Agnès Varda (Bruselas, 1928-París, 2019), una de las figuras más innovadoras, coherentes y comprometidas del cine europeo, fue mucho más que una directora. Narradora de vidas, exploradora de lo cotidiano y artista multidisciplinar, encontró la belleza en los rincones más inesperados, en esos pequeños detalles que pasan desapercibidos, pero que condensan la esencia de quienes somos en realidad.

Su filmografía explora las contradicciones del alma invitando al espectador a observar el mundo con curiosidad y empatía. Como ella misma decía, lo que buscaba era “despertar el deseo de ver”. Y lo consiguió con un lenguaje y un estilo propios que construyó rediseñando las formas y las narrativas cinematográficas vigentes. Firme defensora de la libertad creativa, Varda alumbró una obra inconfundible y audaz que diluye los límites entre la ficción y la realidad.

Un viaje a Cataluña con Dalí

Comisariada por Florence Tissot, bajo la dirección artística de Rosalie Varda, hija de la cineasta, Agnès Varda: fotografiar, filmar, reciclar es una adaptación ampliada de Viva Varda!, una muestra producida por la Cinémathèque Française de París en colaboración con Ciné-Tamaris. La exposición de Barcelona, abierta al público hasta el próximo 8 de diciembre en el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), supone una celebración a la fascinante figura de una autora libre y comprometida que experimentó con múltiples soportes y lenguajes artísticos.

Películas, objetos personales, carteles, obras de arte, instalaciones o reportajes fotográficos, como el que realizó durante un viaje a Cataluña en 1955 en el que retrató a Salvador Dalí, dan forma a una gran antología de una artista imprescindible.

Salvador Dalí retratado por Agnès Varda en Portlligat en 1955 AGNÈS VARDA ESTATE

Pionera de la ‘nouvelle vague’

Con tan solo 26 años, y sin experiencia cinematográfica alguna, Varda filmó su primer largometraje, La Pointe Courte (1954), donde anticipaba los postulados de la nouvelle vague. La libertad de experimentación en cuanto a estructura, contenido y realización conforman una película vanguardista que se adelantó varios años a esa “nueva ola” de cineastas que revolucionó el arte cinematográfico.

François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, Éric Rohmer y Alain Resnais fueron las referencias abrumadoramente visibles, pero, tal y como afirma Judit Carrera, directora del CCCB, “a pesar de que no siempre se le reconoció, Agnès Varda fue la precursora de la nouvelle vague, además de la única mujer que integró ese movimiento”.

La cineasta en el rodaje de 'Le Bonheur', 1964 CINÉ-TAMARIS / MARILOU PAROLINI

Una mirada atenta y comprometida

Agnès Varda fue testigo de los cambios y revoluciones sociales de la época. Su obra refleja la efervescencia política, las reivindicaciones feministas y los diversos conflictos sociales ocurridos desde los años 60 hasta bien entrados los 2000. Cuestiones como el feminismo, la cultura hippy, las desigualdades sociales o la lucha por los derechos civiles constituyen el eje argumental de sus películas.

Así, por ejemplo, en Réponse de femmes (1975) y L’une chante, l’autre pas (1977) reafirmó su compromiso con la lucha por los derechos de la mujer. En 1964, abordó la revolución cubana en Salut les cubains; en 1968, el movimiento afroamericano por los derechos civiles en el documental Black Panthers; y plasmó la libertad sexual promulgada por el movimiento contracultural hippy en Lions Love (…and Lies), en 1969.

Manifestación de los Black Panthers en California CINÉ-TAMARIS / AGNÈS VARDA, 1968

La directora de Cléo de 5 a 7 (1962), uno de sus títulos más icónicos, también exploró la condición humana y la marginalidad posando su mirada en historias de gente corriente. “Con humildad y sentido del humor, la suya es una celebración alegre de las vidas ordinarias, con la voluntad de visibilizar los márgenes, de intuir el corazón entre los residuos de la sociedad de la opulencia”, sostiene Carrera. Esto es precisamente lo que vemos en Les Glaneurs et la Glaneuse (Los espigadores y la espigadora), un documental del año 2000 sobre las personas que recogen objetos desechados por otros en condiciones precarias.

Agnès Varda durante el rodaje de 'Los espigadores y la espigadora' CINÉ-TAMARIS, 1999 / DIDIER DOUSSIN

En busca de un estilo propio

Varda consideraba que en el cine de autor el director debía participar en todo el proceso creativo de la película, desde el guion hasta el montaje final. Y al igual que inventó sus propias normas, creó un neologismo para definir cómo debía ser este proceso: cinécriture (cinescritura).

En su libro Varda par Agnès (1994) lo define así: “El desglose del guion, los movimientos, los puntos de vista, el ritmo del rodaje y del montaje, se piensan y se sienten como las elecciones que hace un escritor: frases más o menos densas, tipos de palabras, frecuencia de adverbios, párrafos, paréntesis… todo ello para dar continuidad al relato, para forzarlo, etc. En escritura lo llaman estilo. Y, en cine, el estilo es la cinescritura”.

Imagen del set de rodaje de 'Una canta, otra no', 1976 CINÉ-TAMARIS / ROBERT PICARD

Agnès Varda: fotografiar, filmar, reciclar transita por la biografía de una excepcional artista que nunca dejó de sorprenderse y de sorprendernos. Fiel a sus principios, la cineasta continuó experimentando y reinventándose hasta el final de sus días. Su última película, Varda por Agnès (2019), es un viaje introspectivo a su obra, un poderoso manifiesto vital a través de sus películas. Una ventana al interior de una mujer irrepetible que comprendió como nadie la complejidad de la condición humana.

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