Isabel Vidal está pletórica. Primero, porque los datos de asistencia a los teatros de Cataluña han batido récord, superando los tres millones de espectadores. A eso se le suma el arranque de la temporada teatral en los escenarios del grupo que dirige.
"Está siendo incluso mejor de lo que habíamos previsto", asegura en una entrevista con Crónica Global la directora general del grupo Focus y presidenta de la Asociación de Empresas de Teatro de Cataluña (Adetca). "La temporada de Focus ha comenzado muy fuerte, y también el sector, lo cual es una doble alegría", adelanta.
Una empresa con vocación cultural
Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Recuerda que dedicarse a la cultura siendo una empresa privada es complicado. Además, ellos decidieron apostar desde 1999 por una dirección artística de sus teatros, no tan empresarial. Les fue bien y fueron a por más.
Antes, "sólo los teatros públicos tenían temporadas cerradas, con fecha de inicio y finalización". Que lo haga un privado, que renuncie a tener un éxito el tiempo que crea, es un riesgo. Pero de esto se trata también la cultura. "Creemos que es posible y compatible esta gestión excelente en la parte de rendimiento económico que da un teatro con la gestión de excelencia artística", sentencia.
- ¿Cómo se logra?
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La excelencia artística la marca mucho la existencia de un criterio artístico, que tenga coherencia. Así que decidimos que tendríamos dirección artística en todos los teatros y que cada uno tuviera una línea.
Los cuatro teatros se han especializado. La Villarroel, claramente, en la autoría catalana contemporánea; el Romea, en teatro de grandes directores y creadores; el Goya, en teatro de grandes artistas; y luego el Condal, en el musical y la comedia. Y la verdad es que estamos muy satisfechos.
Recientemente presentamos nuestro balance de temporada con más de 10 millones de recaudación y más de 457.000 espectadores. Esto es un récord en toda la trayectoria del grupo, y lo hemos hecho con líneas artísticas.
Así que sí, hemos demostrado que la fórmula es posible y viable, y además hay otros teatros que ya lo están haciendo.
- Pero hay ayudas. ¿Qué papel juegan las ayudas culturales?
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Todos los sectores están subvencionados o apoyados: la prensa, la agricultura, los coches…
La cultura es un espacio donde la intervención pública es muy importante, porque el acceso a la cultura es un mandato constitucional de primer nivel, y, por lo tanto, hay lugares donde, si no estuviera la Administración, no habría nada cultural.
Hay ayudas que deben multiplicarse por parte de la empresa que las recibe. Cada euro público debe convertirse en muchos más euros. Este es el caso de una empresa como Focus.
Hay ayudas finales para ayudar a ciertas realidades culturales, que no viven del público y deben ser apoyadas, porque de lo contrario no existirían. Y en el sector privado tenemos esta variedad.
Obviamente, hay ayudas de la Administración que inciden en la coherencia artística, en el riesgo, en la experimentación, en la producción, en el catalán, en la lengua…
Por lo tanto, sí, lógicamente, hay ayudas en todos los niveles de la Administración que nos marcan que, si las queremos, debemos cumplir con ciertas políticas culturales, como la inclusión de los lenguajes de género, la sostenibilidad, etcétera.
Estas son políticas culturales en las que las empresas ya creemos, porque las empresas culturales siempre vamos un poco más adelantadas en esta idea de que el mundo debe ser más sostenible e inclusivo. Pero ayudan a que aceleres estas normas o estas programaciones que vayan hacia lo que la Administración está pidiendo.
Pero, vamos, en una empresa como Focus, la subvención o ayuda no llega al 10% de su actividad. Ayuda, pero seguramente lo haríamos de forma natural.
- ¿Pero condiciona de alguna manera la programación?
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Tienes que considerarlo, porque si accedes a una línea de producción, la entidad pública que más fondos aporta en el ámbito de la cultura escénica en Cataluña es lógicamente la Generalitat. Por lo tanto, es quien marca más las políticas.
