Teatro para veraneantes
- El profesor de literatura Francesc Viñas recopila en un libro el desarrollo del “teatro de la naturaleza” en la Cataluña modernista de principios del siglo XX
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Francesc Viñas (La Garriga, 1952) estudiaba aún en la universidad cuando a principios de los 80 se topó por casualidad con un artículo titulado Teatre de la Natura (Teatro de la Naturaleza), que hacía referencia a un festival de teatro al aire libre que se celebraba en su pueblo natal, La Garriga, el siglo pasado. Empujado por su espíritu curioso y su pasión por la literatura y el teatro, Viñas le propuso a su entonces profesor, el director teatral Ricard Salvat, si podía hacer “un trabajo” sobre ese fenómeno teatral tan olvidado.
Más adelante, en los años 90, cuando trabajaba en el ayuntamiento de Granollers, una revista local le propuso escribir un reportaje más completo, y a partir de ahí fue recopilando tanta información sobre el llamado “teatro de la naturaleza” en Cataluña que se propuso escribir un libro.
El resultado es El teatre de la natura a Catalunya (Godall Edicions, 2024), una recopilación de textos, fotografías antiguas y recortes de prensa que dan fe del impacto que tuvo este género teatral originario de Francia, que toma el marco natural como parte esencial de la obra.
“Por teatro de la naturaleza se entiende todo aquel teatro que utiliza un espacio natural, sobre todo bosques, y Cataluña en el siglo XIX contaba con lugares extraordinarios”, explicó este profesor de literatura y exdirector de instituto durante la presentación de su libro en la biblioteca de Granollers, el pasado 17 de octubre.
Entre estos lugares figuraban el desaparecido bosque de Can Feu, en Sabadell, lugar de ocio favorito de las clases populares durante la primera mitad del siglo XX, el también desaparecido bosque de Can Terrers, en La Garriga, o el de Vallvidrera, todavía en pie, pero “muy dañado por las urbanizaciones y construcciones cercanas”, comentó Viñas, que actualmente es conductor de las sesiones Llegir el teatre del TNC en las bibliotecas de Granollers y la Garriga, además de impartir el curso Literart: Club de lectura de literatura y artes para la Universidad Popular de Granollers (UPG).
“El Teatro de la Naturaleza en Cataluña describe un fenómeno teatral que reivindicaba el paisaje como escenario. Empezó por la influencia de las representaciones que a finales del siglo XIX se hacían en algunos lugares de Francia y se desarrolló durante todo el primer cuarto del siglo XX ligado a dos hechos: las ideas estéticas del Modernismo y la moda burguesa del veraneo”, explica la editora de Godall, Matilde Martínez Sallés, en un comunicado de prensa.
Entre 1898 y 1928 se representaron una serie de obras de teatro en bosques, parques, plazas de toros, velódromos, jardines e incluso playas de muchos lugares de Cataluña: Barcelona, Viladrau, Prada, Figueres, Sant Feliu de Guíxols, La Garriga, Sabadell, Roses, Martorell, Badalona, Manresa, Cardedeu, Olot, Caldes de Montbui, Ribes de Freser, Girona, Piera, Ceret, Cerdanyola, Matadepera y Tarragona.
Publicado con la voluntad de ser la primera recopilación completa de este fenómeno teatral, hoy parte indiscutible del patrimonio artístico catalán, Viñas ha reunido ilustraciones modernistas y fotografías antiguas de algunas de las funciones representadas, así como reseñas publicadas en la prensa del momento, como La Vanguardia, La Veu de Catalunya, o la revista barcelonesa El Teatre Català, que en una de las crónicas de 1912 elogió la iniciativa de los verdaderos teatros de la naturaleza: “Con la representación, en la luminosa playa de Rosas, la antigua colonia griega, de Filoctetes, El cíclope y Prometeo, obras inmortales de la literatura helénica, igual que el año pasado con la estrena de Flors de Cingle, del Mestre Iglesias, en el bosque de can Terrers, en la Garriga, el arte catalán entra francamente a conrear el teatro al aire libre, el llamado Teatro de la Natura, porque las producciones que se ejecutan tienen por fondo y por marco el esplendor de los panoramas y de los lugares pintorescos, haciendo que los atractivos naturales incrementen el encanto de la palabra inflamada del dramaturgo”.
Una de las novedades de esta función de Teatro de la Naturaleza de Roses fue la llegada en barca de los actores-personajes que debían intervenir en la primera obra, Filoctetes de Sófocles, traducida por los hermanos Corominas Prats.
“Es un tema desconocido, pero que dice mucho de nuestro país, ya que fuera de Cataluña este fenómeno no existió”, explicó Viñas en la presentación, mencionando a un periodista de un diario madrileño de la época quien, tras asistir por primera vez a una función de teatro de la naturaleza en Vallvidrera, dijo que “en Madrid sólo les gustan los toros y ya está”.
Otras representaciones destacadas fueron la versión de Canigó, el poema de Verdaguer, adaptada por Josep Carner, que se estrenó en 1910 en la plaza de Las Arenas de Figueres (Girona), o la representación de Terra Baixa, de Ángel Guimerà, en 1915, en el bosque de Can Feu de Sabadell, que contó con la asistencia de 10.000 personas y la presencia del propio Guimerà, que veraneaba en la vecina Matadepera. El gran éxito del teatro en el bosque volvió a repetirse durante la fiesta mayor de Sabadell en 1917, con la puesta en escena de la ópera Carmen del compositor Georges Bizet.
Por su parte, en La Garriga, lugar de veraneo de moda durante el Modernismo por sus aguas termales y el acceso en ferrocarril, tuvo lugar el ya mencionado festival de verano Teatre de la Natura, una serie de representaciones teatrales organizadas en los años 1911 y 1914 en el bosque de Can Terrers por un grupo de intelectuales y artistas con el objetivo de promover el pueblo como destino vacacional.
“El teatro de la naturaleza era un movimiento principalmente catalán, impulsado por los modernistas, que se reflejaba en los intelectuales franceses. Fue habitual en los pueblos cercanos a bosques y montañas, no tanto en las grandes ciudades”, explicó el autor, recordando que la figura clave para la llegada de este género a Cataluña fue Adrià Gual. “Además de director de teatro y dramaturgo, Gual fue poeta y pintor, fue un hombre del Modernismo, y como tal, iba a París a menudo, y allí se puso al día de muchas cosas”, añadió.
Gual fue el impulsor del teatro simbolista, y más tarde del teatro de la naturaleza, que conoció gracias a su amistad con el productor teatral Castelbon de Beauxhostes, personaje clave entre las élites culturales francesas, que llevó a cabo producciones extraordinarias en toda Francia. Fue gracias a Beauxhostes que Gual presenció las obras de teatro de la naturaleza que se llevaban a cabo desde 1898 en la ciudad occitana de Béziers.
Eran espectáculos al aire libre que tenían lugar en un gran espacio circular, de una arquitectura similar a una plaza de toros, llamado Las Arenas. El éxito de estos espectáculos grandilocuentes estimuló al dramaturgo catalán a hacer algo similar en nuestro país y fue así como en 1898 y 1899 se representó en los jardines neoclásicos del Laberinto de Barcelona la tragedia Ifigenia en Táurida, de Goethe, y traducida por Joan Maragall. “Fue una obra para amigos y conocidos, a la que vinieron solo 200 o 300 personas. Poca gente, para la época”, se rio Viñas.