El conocido como triángulo daliniano contiene todos los elementos que conformaron el universo del genio del surrealismo. El paisaje, la luz, los colores, la cultura y las tradiciones, la arquitectura, la orografía… todo ello se condensa en los apenas 40 kilómetros cuadrados que trazan una figura geométrica imaginada entre los municipios de Figueres, Púbol y Portlligat. “En este lugar privilegiado lo real y lo sublime casi se tocan. Mi paraíso místico comienza en los llanos del Ampurdán, rodeado por las colinas de Les Alberes y encuentra su plenitud en la bahía de Cadaqués. Este país es mi inspiración permanente”, decía.
Portlligat fue el vértice donde Gala y Dalí residieron de manera estable durante 52 años. Un espacio creado poco a poco a partir de una humilde barraca de pescadores adquirida en 1930 tras ser expulsado del núcleo familiar por su padre. Cuando se cumple el 25 aniversario de su apertura como museo, los jardines de la residencia acogen Dalí y Gala. La casa habitada, una exposición que revisa las cinco décadas de la pareja en la casa-taller del pequeño pueblo ampurdanés.
El ‘sancta sanctorum’ del surrealismo daliniano
Salvador Dalí no quería alejarse de su Cadaqués natal, necesitaba un lugar cercano para comenzar de nuevo, lo encontró muy cerca, a escasos kilómetros. Ubicada en el corazón del Parque Natural del cabo de Creus, con vistas a la espléndida bahía de Portlligat, aquella construcción primigenia, de apenas 22 metros cuadrados, se convirtió con el paso de los años en un espacio vital compartido junto a su amada musa y en su principal lugar de creación. El paisaje, omnipresente, se colaba por los enormes ventanales del taller, también los cielos cambiantes y los tonos caducos de cada estación. “Portlligat es el lugar de las realizaciones. Es el lugar perfecto para mi trabajo. Todo se conjura para que así sea: el tiempo transcurre más lentamente y cada hora tiene su justa dimensión. Hay una tranquilidad geológica: es un caso planetario único”, afirmaba.
La venta del cuadro La vejez de Guillermo Tell al vizconde de Noailles por 20.000 francos le permitió adquirir a la pescadera Lídia Noger una humilde cabaña donde sus hijos guardaban los aparejos de pesca. La pequeña barraca fue creciendo progresivamente, como si se tratara de una estructura biológica, hasta alcanzar los 522 metros cuadrados que la casa-museo tiene actualmente. Una suerte de inmenso estudio inmerso en el entorno que tanto le inspiraba. Allí creó muchas de sus grandes obras mientras Gala le leía lecturas escogidas expresamente para él. Piezas icónicas como El Cristo, Retrato de Gala con dos costillas en equilibrio, La batalla de Tetuán, Asunta corpuscularia lapislazulina y El descubrimiento de América fueron concebidas en este extraordinario enclave.
La casa-museo atesora hasta 3.000 objetos, entre muebles, cuadros, esculturas, utensilios de trabajo, indumentaria, libros o documentos, que permiten un acercamiento más profundo a su proceso creativo y también conocer mejor su vida junto a Gala.
Confesiones de un artista
Comisariada por Montse Aguer, Rosa María Maurell y María Carreras, la exposición, que se podrá visitar hasta el próximo 30 de septiembre, reúne 19 fotografías de la pareja en diferentes momentos y estancias de la casa firmadas por fotógrafos como Juan Gyenes, Oriol Maspons, Ricardo Sans, Melitó Casals Meli, Robert Whitaker y Carlos Pérez de Rozas. Cada imagen tiene un código QR que reproduce las reflexiones del artista sobre el peculiar universo de Portlligat. Por ejemplo, el audio que acompaña una fotografía de 1931 narra lo siguiente: “Me he construido sobre estas gravas; aquí he creado mi personalidad, descubierto mi amor, pintado mi obra, edificado mi casa. Soy inseparable de este cielo, de este mar, de estas rocas, ligado para siempre a Portlligat, donde he definido todas mis crudas verdades y mis raíces”; en otra del mismo año, pero esta vez junto a Gala, escuchamos: “… Íbamos allí a construir muros bajo el sol para protegernos del viento, pozos para captar manantiales, bancos de piedra para sentarnos. Íbamos a construir los primeros peldaños del método crítico-paranoico; íbamos a continuar esa trágica y hermosa labor de vivir juntos, de vivir para la realidad de sólo nosotros dos”.
Solo los dos, casi una condición de un proyecto compartido que tuvo su punto final el 10 de junio de 1982 cuando Gala falleció. El artista ampurdanés cerró la casa y se marchó. Nunca más volvió. Así permaneció varios años hasta que se reabrió al público como museo en septiembre de 1997. Desde entonces miles de visitantes acuden cada año hasta este emblemático lugar. Tras abandonar Portlligat, Salvador Dalí se trasladó al castillo de Púbol, un regalo que le hizo a su dama. Cuentan que escuchaba su disco favorito, Tristán e Isolda de Richard Wagner, cuando murió el 23 de enero de 1989. Sus restos descansan desde entonces en la cripta del teatro-museo de Figueres.