Si quieres acceder a una ayuda para la producción y esta ayuda te está diciendo que el 50% de tu producción, de tus funciones, debe ser en catalán, inclusiva, respetar el medio ambiente, tener una coherencia artística… todo esto puntúa, y lógicamente te condiciona. Pero creo que haríamos algo muy similar sin las ayudas, aunque si las tienes, has de arriesgar.
Nosotros ya tenemos el riesgo artístico en nuestro ADN, pero es verdad que con ayuda es más fácil asumir mayores riesgos. De todos modos, en Cataluña esto es indiferente.
A nivel artístico, un espectador muchas veces no sabe si esa producción es de un teatro público o privado. En cambio, en otros lugares de España se ve más claramente qué es privado y qué es público, porque la línea está más marcada.
- De hecho, se comunica lo público con lo privado. Hay obras del público que pasan al privado y a la inversa. ¿Hay una voluntad de colaboración público-privada por parte de la Generalitat?
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Se podría incentivar más.
Detecto que en Madrid esta colaboración permite que la empresa privada pueda exhibir obras del teatro público durante más tiempo, fuera de las tres o cuatro semanas que se ven en el teatro público.
Creo que aquí podríamos hacer más cosas y que debemos perder un poco el miedo a esta colaboración de coproducción con el teatro público, para que después salga de su ámbito de exhibición y más gente pueda verla. Creo que esto es estirar el dinero público, lo cual es una obligación, y además cumple una función pública.
La gente puede ver producciones de altísimo nivel, pero solo puede verlas la gente que está en Barcelona, porque en Cataluña solo hay dos centros de producción pública de este nivel, el Nacional y el Lliure. Luego está el Mercat de les Flors, pero es más de danza, y también tenemos el festival Temporada Alta.
En la Temporada Alta, hay muchas coproducciones, y en cambio en estos dos espacios de Barcelona creo que podríamos aspirar a más. Tengo la sensación de que con Julio Manrique (director del Teatre Lliure) esta vía se abrirá más, y se perderá un poco el miedo.
- ¿Es tan fácil?
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Entiendo que hay temas internos complicados, pero beneficia a todos, porque son proyectos de muchísima calidad que el teatro público puede costear, pero que, una vez producidos, algunos pueden tener un recorrido.
Hay espectáculos de la sala grande del Teatre Nacional (TNC) que no llegan a ningún otro lugar de Cataluña. En cambio otros, producidos en las otras salas más pequeñas, sí.
- Pero algo como 'Ànima', que es un musical, ¿no podría ir al Teatro Apolo si funcionara?
- Es más adecuado para el Tívoli, porque la escenografía es impresionante.
- En el Romea hay colaboración público-privada, porque se exhiben obras realizadas por la compañía nacional de teatro clásico. ¿Les gustaría hacer más? ¿Cómo condiciona que se les pida, como ha dicho, que ciertas ayudas se den si se exige un porcentaje de obras en catalán? ¿Eso impide traer más obras de Madrid?
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A nosotros nunca nos ha condicionado el idioma. Nunca. Y creo que al sector en el que yo estoy tampoco.
Tenemos el problema de la calidad artística de un espectáculo, y esta es la única condición que ponemos.
Por ejemplo, el Romea tiene unas características, tiene un director artístico, y por lo tanto no todo puede entrar. Ni en catalán ni en castellano.
Hay cosas que quedan fuera que nos gustaría programar y no podemos porque no tenemos más fechas, y ya estamos usando la doble programación, que es fantástica, porque permite a cada espectáculo encontrar su público objetivo según el horario.
Los teatros de Focus han acogido muchas compañías del resto de España, compañías históricas, productoras nuevas, históricas. Siempre hemos creído que el intercambio cultural.
Es verdad que si vienes de una comunidad que no es Madrid, Valencia o el País Vasco, y no tienes artistas conocidos ni un título reconocido, es más difícil, sobre todo para la compañía.
