
El 5G, más eficiente
En el último Mobile World Congress (MWC), este desafío ocupó buena parte de las discusiones. No solo se trata de ahorrar en los costes de explotación, sino de volver más eficiente el funcionamiento de las redes ante el previsible aumento de la demanda eléctrica.
"Todos estamos yendo hacia la nube, queremos tener todas nuestras aplicaciones en el cloud. Entre 2020 y 2025, el sector prevé que el consumo de datos se multiplique por cuatro. No es tanto la foto de hoy sino todo lo que se nos viene por delante como el 5G”, advierte Ignacio González, telco COE para Europa, Oriente Próximo y África de Red Hat. Aquí hay una ventaja: se estima que el 5G puede llegar a ser 20 veces más eficiente que el 4G por su propio diseño.
También los centros de datos
Para afrontar el reto de la sostenibilidad, lo primero que necesitamos son "datos". "Primero tenemos que centrarnos en extraer la información. Y que no sea información aislada, sino de la plataforma entera", explica González. Incluso de forma que se puedan rastrear las fuentes con que se ha producido esa energía para certificar si procede o bien de tecnologías renovables o bien de recursos fósiles. Importa más el dato bruto que el modelo, insiste una y otra vez González.
Una vez se obtienen esas métricas mediante el uso de inteligencia artificial (IA), se pueden "tomar decisiones para hacer más eficiente el consumo" y, esto es importante, sin que "afecte al cliente final". "Hay que encontrar el punto medio en el que sin afectar el rendimiento de la red podemos ser los más eficientes posibles", argumenta.
¿Esto puede conseguirse incluso en los centros de datos? A primera vista, su necesidad intensiva de electricidad –y de agua, por cierto– puede parecer que dificulta este proceso. "Es cierto que en las antenas no siempre tienes el mismo tráfico. En los centros de datos la optimización puede ser un poquito más complicada, pero también estamos viendo que es factible", defiende el especialista.
¿Hasta dónde se puede llegar?
No solo por la aplicación de modelos de perfeccionamiento basados en IA, sino por el propio hardware. Así, la cuarta generación de procesadores del fabricante para el entorno radio –las RAN se comen hasta el 87% del consumo de las telcos– puede triplicar la capacidad de la generación actual sin afectar al gasto de energía.
Ahora bien, ¿cuáles son las ratios de eficiencia que se pueden alcanzar sin poner en jaque la prestación de servicios? El vicepresidente de Capgemini Engineering acota las posibilidades de optimización en torno al 10%, pero en Red Hat mencionan casos más ambiciosos. En varios pilotos realizados junto a Ericsson, Intel y NEC, la firma logró implementar mejoras del 20% e incluso de 30%. La carrera por optimizar las infraestructuras de telecomunicaciones acaba de empezar.
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