Los creadores del iPhone lo supieron hacer, pero nosotros todavía no. Hablamos de la tech transfer o la transferencia de tecnología, es decir, la capacidad de trasladar conocimientos, habilidades, métodos o tecnologías de una organización a otra o, lo que es lo mismo, desde las universidades y centros de investigación hacia las empresas y Gobiernos.
“Apple no nació en un entorno universitario, pero su estelar trayectoria -- aupada por el lanzamiento del iPhone -- está estrechamente ligada a la universidad”. Es un pequeño fragmento del primer informe sobre la transferencia de tecnología y de la empresa que ha desarrollado The Collider, el programa de innovación de Mobile World Capital Barcelona.
Lo que ocurre en España, sin embargo, es que aunque existe un gran talento dentro las universidades, sigue siendo difícil transformar la investigación científica en una innovación que llegue al mercado en forma de productos o servicios. Es decir, las empresas y las universidades no tienen una relación tan estrecha como deberían en materia de innovación tecnológica.
Por ello, apenas el 5,5% de las empresas españolas que hacen I+D encargan proyectos a las universidades de nuestro país. Este porcentaje tan irrisorio debería crecer con el tiempo y así lo ha subrayado el director de The Collider, Òscar Sala. “Hay mucha excelencia científica -- gran parte de la cual se sitúa en Barcelona y Cataluña -- que no estamos usando. Pero tenemos que fomentar el diálogo entre las universidades y las empresas”.
Previsiones optimistas
Aunque, a pesar de que queda mucho camino por recorrer, Sala se ha mostrado bastante optimista al respecto. “Estamos madurando en este sentido y cada vez más corporaciones ven estas oportunidades. Tenemos una cultura distinta -- a la estadounidense --. Lo que hay que intentar es que cuando una investigación salga del laboratorio se mire qué posible salida tiene al mercado, con la complicidad también de las administraciones públicas. No es fácil, pero somos optimistas”.
Algunas empresas en España son todavía muy tradicionales y no siempre contemplan las universidades como palancas para innovar tecnológicamente. El informe de The Collider habla incluso de “desconfianza” entre ambas partes. Además, también es una realidad que las universidades tienen sus propios tempos. “Investigar implica riesgo y paciencia porque no todos los proyectos acaban saliendo bien”, recuerda el responsable de I+D de COMSA, Joan Peset.
Posibles soluciones
Pero, entonces, ¿qué hay que hacer para que España apruebe algún día la asignatura de tech transfer?
El primer paso sería superar esa “desconfianza” entre universidades, centros de investigación y empresas, pero no es el único.
Como señala el informe, “la actitud emprendedora y la dotación de herramientas empresariales en universidades y centros de investigación puede contribuir al cambio” y no hay que olvidarse de otros aspectos relevantes como “revisar los incentivos que recibe el personal docente investigador” y la ayuda de la Administración Pública con financiación para los centros --universitarios y de investigación-- así como apostar por “incentivos fiscales” para potenciar la inversión en I+D de las empresas españolas.
Muchas más 'start-ups' que 'spin-offs' universitarias
De este primer informe de The Collider sobre tech transfer también se pueden extraer algunas cifras destacables. Por ejemplo, en España ya hay más de 4.000 start-ups, de las cuales 316 se crearon en 2017.
Sin embargo, en ese mismo año sólo se crearon 93 spin-offs universitarias -- empresas que surgen como resultado de un trabajo de investigación -- , siendo la cifra más baja desde 2012.
Es decir, de media, nace una spin-off universitaria de cada cuatro start-ups que ven la luz.