¿Qué es un maker? Según un traductor es un fabricante, un creador. Pero en palabras de Daniel Cruz, coordinador de Coronavirus Makers en Cataluña, “es el manitas tradicional que usa las nuevas tecnologías para hacer sus inventos o creaciones con la premisa del conocimiento libre”. Así, en una comunidad maker hay gente de todos los sectores, con diferentes habilidades, motivada por la autofabricación de cuanto sea posible con el objetivo de aprender en el proceso y compartirlo con otros.
De hecho, el movimiento maker no es nuevo en España y ya lleva años existiendo, al igual que ha ocurrido en otros países. Sin embargo, con la llegada del coronavirus y la crisis sanitaria, el colectivo ha ganado mucho más peso.
Más de 8.000 personas conectadas en Cataluña
Todo comenzó con Esther Borao y un tuit. Esta ingeniera fue la que hizo un llamamiento a los makers en España con el fin de ayudar en la lucha contra la pandemia. “Se creó entonces un grupo en Telegram y la gente empezó a unirse, pero creció tanto y tan rápido que se volvió poco funcional y se tuvo que optar por dividir la comunidad por grupos de trabajo de diseño y también por grupos de fabricación en las diferentes comunidades autónomas”, detalla Cruz.
Así, sólo el Telegram de Coronavirus Makers en Cataluña reúne ya a unas 8.000 personas y el de Barcelona a 2.300. Con el objetivo general de echar un mano, la gente se ha unido en tropa. Y los resultados han sido muy positivos. Sólo esta comunidad catalana ha creado más de 80.000 pantallas protectoras, 5.000 piezas para enganchar las gomas de las mascarillas y evitar daños en las orejas, 3.500 mascarillas y casi un centenar de cubos protectores de acrílico para el procedimiento de intubación.
Creaciones de código abierto para que llegue a otros
Asimismo, estos makers han desarrollado un respirador artificial, pero el interés por el desarrollo del mismo, confiesa Cruz, ha desaparecido por su alto riesgo y porque la situación sanitaria está mucho más controlada. “Nuestra idea igualmente era hacer un respirador de código libre, cuyo diseño y funcionamiento pueda llegar a otros países. La idea es que lo pueda usar cualquiera, tanto para replicarlo como para mejorarlo”, asegura.
Los grupos en Telegram que se han ido creando ,y que han engordado en número con el tiempo, cuentan con gente de todo el mundo y no sólo españoles. Sin embargo, a medida que las situación sanitaria se ha ido controlando, ya no se necesitan tantos recursos y la fabricación ha ido cesando. “Una vez que las empresas vuelven a estar activas dejamos en sus manos la producción de determinados productos y nosotros nos enfocamos en seguir diseñando para que, cuando se requiera de una ayuda extra y sea necesario que nos pongamos de nuevo a fabricar, estemos preparados para poder hacerlo”, matiza Cruz.
¿El futuro?
Sobre qué ocurrirá ahora con esta gran comunidad maker que se ha reunido por el Covid-19, el coordinador en Cataluña apuesta por mantenerla todo el tiempo que sea posible y crear, si se considera necesario, una asociación. “El movimiento tiene que seguir vivo. Las asociaciones de makers han existido desde hace años, pero no con un volumen de gente como el que hemos visto ahora en España”, asegura Cruz.
Además, algunos señalan que los makers podrían ocupar un lugar preferente en el mercado laboral y Cruz está de acuerdo con ello. “El maker es un perfil muy útil dentro de una empresa y ahora con el ruido que ha conseguido hacer el movimiento seguro que es más fácil que se vuelva una nueva profesión”, concluye.