
Lluís Bassat en la nueva exposición de arte figurativo de la Nau Gaudí de Mataró
El lenguaje secreto del arte figurativo
La Nau Gaudí de Mataró dedica una exposición a la obra figurativa del siglo XXI perteneciente a la Colección Bassat
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Lluís Bassat y su esposa, Carmen Orellana, llevan muchos años planteándose si les gusta más el arte abstracto que el figurativo y, a día de hoy, siguen sin tener una respuesta.
“Nos gustan las obras de arte que nos emocionan, que nos llegan al corazón, y eso ocurre tanto con el abstracto como con el figurativo”, admitió el reconocido publicista y coleccionista de arte durante la inauguración de una exposición en la Nau Gaudí de Mataró dedicada a las obras figurativas del siglo XXI pertenecientes a su colección.
“Es cierto, sin embargo”— añadió— “que si analizamos las obras del siglo XXI que hemos comprado, aparecen más figurativas que abstractas, y eso coincide con la opinión de algunos críticos de arte que dicen que el informalismo, un movimiento preponderante durante los años 50 y 60, están dejando paso a una nueva figuración”.
En línea con el objetivo de dar a conocer al gran público la prestigiosa Colección Bassat, esta nueva exposición, que permanecerá abierta hasta el 21 de septiembre, presenta la obra de doce artistas del siglo XXI —seis hombres y seis mujeres, de diferentes generaciones y procedencias —cuya obra figurativa cautivó el corazón del coleccionista y su esposa a su paso por ferias y galerías de arte en diversas ciudades de España.

Inauguración de la exposición de la colección Bassat
Entre ellos destaca, de entrada, Francesc Artigau (Barcelona, 1940), un artista que Bassat conoció en 1973 y que desde entonces ha sido su más fiel seguidor.
Criado en una familia vinculada al mundo del teatro y el atrezzo, lo que marcaría su hábito y gusto por las formas artesanales y la utilización de los pigmentos, la base de la pintura de Artigau sigue siendo el dibujo, racional y categórico, que recoge la esencia de las tendencias vanguardistas de mediados del siglo XXI en los Estados Unidos, como el Pop art.
Buen ejemplo de ello es la obra titulada “Domingo por la mañana en el Sandwichez” (2016), un lienzo en gran formato en el que el artista nos muestra gente desayunando en una cafetería de su barrio, en Barcelona, a la vez que intercala personajes de su iconografía particular, como una mujer japonesa vestida con el traje tradicional, o el pintor Max Beckham.
También en línea con su uso de la mitología clásica, los temas cotidianos y de su habitual ironía, Artigau presenta dos óleos de inspiración griega, "Cariátide en el estudio" (2011) y "Calipso" (2000). Bajo una pincelada vigorosa y de intenso cromatismo, los cuadros reflejan una atmósfera que se mueve entre la harmonía y la tensión.
Otro de los artistas favoritos de Bassat es el mataronense Jordi Prat Pons (1965), conocido por sus obras en gran formato hechas con papel usado, como son "Esopo y Menipo" (2011), dos collages inspirados en sendos retratos con el mismo nombre de Diego Velázquez (c.1638). “Velázquez es uno de mis pintores favoritos”, reconoció el propio artista, presente en la inauguración.
Para la realización de estos collages, Prat Pons utilizó restos de carteles y pancartas enganchadas a las columnas que sujetaban una vieja infraestructura pública de Mataró antes de ser demolida; de hecho, en algunos fragmentos del papel utilizado se divisan los agujeros causados por la dinamita usada para la demolición.
“No me limito solo a poner papel, sino también a poner su historia”, explicó el artista, conocido también por sus instalaciones en gran formato y de enorme peso en los que utiliza lomos de libros viejos.
Por otro lado, llaman la atención las obras de la fotógrafa Marta Fàbregas (Barcelona, 1974), al ser un reflejo de cómo el arte figurativo puede ser utilizado como un objeto de reflexión.
“Mis obras tienen siempre una mirada feminista, e invitan a la reflexión desde la belleza y el arte”, explicó la artista. Fàbregas suele trabajar con fotografías antiguas, “arrinconadas, olvidas o en manos de un trapero”, reinterpretándolas bajo una mirada actual.
En la serie "Colonizadas" (2019), perteneciente a la Colección Bassat, presenta cuatro fotografías de mujeres del siglo pasado procedentes de postales antiguas, que retoca digitalmente para acentuar la belleza de sus ropas y sedas, y luego convierte en un collage, al deconstruir la imagen en fragmentos rectangulares cosidos sobre una tela. “La idea es explicar como la mujer ha estado colonizada por el hombre y por la sociedad en general”, explicó.
Por otro lado, el recurso del collage le sirve para dignificar y enaltecer la figura femenina, “ya que, al descomponerla y reconstruirla bajo la mirada actual, estoy diciendo que está formada a partir de muchas partes, y que cada una es importante”.
Entre los artistas emergentes recientemente incorporados a la Colección Bassat destaca el artista e ilustrador Chamo San (Barcelona, 1987), que el publicista y su esposa descubrieron en una exposición en la galería N2 de Barcelona, “y nos entusiasmó”. Compraron tres cuadros, que son los que se exponen.
“Mis obras acostumbran a venir de experiencias personales. Voy por el mundo con una libreta, en la que tomo apuntes. De ahí salen mis obras”, explicó Chamo San frente una de sus obras en pequeño formato, "Caramelo" (2022). Sobre un fondo azul oscuro, en el que flota la silueta de un caramelo, el artista hace emerger, con la sola ayuda del lápiz y el carboncillo, la silueta de una joven en shorts y camisa veraniega, sentada sobre una silla de jardín.
“En contra de lo que nos ha tocado vivir a los de nuestra generación —esa sensación de producción homogénea, que deja de lado las experiencias individuales —, lo que yo intento es recuperar una mirada propia”, explicó San.
Los otros cuadros expuestos surgieron durante la pandemia: muestran retratos de él y de su pareja, tumbados sobre una butaca roja, desnudos, mirando el móvil, logrando captar la atmósfera, entre sensual, inquietante y soporífera, que dominó en su hogar durante el confinamiento.
Por otro lado, destacan los paisajes de casas solitarias de Mónica Dixon (Camden, New Jersey, EE. UU, 1971). De madre asturiana y padre estadounidense, Dixon reproduce “esos paisajes que tantas veces hemos visto circulando por carreteras americanas: una enorme pradera y una sola casa en medio”, escribe Bassat en el catálogo.
“La soledad, por una parte, y la independencia, por otra, son características que definen la obra de Dixon y que nos gusta ver y volver a ver”, añade.