Nosotros somos privados y jugamos con riesgo. Y, por lo tanto, a veces las compañías tampoco pueden asumirlo. Pero si miras históricamente la cartelera de los teatros de Focus, han pasado todas las grandes compañías y productoras del país, y seguirán pasando.
En la cartelera catalana ocurre exactamente lo mismo. Lo que sucede es que Barcelona es una plaza muy dura porque implica riesgos.
Nosotros no contratamos por función, y, por lo tanto, una compañía que venga aquí debe tener muy claro que puede venir y que tiene elementos que permitirán que el público quiera ver ese espectáculo.
A veces hay otros problemas: queremos programar compañías de Cataluña y no podemos porque este riesgo no puede ser asumido por la compañía.
Son cosas que debemos mejorar y que al final tenemos 365 días al año y programación múltiple, y nos gustaría poder incluir más cosas.
- Habla de la doble programación, que les gustaría programar más cosas. Pero mencionó antes que apuestan por una programación cerrada. ¿Cuánto tiene esto de ventaja o de riesgo?
- Tiene ambas partes.
- Lo decimos porque este año, además, se han visto muchas reposiciones y uno no sabe si se debe a este tipo de programación cerrada, a escaso riesgo…
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Hace muchos años se hablaba de que había mucha producción en determinadas épocas del año, pero en otras, faltaba. Entonces, los mercados eran más abiertos y el riesgo de las compañías que venían aquí era mayor; ya no se arriesga tanto, no pueden permitírselo.
Las productoras de teatro han perdido músculo y las compañías no pueden fallar. Cuando el espectáculo no va bien, levantas el teléfono y ya no hay tantas productoras que cumplan con los requisitos del nivel artístico que buscas para un teatro determinado y que además estén dispuestas a arriesgar. Por lo tanto, puedes quedarte con un teatro sin programación, y eso es lo máximo a proteger.
Un teatro nunca puede estar sin programación ni una semana. Siempre debe haber algo que ofrecer al público. El público es muy difícil de conseguir, muy difícil de fidelizar, y se pierde muy rápido si no tienes siempre la puerta abierta.
También hay que tener en cuenta que los artistas a veces tienen fechas determinadas cerradas, y después tienen otro compromiso, y por mucho que quisieras alargar, no podrías.
Ahora tenemos mucho público, y permite extender una obra a cuatro meses; pero hemos decidido, desde el grupo Focus, y veo que otros compañeros también lo están haciendo en sus carteleras que, si algo funciona bien, lo volverás a traer.
Yo las reposiciones no las veo como algo negativo, ni como una debilidad del sistema, ni como una falta de capacidad para producir, o que no hay nada y por eso lo repiten.
No lo hacemos porque no tengamos nada, lo hacemos porque ha ido muy bien. Ha habido épocas en que se han repetido cosas porque no había producción. Ahora no. Ahora lo volvemos a traer porque funciona.
- Pero sí hay nueva autoría que quiere entrar…
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Sí, pero necesitamos productoras. Los autores catalanes no se autoproducen. Algunos sí, pero la mayoría son producidos por productoras o compañías que arriesgan, y esos autores van desarrollando su carrera gracias al riesgo de esas productoras.
Y un día te encuentras con nombres importantísimos, pero si están donde están es porque el sector privado ha estado invirtiendo y arriesgando. Y el público también.
- ¿Y qué hay del riesgo? Porque si ahora hay mejores cifras, ¿no es ahora el momento de apostar por algo más arriesgado?
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Hacer cosas con más personajes o producciones más grandes implica arriesgar más.
También te digo que el productor de teatro que vive esto como su vida piensa en la producción de teatro en Barcelona y en las giras. Y la gira está condicionando muchísimo, porque no se están tocando los precios de las giras desde hace muchos años y nos han cargado con temas laborales, costos de hidrocarburos, los hoteles, los viajes...
Los ayuntamientos no tienen suficiente dinero para programar a esos costos que implica la gira. Esto condiciona la producción, porque si haces una obra de diez personajes sabes que harás muy pocos bolos.
