Unicorn Wars es un oasis en el desierto de la industria de la animación para adultos española. No es que no haya gente que se dedique a ella, sino que conseguir que llegue a los cines es casi una odisea.
Alberto Vázquez es uno de estos afortunados. Tiene las ideas claras, clarísimas. Su película no es para niños y siempre estuvo concebida con una clara vocación política que va desde la crítica a ciertas ideologías dogmáticas.
Bullying, política y medioambiente
Partiendo del corto Sangre de Unicornio, en el que hablaba sobre el bullying y el maltrato psicológico en una historia protagonizada por dos ositos que cazaban unicornios. Retoma esa misma cacería para presentar una sociedad casi apocalíptica, en la que el medio ambiente no se contempla y el otro es el enemigo.
El filme causó sensación en Sitges, marco en el que Crónica Global charló con su director sobre lo radical de su propuesta, sobre todo, en una industria cinematográfica como la española.
--Pregunta: Unicornios, ositos, dibujos animados, advirtamos a la gente, ¿Unicorn wars es una película para niños?
--Respuesta: No, obviamente no es para niños. Tanto por lo que se cuenta, pero sobre todo por el cómo se cuenta. Tiene una narratividad que no es sencilla, es una película con bastantes capas, temáticas y cierta complejidad. La imagen es iconoclasta y juega a eso.
--¿Pero podría llegar a adolescentes, tan distanciados del cine ahora?
--Claro, además los jóvenes consumen mucho anime y manga. La peli sale en Japón, Estados Unidos... El público no se asusta de la violencia, si pones un telediario y da más miedo.
--Precisamente por ello, ¿por qué decidió usar esos dibujos tan infantilizados?
--Por una cuestión iconoclasta, romper nuestros elementos infantiles como los ositos y unicornios y ponerlos en situaciones extremas. Es interesante trabajar con estos iconos estos animales antropomorfos, no tienen un tiempo y lugar indefinido y universales, pertenecen a todas las culturas. Si ves esta película no sabes si es española, francesa, japonesa, americana... De esta manera también impacta al espectador.
--¿Tuvo claro desde el primer momento esta voluntad política sacada de la realidad?
--Sí, claro. En realidad, en mis cortos, mi anterior película, Psiconautas, trabajas con la fantasía para hablar de tiempos contemporáneos y actuales. Es muy difícil trabajar la fantasía por la fantasía, siempre has de tener una pata, una referencia en la realidad. Lo importante es lo que dejas: un mensaje actual.
--Hablemos de ese mensaje actual. En el filme hay una escuela militar adoctrinante, rígida, ¿estamos en esta situación?
--Quizás nuestra sociedad europeizada no tanto, pero sí hay algo de eso en la opinión pública. Los ositos controlan la suya con la religión y el régimen militar, pero a nosotros también nos controlan nuestra opinión pública como en las redes sociales, o sólo vemos una parte sesgada de la realidad, como en la guerra. Vivimos en un mundo sesgado y esto lo refleja la película y la hace interesante.
--Luego está el concepto de fijarse un enemigo. En su película, los ositos lo encuentran en los unicornios. ¿Siente esa necesidad de crearse un enemigo?
--Sí, claro. Esta sociedad usa el unicornio como un demonio a exterminar porque consideran que el bosque es suyo, Me interesa el pueblo que tiene con su relato, su propia biblia.
--Es una rara avis en el panorama de animación español.
--Hay muy pocas así. O te vas al anime o...
--Con todo, si ya es difícil hacer animación, imagino que una como esta debe ser difícil.
--Claro que es difícil. Como artistas hay que tener valentía pero mis productores también la han tenido, porque te tienen que financiar. Ellos tienen una visión artística de la animación. Y es difícil porque la animación tiene sus tiempos. Esta película nos ha llevado seis años hacerla. Una producción de una peli de ficción son tres semanas, un mes, cuenta tres. La nuestra fue de dos años, luego está la postproducción y ya son tres... Cuesta mucho financiar porque es un mundo difícil y minoritario, sobre todo para adultos. Pero yo no he venido a hacer animación para niños. Yo hago lo que quiero y tengo la suerte de poder hacerlo. Yo creo que mis películas sean entretenidas, que todo el mundo las entienda, pero me gusta que sean oscuras. La oscuridad es un tipo de belleza también. En Sitges se ven, el público ama la oscuridad y yo también.
--¿Que significó presentarla en Sitges?
--Pues un honor, creo que es donde la peli tiene que estar, porque el público tiene una apertura mental hacia la animación y al fantástico. Presentar la película en un cine con 1.300 personas es muy guay.
--¿Falta un poco de apertura mental en el cine?
--No lo sé. Existen propuestas de todo tipo, lo que pasa que para que lleguen al público... Parece que la gente sólo consume lo que le pone su plataforma en primera plana y lo que no entra allí es minoritario. Por ejemplo, este año es uno de los mejores del cine español en décadas , hay 14 películas interesantes y tres de ellas muy buenas. Pero veremos la hostia que nos vamos a dar en los cines. Estamos en un momento de polarización muy difícil, donde los productos más independientes, minoritarios y arriesgados les cuesta más hacerse ver.
--¿Usted siempre tuvo claro que iba a ello?
--Yo vengo del cómic y la ilustración. La animación es una mezcla de mis dos grandes pasiones: el cine y el cómic. En el medio de ambos está la animación que es un medio con sus propias reglas, que coge de aquí y de allí. Yo caí aquí, me he rodeado de grandes profesionales y no tengo referencias en ningún lado, porque no soy un fan de la animación, nunca fui un niño que viera animación. La animación es un medio increíble para poder contar historias, tiene una libertad brutal y me he enamorado de esto.
--¿Qué es necesario para que el público se tome la animación como algo serio?
--Es una cuestión política. La animación es un arte, pero también una industria, genera muchísimos puestos de trabajo y mueve miles de millones de euros. En Francia es industria nacional, como el cómic. Aquí en España no se valora tanto el arte, ni el cine y la animación menos porque para ellos es para niños. Es para niños y para adultos, no hay distinciones. Además en España casi que hay pleno empleo en el mundo de la ilustración, porque como seas bueno ya estás trabajando. Se están haciendo muchas producciones, lamentablemente no nacionales, porque casi todas las empresas trabajan para fuera. Se hace producción nacional porque no hay incentivos fiscales para que las empresas inviertan en cine y en la animación. Nosotros celebramos Halloween por la influencia del cine anglosajón, nosotros podemos hacer lo mismo con la cultura. El cine se debe tratar como una cuestión estratégica. Es cultura pero es industria, debe ser serio. Nada de hacer un montón de horas y tal. Hay que invertir, por eso es una cuestión política.
--Dice que viene de la ilustración pero después de eso seguirá haciendo animación.
--Claro que sí. Esto es político, es mi manera de poder contar historias, hablar de ciertos temas y generar emociones. Eso es mi vida.