El pasado 21 de octubre, la compañía profesional Bambadaboom tenía previsto representar en la Biblioteca Delta de l’Ebre, en Deltebre (Tarragona), su espectáculo La biblioteca del senyor Seguin, en homenaje al escritor Josep Vallverdú (Lleida, 1923) en el año del centenario de su nacimiento. Sin embargo, la obra se tuvo que suspender por falta de público. No fue nadie. Bueno, esta afirmación es algo imprecisa: sí estaba la concejal de Cultura del pueblo, Eva Marin (Enlairem), que se solidarizó con los artistas y les explicó que la función coincidía con una feria en el municipio. Nadie más.
Ante tal decepción, el cerebro del montaje, Jordi Folck, echó mano de la red social X para desahogarse y mostrar su tristeza y decepción con el público local, que prefirió “quedarse en casa”. “¡Hemos pinchado! Qué triste la vida del creador y de los artistas. Hemos hecho casi 400 kilómetros –entre ida y vuelta– para representar el espectáculo teatral y musical sobre el Any Josep Vallverdú y no ha venido nadie”, escribió en la plataforma antes conocida como Twitter. Así que recogieron los bártulos y deshicieron el camino. Horas después de aquel varapalo, Folck atiende a Crónica Global por teléfono.
“Falló la promoción”
- Veo que ríe. Eso es una buena señal.
- Sí. Después de lo que pasó en Deltebre actuamos en Mollet del Vallès (Barcelona), y llenamos. El público se puso en pie. Además, a raíz de mi tuit, Avià (Barcelona) y Matadepera (Barcelona) se han puesto en contacto conmigo para interesarse por este espectáculo familiar. Al final ha salido bien.
El Servicio de Bibliotecas del Departamento de Cultura de la Generalitat, explica Folck, contrató a su compañía para representar ese espectáculo en diversas bibliotecas del territorio, a las que se suman algunas de las integradas en la Xarxa de Biblioteques Municipals y otros bolos que les salen sobre la marcha (41 funciones en total). En Deltebre “sabían desde mayo” que se iba a celebrar esta obra, pero “falló la promoción”, lamenta el afectado, que no culpa a nadie, sino al desconocimiento en las tareas de “captación de públicos”: “No todo el mundo sabe hacer promoción cultural”.
“A los adolescentes no les interesa nada”
- ¿Es la primera vez que les pasa?
- En Canovelles (Barcelona), hace dos semanas, no había nadie, pero la bibliotecaria fue a buscar a chicos y chicas, aunque algunos se levantaron y se marcharon; en Cornellà (Barcelona) había tres personas. En Sant Guim de Freixenet (Lleida) tampoco había nadie, pese a que ese día nos acompañaba Harvard Enstad, un compositor que llena teatros en Viena. No hay difusión, y muchas personas apuestan por la cultura cero. No obstante, las otras 17 funciones que llevamos hasta la fecha han sido un éxito, si bien es cierto que hay mucha gente que no respeta a las compañías teatrales, sobre todo si actúan al aire libre, porque hablan, se levantan...
Folk se define como un hiperactivo no diagnosticado y polifacético. Ha hecho de todo. Periodismo, interpretación, publicidad, conferencias, ha publicado 31 libros (ha ganado 10 premios literarios), y también ha sido docente durante 13 meses, pues tuvo que reciclarse cuando la pandemia ahogó al sector de la cultura más que a cualquier otro. Pero esta última experiencia lo sumió en una profunda depresión, pues el sistema educativo le “rebajó” y “limitó” sus “capacidades creativas para dar clase”. “A los adolescentes no les interesa nada; hay una adicción enfermiza a las tecnologías, y llenan sus cerebros de vídeos de gatitos” que de nada les servirán cuando se enfrenten a la vida: “No sabrán resolver problemas, carecerán de experiencias y referencias”. Además, llegan a la universidad cometiendo faltas de ortografía. “Menudo futuro nos espera…”, vaticina resignado.
Padres hiperprotectores
En este sentido, el creador lanza una feroz crítica contra el sistema educativo, que necesita una “revolución”. “La transmisión de conocimientos ya no es suficiente –reflexiona–, hay que ayudar a los alumnos a pensar, a que encuentren sus talentos, y a que sean ciudadanos cívicos y responsables”. Ello no deja a las tecnologías fuera de la ecuación, al contrario, pero hay que “anular esta adicción al móvil” y enseñarles que el smartphone debe ser “un compañero de consulta y de entretenimiento”, pero con moderación. Pero, asume, esta situación es cosa de todos: de los profesores, por desconocimiento; de los padres, cada vez más hiperprotectores, que están olvidando su función docente y tienen miedo de enfrentarse a los hijos, y del sistema en general, que llenó las aulas de ordenadores en detrimento de la escritura a mano, “tan fundamental también para la comprensión lectora”.
Por todo ello –y tras recordar que, en Francia, las tecnologías se han llevado por delante un 30% de lectores–, lamenta Folck que “la cultura no puede competir con la interacción, con la inmediatez del mundo urgente en el que vivimos, con el scrolling de TikTok”, y mucho menos si se le presta tan poca atención: el presupuesto de Cultura de la Generalitat “es del 0,7%”, recuerda. “El mundo de la cultura necesita reflexionar y abrir un debate”, añade, pues, aparte de todo lo expuesto, es cada vez más habitual, al menos en las presentaciones literarias, que solo vayan los allegados del autor, por muy conocido que este sea.
El mensaje muy realista de la obra
Y, en cierto modo, La biblioteca del senyor Seguin, y la ausencia de público en Deltebre, es un reflejo del momento actual. La obra trata de un bibliotecario que recomienda títulos para todos los públicos y conoce a una estudiante que prepara un trabajo de grado sobre Josep Vallverdú. Confía en que será una chica estudiosa, aplicada… Nada más lejos de la realidad: ni siquiera le gusta leer y está todo el día pegada al móvil. Pero el señor Seguin hará lo imposible para reconducirla e introducirla en el fantástico mundo de la literatura entre cuentos y personajes vallverdunianos, consejos y canciones. Así que es cometido de las mentes inquietas intentar abrir los ojos a quienes los tienen pegados a la pantalla.