Si haces muy pocos bolos sabes que das muy poca vida a la compañía, y entonces puedes perder a gente de la compañía porque necesitan vivir y pueden ir a otra producción.
Entonces, producciones más grandes, sí, y que estén más tiempo.
Quizás la gente piensa que una reposición es bajar el riesgo, y no. Tienes el factor público, que igual no vuelve.
La gracia del teatro es que nadie sabe cuándo se acaba el público de un espectáculo. Y tú tienes que decidir si se acaba en dos semanas, en tres, o no. Forma parte del negocio.
Nunca sabes la fórmula, y eso te mantiene muy alerta y con muchas ganas de aprender de los errores, y los vuelves a cometer 23.000 veces más y vuelves a caer en lo mismo pensando que esta vez no pasará.
- No era tampoco una crítica, porque Focus también arriesga con el Off Villarroel. ¿Esta programación sale de la necesidad de buscar nuevos talentos?
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Nace del Romea y de la doble programación de este nivel de espectáculo. Ya hay esta línea artística pensada de qué puede ir a la Villarroel, al Romea, al Condal y al Goya.
Hace un tiempo nos marcamos estratégicamente que la doble programación era tan importante como la programación convencional; no queremos decir A y B. Queremos decir la de horario convencional y la de horario no convencional. Pero no hemos inventado nada.
- Vamos a un teatro especial del grupo Focus, el Condal. Usted misma afirma que es un espacio muy grande, pero a veces hacen espectáculos muy pequeños y sorprende que los grandes musicales no vayan allí.
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El Condal tiene 700 butacas, no 1.500. Es decir, hay determinados musicales que no pueden ir al Condal porque es impagable.
La jaula de las locas solo puede ir al Tívoli porque tiene 1.500 butacas. En el Condal haría muy buenas recaudaciones, pero sube mucho el precio de la entrada, lo cual el público no sé si lo aguantaría o no es amortizable. Es un espectáculo carísimo.
- En cualquier caso, es una época para el musical en Cataluña, ahora, ¿no?
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En Barcelona ahora vuelve a enganchar, porque hay una productora nueva que hace musical de franquicia, y que es de aquí, porque hasta ahora venían de fuera. En cualquier caso, la producción de musicales en Barcelona, en Cataluña, estaba muy arraigada.
- ¿Pero por qué algunos sí van al Condal y otros no?
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Bueno, primero, Focus es productora y por tanto intenta llevar sus producciones a sus teatros y ocupa unas fechas. Por otro lado, productoras medianas de musical no hay tantas, ni en España, ni en Cataluña.
En el Condal, que es un teatro para el gran público, hay que combinar comedia y musical, porque ya vimos que solo con musical no podríamos programar.
Pero hemos ayudado a compañías pequeñas para que den el salto como pasó con La Barni, responsable de La filla del mar.
Así se enriquece el sistema y se puede ver musical medio, que es lo que falta a Barcelona.
- Hablaba del músculo de las productoras. ¿Cómo ve la producción teatral catalana, ya como presidente de Adetca?
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La producción en Cataluña tiene un nivel que para mí es el mejor del país. Hablo de producción privada, porque la producción pública tiene recursos.
Lo que pasa es que estas productoras no son grandes, son pequeñas y hay alguna mediana. Y sí creo que falta músculo financiero en estas productoras. Un desastre de taquilla te puede hacer temblar.
Focus es una rara avis en el sector, es una empresa muy grande, muy capitalizada, muy diversificada. Debemos trabajar para fortalecer y estabilizar estas productoras tan necesarias en nuestro sistema.
En este sentido, creo que con estos incrementos que queremos del 2% del presupuesto para Cultura, se deben buscar fórmulas para generar estabilidad en la producción. Porque si una productora puede vivir durante muchos años y puede crecer de manera sostenida, dará mucho trabajo.
Cuando la ayuda es finalista y de supervivencia, va directamente al creador, muere allí, no genera riqueza, genera subsistencia.
