Cuando Amàlia Rubio era pequeña, les decía a sus padres que quería ser presidenta del mundo para conseguir que no hubiera guerras. “Luego, con el tiempo, la política me desilusionó tanto que me alejé de mi macro-vocación, aunque nunca perdí la motivación social”.
Licenciada en Sociología (UAB 2001), Rubio descubrió su verdadera vocación -empresaria con conciencia social- mientras ayudaba a su padre en la empresa familiar, Bastet SL, una fábrica de esencias y perfumes para productos de gran consumo, en Vilassar de Dalt, a la que acudía cada día al terminar las clases.
Empresa familiar perfumera
“El primer gran reto fue lidiar con que mi padre fuera el jefe”, se ríe. Sorprendentemente, los dos supieron aparcar el rol padre-hija en casa y establecer una relación de respeto y confianza que motivó a Rubio a quedarse en la empresa familiar.
“Recuerdo cómo, recién terminada la carrera, empecé a asistir a reuniones con los directores globales de Reckitt Benckiser: eran todo hombres de 50 para arriba y yo allí en medio, a mis 22 años, tomando nota de todo, empapándome de toda aquella energía masculina a la hora de negociar, como si estuviéramos en las trincheras", explica la empresaria.
"Les importaba un pimiento que sus decisiones pudieran afectar a cierres de departamentos, o provocaran situaciones desbordantes. Carrefour, por ejemplo, les exigía entregas inmediatas, ellos no querían tener stock, así que teníamos que poder entregar el perfume en 24 horas. Luego venía la ingeniería para que esto funcionara sin bloquear nuestras finanzas, y sin desbordar al equipo de producción. Desde que empecé a trabajar en la empresa familiar hasta que falleció mi padre, en 2010, fue una época de aprendizaje absoluto”, añade.
Amàlia Rubio, fundadora de Tamanit Jewelry, con una de sus joyas
Durante los 9 años que trabajó para su padre, Rubio tuvo la oportunidad de formarse como perfumista y realizar prácticas en Suiza y en Grasse, Francia, a la vez que complementaba su formación empresarial con diversos cursos en escuelas de negocio.
La muerte de su padre supuso un gran reto. “Se había acabado lo de trabajar y aprender, tocaba saltar al escenario sola”, recuerda. No fue fácil. La empresa atravesó momentos muy complejos, se fusionaron, perdieron a su principal cliente... "Fue como vivir una montaña rusa de emociones, pero me sentía muy bien acompañada. ¡Y el balance fue excelente! Se aprende mucho en las universidades, pero no es la vida real”, afirma.
Nuevos aprendizajes
Uno de los aprendizajes clave durante todos estos años fue comprender que el 100% del éxito de una empresa es fruto de tener equipos motivados, autogestionados, que puedan aportar lo mejor de ellos: “Esto generó una increíble eficiencia en nuestra empresa, además de un compromiso multiplicador que dio grandes resultados”, dice.
Como CEO de Bastet, sus prioridades fueron alimentar el desarrollo del equipo y su formación. “Nunca tuve que ganarme su confianza de manera forzada, la construimos entre todos”, recuerda Rubio, que durante este periodo fue madre de dos hijos.
En 2018, Bastet & dM Fragrances, recibió la propuesta de compra por parte de multinacional inglesa CPL Aromas, que buscaba una fábrica en la Europa continental para poder hacer frente al Brexit. La primera reacción fue un no rotundo. “Con todo lo que había costado estabilizar la empresa después de perder a nuestro cliente principal, y adaptarnos a nuevos mercados, especialmente en África, me parecía que traicionaba al equipo y a la familia”, explica.
No obstante, la legislación europea química la ayudó a cambiar su punto de vista. “Cada vez necesitaba más personal no directo en la empresa, lo que reducía nuestra rentabilidad, y cada vez más nuestros clientes y nuestra competencia eran más grandes, a causa del ritmo non-stop de las fusiones”, añade. Tras un par de meses de deliberación, decidió vender. “Fue una decisión muy difícil”, recuerda.
