Edward Hopper, Aves nocturnas, 1942

Edward Hopper, Aves nocturnas, 1942

Creación

Santi "RockdeLux" celebra a Hopper

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Hace unos días, con motivo del festival de música flamenca Flamenco on fire, en Pamplona –uno de los eventos más estimulantes del flamenco en toda España: te puedes pasar el día entero, desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche, escuchando conciertos, unos gratuitos y otros de pago, solo de la mejor, de la última música flamenca, desde recitales de orden clásico hasta modernidades de fusión--, me presentaron a un tipo de perfil cortado al hacha.

--¿Conoces a Santi Carrillo?

--No lo conozco: lo admiro.

Ésa fue mi respuesta. Santi Carrillo es el director de Rockdelux, la veterana revista musical, que acaba de cumplir cuarenta años de informar y opinar con libertad y lo ha celebrado con un número especial en que señala qué es lo mejor que ha producido la música popular en los últimos años. Sin las pistas que me ha dado esta revista fundamental cuántas maravillas de la música popular me hubieran pasado por alto….

No todos los lectores estarán de acuerdo con sus criterios, con sus valoraciones, pero una cosa sí es cierta: son criterios, son valoraciones. Sólo eso, en este mundillo tan adocenado, previsible, en que se ha convertido el de la información, tiene un mérito enorme. Como la mera supervivencia de Rockdelux.

Santi Carrillo es un hombre articulado, con ideas claras, y que escribe con garra, con pasión. Su mera presencia en Flamenco on Fire confirma que es un hombre con curiosidades, con gustos eclécticos. Señal clara de inteligencia. Tuvimos algunas conversaciones durante aquellos días de finales de agosto, y le propuse participar en este juego dominical en Crónica Global, consistente en elegir, celebrar y destacar una obra de arte sobre las demás.

Al llegar a casa dos días después, encontré en mi correo su respuesta, escrita además en su vigoroso estilo literario, siempre tan estimulante. Puro estilo Rockdelux. Dice así:

'Second version of triptych,1944_1988'.

'Second version of triptych,1944_1988'.

“Podría decirte que elegiría cualquier cosa de Francis Bacon, al que admiro profundamente, pero creo que me daría miedo tener colgadas de las paredes de casa esas viscosas y protuberantes manifestaciones corporales desparramándose en todas direcciones. Es brutal, de bruto y de brutalidad. Sus espasmódicas obras te martillean el cerebro y te arrebatan para acabar dejándote mal cuerpo. Inquietante y genial, por supuesto, pero, cuando tienes hambre, no siempre te apetece comer carne poco hecha, ¿no? Prefiero admirarlo desde una prudente distancia protectora que tenerlo en propiedad. Bueno, quizá en una urna de cristal junto a mi colección de discos, comisariándolos policialmente para que nadie los tocase y los desordenase. Pero… ahora que lo pienso, solo los toco yo. Así que mejor que no.

Hombre andando II, por Alberto Giacometti, 1960

Hombre andando II, por Alberto Giacometti, 1960

>> Por contra, sí me apetecería tener en casa como compañía permanente L’homme qui marche de Giacometti. Saludarlo al entrar por la puerta, hablar con él y contarle las cosas que he hecho durante el día. Él, tan estático pero tan en movimiento (potencial), sería una perfecta compañía silente… si viviera solo. Pero no es el caso. Tengo familia y creo que a mis hijos les daría miedo tenerlo viviendo entre nosotros. ¿Y qué pensaría Stevie, el perro? ¿Le ladraría? ¿Se haría amigo de él sentado a sus pies? Impone su estilizada y experimental figura humana queriendo partir hacia el más allá terrenal sin poder hacerlo. Algo que, en el fondo, es frustrante: esa idealización de movimiento que es promesa de libertad imposible. De hecho, me da un poco de pena. El hombre que camina ¿hacia dónde?... si no puede.

Edward Hopper, Aves nocturnas, 1942

Edward Hopper, Aves nocturnas, 1942

>> Creo que me voy a quedar con una ya clásica tópica imagen idealizada: Hopper y su Aves nocturnas. El romanticismo del open all night antes de la instauración 24/7 de los supermercados cutres que nos han invadido. Seres solitarios en la noche oscura de sus almas agarrados a una copa, o lo que sean esas tazas, en busca de compañía. Y que suene el Tom Waits beodo de fondo, el anterior a Swordfishtrombones, para ambientar esa isla de luz transparente que ilumina la ciudad. O Roy Orbison, claro. Como canta Springsteen en Thunder Road: “Roy Orbison's singing for the lonely / Hey, that's me and I want you only / Don't turn me home again / I just can't face myself alone again”. Sí, me quedo con el invisible sonido de la urbe palpitando desde una imagen icónica para solitarios desesperadamente esperanzados. Si me la regalas, la pondré encima del mueble-bar.”

Hombre, Santi, si pudiera te la regalaría, desde luego. Pero como no puedo, hagamos una cosa: yo me imaginaré que en efecto te la he regalado, tú mira alguna vez una pared en la redacción de la revista e imagina que allí cuelga el famoso óleo de Hopper, con sus silenciosas sugestiones de elegancia y melancolía.