Las ayudas a creadores son muy importantes, pero también son muy importantes las ayudas a las estructuras, porque si las estructuras existen, si se abren más teatros, si las productoras pueden sobrevivir y vivir, y pueden crecer, habrá más trabajo para todos. Y más trabajo de calidad, que es lo que estamos trabajando todos.
- Por tanto, ¿las ayudas deben enfocarse más a la producción que a la creación?
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No, yo creo que no todo puede ser ayuda, pero hay normas que afectan la financiación. Debe haber una norma de incentivos fiscales, que existe, pero estamos trabajando a nivel estatal para que mejore y se incremente.
El sector teatral, el cultural, vivimos del riesgo. Si entra público bien; si no entra público, no. Así, es muy difícil pedir financiación a un banco, que piensa cómo se va a devolver el dinero.
Existen lineas de financiación como el ICF, el CREA, etcétera, pero se deben reforzar más y enfocarse más en el sector. Por su parte, el sector debe conocerlos más para financiarse mejor y aguantar épocas peores y épocas mejores.
Nosotros no queremos aspirar a un sistema donde el riesgo sea cero y donde todos estemos absolutamente subvencionados, porque eso se llama repartidora, y la repartidora atonta a un sector.
El sector debe espabilar, debe tener contraste con el público, debe investigar, experimentar. Pero debemos generar esta estabilidad.
- Entonces ¿esto vendría con una reducción de impuestos en función del tipo de empresas?
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Bueno, hay necesidades de todo tipo. Facilitar la burocracia, facilitar los sistemas de gestión de la contratación del personal, la justificación, uniformizar sistemas… Se está hablando ya, pero es que pasamos el día haciendo papeles en lugar de otras cosas.
También se debe procurar que sea mejor vista la inversión en el mundo cultural por parte del sector privado no cultural, ley de mecenazgo...
Hay sistemas mundiales exitosos, como Broadway, que vive de la aportación privada. La actividad cultural debe ser más central para los Gobiernos y estos deben ayudar a que el dinero vaya hacia cultura, que hagan ver que el sector cultural tiene incentivos.
- Pero más allá de los incentivos fiscales, uno de los problemas que se dicen de Barcelona es que el sector cultural compite con el turismo de fiesta y playa. Ante esto, ¿cómo se incentiva también la asistencia a las salas?
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A ver, en el tiempo libre, competimos con todo, pero Cataluña siempre ha sido un país con mucha afición teatral.
Desde la parte amateur, que es importantísima y debe tratarse muy bien económicamente, porque genera afición, hasta el tema de la educación, que los niños vayan al teatro y generen público.
Ahora estamos en un buen momento de asistencia.
- ¿Y creen que seguirá, teme que puede parar?
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Hemos pasado por épocas de todo. En su día llegamos a los dos millones. Luego volvimos a bajar. Después, los dos millones se consolidaron, ahora los dos y medio. ¿Por qué no ha de pasar lo mismo con los tres millones que hemos conseguido? ¿Por qué no puede pasar que se consoliden?
Si seguimos generando una cartelera atractiva, si damos mensajes positivos a la población, si la población cada vez está más preparada para arriesgar... Porque los ciudadanos están arriesgando, están yendo a ver obras de autores catalanes con repartos no conocidos y tienen una sala llena. Hace unos años, o te ponían al artista conocido y al Hamlet de turno o la gente no lo compraba por anticipado. Y ahora sí.
Las productoras también estamos arriesgando e invirtiendo en ellos. O sea, sí que hemos incrementado el riesgo. Antes se producía teatro francés, alemán y algún catalán. Ahora, más del 54% de la autoría es catalana. Esto no pasa en ningún lugar del mundo, excepto en Londres. Ni siquiera en Francia. Por lo tanto, hemos de estar muy orgullosos de estos tres millones.