Retos
En octubre de ese mismo año, Bastet pasó a ser CPL Aromas Spain, y Rubio su directora general. “De pronto formaba parte de una empresa de 800 empleados, con nuevos retos y aprendizajes por delante, especialmente sobre integración cultural y funcional.
“No fue fácil transmitirles que no habían comprado solo una fábrica, sino un equipo humano altamente preparado. Pero poco a poco se fueron disipando los prejuicios e incluso adaptaron algunos de nuestros procesos para sus fábricas. Nosotros también aprendimos muchísimos de ellos, especialmente a hacer planes de contingencia y dejar de improvisar en ciertos aspectos", asevera.
Renuncia
Durante cinco años, Rubio estuvo al mando de la filial española de CPL, compaginando viajes, reuniones y asistencia a distintos consejos con el rol de madre, aunque supusiera coger vuelos a las 6 de la mañana y regresar el mismo día de madrugada para a poder desayunar con mis hijos y llevarlos al cole, y que solo vieran que había faltado un día”. “No me quería perder nada de ningún aspecto de mi vida, socializar, hacer deporte, estar con mis hijos, tener momentos de pareja de calidad, y darlo todo en el trabajo. Me faltó saber negarme, y no querer abarcar tanto”, dice.
Ese momento llegó en 2023, cuando Rubio decidió presentar su renuncia. “Deseaba poder vivir sin prisas, saber disfrutar del presente sin estar organizando el mañana. Y, por otro lado, tenía un sentimiento de haber estado toda la vida haciendo lo mismo.”
Retiro al Pirineo
A este cambio laboral se sumó la decisión de mudarse con su familia a Olopte, en la Cerdanya, donde hoy vive. Desde allí, compagina su rol de NED (Non-Executive Director) en varios proyectos, como la gestión de una venta de una marca de perfumes, y continúa participando en consejos de administración. Por otro lado, sigue formándose con la intención de emprender algún proyecto social.
El año pasado terminó el curso Become a Changemaker en HEC (Francia) y este año el curso Mujeres en Consejos de Administración, además de enseñar en Tecnocampus de Mataró. En paralelo, ha creado Tamanit Jewelry, una marca de joyas contemporáneas realizadas a partir de materiales recuperados del entorno natural. Cada pieza se elabora en colaboración con una fundación que emplea a personas con discapacidad, uniendo diseño, sostenibilidad e inclusión social. El proyecto aún está en una fase inicial, pero esperan iniciar la producción en los próximos meses.
“Con el tiempo he descubierto el valor de esta nueva etapa: la libertad de decidir dónde poner mi energía, de trabajar en proyectos coherentes con mis valores. Estos dos últimos años han sido un auténtico máster en valentía y autoconocimiento”, explica. “He aprendido que no hay transformación sin incomodidad, pero esa incomodidad abre la puerta a la confianza, al crecimiento y al empoderamiento”, añade, convencida de que gracias a este cambio ha podido redescubrir quién es “más allá de su cargo o posición."
“Creo que nos identificamos demasiado con nuestro rol profesional, pero también creo que este modelo ha empezado a cambiar. Poco a poco va aumentando el número de emprendedores, y cada vez más personas consiguen crear nuevos proyectos profesionales alineados con su estilo de vida y sus valores, aportando ingenio y creatividad a su alrededor. Viven sin etiquetas, priorizan la calidad sobre la cantidad y contribuyen a una economía más sostenible, aunque renuncien a la seguridad de ingresos estables o a un gran impacto fruto de su trabajo”, comenta. La pregunta es, según Rubio, si algún día lograremos fusionar ambos mundos: empresas más frescas, ágiles y auténticas que integren y respeten el talento de emprendedores creativos poniendo a su disposición las potentes herramientas de las empresas.
