Maria Garganté, historiadora del arte: “La palabra es un instrumento de poder monopolizado por el relato masculino”
Una exposición en el Museo Frederic Marès de Barcelona reivindica el uso de la palabra desde un universo femenino
Afortunadamente, desde hace ya algunos años, los museos han decidido incorporar a las mujeres en sus programaciones. Lo hacen dedicando muestras monográficas y colectivas de mujeres artistas o realizando miradas con sensibilidad de género. Dones de paraula (hasta el 25 de mayo de 2025) analiza la ocultación y el descrédito que las voces femeninas han sufrido, desde la tradición bíblica y la mitología griega, pasando por los siglos XVI al XVII, hasta nuestros días.
La muestra, comisariada por Maria Garganté, historiadora del arte especializada en el Renacimiento y el Barroco y profesora de la Universitat Autònoma de Barcelona y del Ateneu Universitari Sant Pacià, es el fruto de un encargo de la propia institución. "Se trataba de explorar las colecciones del museo con la mirada de género. Es decir, introducir la perspectiva de género en un discurso que yo pudiera construir a partir de lo que me inspiraron sus propios fondos", explica a Crónica Global.
Entre tanta pieza excepcional, dos de ellas: La dama del armiño, un bellísimo relieve renacentista, y un relieve con Santa Teresa de Jesús escribiendo El libro de la vida, llamaron especialmente su atención y la hicieron reflexionar sobre la relación de las mujeres con la palabra, siendo precisamente el lenguaje uno de los principales instrumentos de comunicación, también de poder, que durante siglos ha sido monopolio masculino.
Lengua materna
Bajo esta premisa, Maria Garganté ha elaborado un extraordinario y esclarecedor discurso expositivo que ahonda en las raíces culturales de la misoginia. Primero desde el humanismo renacentista con las puellae doctae o 'mujeres sabias' como hilo conductor.
Figuras como Juliana Morell, Hipólita de Rocabertí o Teresa de Jesús consagraron su vida a la espiritualidad y al conocimiento pero solo pudieron hacerlo desde un contexto social restrictivo, los conventos, los núcleos de intelectualidad femenina por excelencia; o los salones de influencia francesa durante el Barroco.
Un segundo ámbito pone el foco en la transmisión oral de la palabra. "La palabra es un instrumento de poder monopolizado por el relato masculino", sostiene. Sin embargo, añade, "nuestras primeras palabras, generalmente o tradicionalmente, las aprendemos de la madre, por eso hablamos de lengua materna".
Así, en torno a una bella talla, de la primera década del siglo XVII, de Santa Ana enseñando a leer a su hija, la Virgen María, se formula la idea de la madre, santa eso sí, como vehículo de sabiduría, quizá la representación más benevolente que el relato del patriarcado le ha concedido a las mujeres en relación con los valores y el conocimiento.
El descrédito de las voces femeninas
El último ámbito reflexiona sobre cómo las voces femeninas han sido sistemáticamente ocultadas, cuestionadas o falseadas a lo largo de la historia. Para evidenciar esta cuestión a partir de obras de arte, la historiadora escogió dos figuras bien significativas. De la tradición cristiana, María Magdalena, cuya imagen estereotipada la representa como una prostituta arrepentida. Sin embargo, tal y como explica, "existen otras teorías que consideran que habría sido una mujer sabia y la discípula predilecta de Jesús".
De la mitología griega, la princesa troyana Cassandra, "bendecida con el don de la profecía pero condenada a que sus profecías no fueran creíbles", le permitió enlazar con las sibilas, "esas sacerdotisas de la antigüedad que pronunciaban sus oráculos, pero de forma incomprensible, en un estado alterado de conciencia". Una idea, el de la de la locura, que entronca directamente con el tema de las mujeres visionarias tildadas generalmente de locas o desquiciadas.
Obras destacadas y cuestiones fundamentales
Dones de paraula reúne no solo obras del Museo Frederic Marès sino también valiosos préstamos de otros museos. Además, en la medida de lo posible, y ya que el discurso estaba focalizado en la mujer, Garganté ha intentado introducir el máximo de obras firmadas por mujeres, como por ejemplo un pequeño cuadro de María Magdalena pintado por Josefa de Óbidos, una artista portuguesa del siglo XVII, procedente del Museo Nacional de Machado de Castro, en Coímbra, Portugal.
Del Museo Nacional de Arte de Cataluña se exhibe una de sus obras más emblemáticas, el presunto retrato de Vittoria Colonna, una humanista del Renacimiento, poetisa y confidente de Miguel Ángel, realizado por Sebastiano del Piombo.
Otro préstamo destacado es un autorretrato de Caterina Albert, más conocida por su pseudónimo Victor Català, una de las novelistas catalanas más famosas de principios del siglo XX, que ejemplifica "la dificultad que han tenido las mujeres para poder reivindicarse como intelectuales, escritoras o artistas. El simple hecho de que tuviera que escribir bajo pseudónimo lo pone de manifiesto".
La Asociación Josefa Tolrà ha contribuido con dos dibujos de esta artista y médium nacida en el Maresme en 1880. Y el arte contemporáneo también está presente con obras de Eulàlia Valldosera y Kima Guitart.
Misoginia, estructura y poder
La muestra busca reivindicar la validez, históricamente despreciada, de la palabra femenina. Un descrédito que según la historiadora se remonta a la prehistoria, cuando surgen las primeras "sociedades sedentarias establecidas en un lugar concreto y, como tales, requieren de una organización que implica relaciones de poder". Es posiblemente entonces cuando "el relato masculino toma el control de la situación y, por tanto, el poder femenino, más basado en el contacto directo con la vida, con lo real, tiene que ser relegado exclusivamente al ámbito doméstico".
De este modo, la historia está impregnada de discursos misóginos que en el caso de la tradición cristiana se encargó de promulgar a través de la Biblia con sus diatribas contra las mujeres atribuidas al apóstol Pablo.
El inicio del humanismo renacentista propició que las mujeres levantaran la voz para protestar contra los mensajes misóginos contenidos en ciertas obras literarias escritas durante la Edad Media. "Hay una novela escrita en francés en el siglo XIII, Le Roman de la Rose, donde el autor pone a las mujeres de vuelta y media. A esta obra le siguen otras que van en el mismo sentido. Y es en ese momento, ya en el siglo XV, cuando una escritora, Christine de Pizan, levanta la voz en su novela La ciudad de las damas, donde precisamente reivindica la dignidad de las mujeres trazando una genealogía de mujeres valientes, cultas y sabias".
En ese mismo sentido encontramos una figura más cercana, Isabel de Villena, una noble religiosa valenciana autora de Vita Christi, una biografía de Cristo con las mujeres que le rodearon como protagonistas.
Mujeres artistas en los museos catalanes
La red de Museos de Arte de Cataluña encargó a una investigadora especializada en género elaborar un censo para ver cuántas mujeres artistas había en sus colecciones. A partir de ahí, la decisión y la manera de visualizarlas, según Garganté, depende de los criterios de cada museo. También de la cantidad y calidad de las obras. Pueden ser muchas, pocas o ninguna porque estamos hablando de siglos y siglos de realidades bien distintas donde ellas no tuvieron la oportunidad de formarse ni de trabajar en igualdad de condiciones.
"No se trata simplemente de solicitar una especie de paridad entre hombres artistas y mujeres artistas porque estaríamos faltando a lo que ha sido también la realidad artística de muchas épocas", pero sí atender a un contexto que condicionó radicalmente su producción artística.