Estamos mucho mejor que el año pasado. Puede haber un tropiezo, pero yo sí aspiro a consolidar los tres millones el año que viene, porque no hay ningún elemento, hoy, que me diga que no los puedo consolidar.
Creo que estamos en un momento en que el sector público y el sector privado estamos alineados. Pero cuando las cosas van bien, es cuando tienes que dar pasos para analizar el sistema y ver cómo mejorarlo.
- ¿Con la colaboración público-privada?
- Claro.
- ¿Y la internacionalización del teatro catalán?
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Esta es una tarea pendiente. Porque nuestro talento está escribiendo éxitos que interpelen desde lo local a lo universal, porque son temáticas universales, y no acabamos de encontrar ese hueco internacional. Entonces, sí, debemos trabajar en generar circuitos de relación, pero el sistema teatral catalán es un sistema muy especial.
- ¿Muy cerrado?
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No, tiene que ver con esta relación de lo público y lo privado, y que lo privado sea más productor que lo público, no pasa tampoco en todas partes. En Francia hay mucho teatro público que produce, distribuye, con compañía, y luego el teatro privado hace otras cosas.
Nosotros, que somos una productora privada, cuando salimos a Europa, estamos hablando con teatros públicos porque tienen presupuestos muy grandes. Estos circuitos no siempre son fáciles de encontrar.
Por eso es tan importante la labor de un Temporada Alta, un Festival Grec, que también son mercados teatrales. Estos sí que han de velar para exportar nuestro talento, no sólo el artístico, actoral, que también, el de la creación.
Es más difícil que contraten a un artista que no conocen, pero la autoría circula, es traducible.
- Bueno, se ha visto con Josep Maria Miró, Guillem Clua, Cristina Clemente y Marc Angelet…
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Y Galcerán ya ha salido por todas partes, pero hay mucha gente. El favor podría exportarse a todo el mundo.
Focus tiene una agencia literaria de exportación de talento, por ejemplo, pero no damos abasto. Estos circuitos son los que, hablando con la Administración, hemos de generar con una oficina de relación con Europa y con Sudamérica, que nos permita decir que esto está teniendo éxito en nuestro país y lleva tres temporadas, que tal autor es muy conocido…. porque los productores de fuera son iguales que nosotros. Igual que yo miro fuera a ver qué éxitos hay fuera, otros lo hacen aquí.
Por otro lado, hay realidades que tampoco explicamos, difundimos, porque hay autores que circulan, que son representados afuera y lo sabe el autor o la autora en su entorno. No lo ponemos en valor a nivel mediático. Si hay gente que lo conoce, también se generan canales.
A nivel nacional, no hay problema, por eso. Hay cinco producciones de autoría catalana triunfando en Madrid que son de autor catalán y autora catalana.
- Claro, pero en los últimos años tampoco vemos espectáculos de fuera que vengan aquí.
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Esto es más difícil y lo puede hacer solo el teatro público europeo. Circula mucho más la danza, lo que no tiene lenguaje. ¿Podrían circular más? Estoy segura de que sí.
Hay una necesidad, un clamor y una voluntad de que aquí se trabaje más intensamente en esto, que festivales o teatros públicos lleguen a acuerdos para que si nosotros les compramos algo, ellos compren algo nuestro.
Ahora toca volar porque estamos en un buen momento de público, estamos en un buen momento de ayudas y se pueden hacer buenas políticas y ahora toca hacer un salto importante de cambio de era.
Esto incluye la red de equipamientos importantísimos que tenemos en Cataluña, que no están programados con la densidad que deberían estar. Aunque hay excepciones. Pero faltan gestores, técnicos.
El público está, pero el espacio intermedio no tiene dinero, con lo cual existe una barrera de contratación. El teatro catalán había hecho muchos bolos y ahora está en una situación muy complicada. No hay giras. Por tanto, esto se ha de afrontar.
También estamos mirando cómo mejorar las condiciones laborales, las contrataciones, las normativas, y debemos hacer estas políticas conjuntamente, porque, si no, no se podrá hacer.