Pablo Remón (Madrid, 1977) empezó en el cine y, en cambio, ha sido en su faceta como autor y director teatral donde ha obtenido los mayores reconocimientos. El último el Premio Nacional de Literatura Dramática 2021 por su obra Doña Rosita, anotada, un cruce entre la autoficción, la obra de Lorca y el juego metateatral.
El montaje tiene también la esencia del dramaturgo pese a ser un trabajo de encargo. Mantiene la fragmentación del relato, su poder de crear imágenes sin necesidad de caer en los recursos audiovisuales. Lo mismo que tenía uno de sus primeros trabajos, Barbados, etcétera, obra que recupera este 17 y 18 de julio en el Teatre Lliure de Barcelona dentro del festival Grec y que tendrá una reversión en octubre en Madrid.
Teatro fragmentado
La obra se podría decir que es fragmentada o, cuánto menos, episódica. Sus dos protagonistas son una pareja que hablan de otras parejas y crean hasta tres historias muy distintas. Todo en torno a ese mundo de la comunicación y el amor. No en vano, el madrileño es un defensor absoluto del teatro de la palabra, un hecho que se percibe en lo verborreico de sus trabajos.
Estas cualidades y su manera de entender el teatro son las que, tal vez, hayan captado la atención de un público más joven y menos habitual en las plateas. Un soplo de aire fresco, para caer en el tópico, que al mismo Remón le cuesta describir. Y eso que es su principal artífice.
Crónica Global conversa con el director días antes de su entrada en el Grec, en medio de los ensayos de este Barbados tan especial.
--Pregunta: Nos reúne este regreso a 'Barbados' que se presenta en el Grec.
--Respuesta: Es muy bonito, porque es una obra que se estrenó hace bastante tiempo en Madrid, que ha girado bastante y en distintas plazas, grandes y pequeñas. Es una obra además bastante peculiar y flexible. Nos apetece pasar por Barcelona y por volver después de más de un año sin hacerla. De hecho, la hemos ensayado de nuevo.
--¿Será la misma versión que la original?
--Sí es la del texto original, lo que sucede es que esta obra está particularmente viva y en el Festival de Otoño de Madrid, sí haremos una versión actualizada, cambiando bastantes textos pero con los mismos actores.
--Como decía es una obra particular. Son tres historias distintas que están unidas por los actores, que son los mismos que interpretan las tres, y el tema, la pareja.
--Más que el tema diría que es el tono también. Las veo como tres piezas que son variaciones de un mismo tema. Variaciones casi en el sentido musical. Es una pareja que habla fundamentalmente de una pareja, que pueden ser ellos o no, y abordan este tema desde distintos acercamientos. Es muy musical en el texto y en la interpretación. Un acercamiento distinto.
-¿Como llegó a esta concepción o concepto de la obra? Porque es un tema muy trillado el de la pareja.
--Es algo muy diferente, porque es una pareja muy diferente. Me cuesta casi hasta explicar por qué. Se basa en un determinado teatro que venía haciendo con Fernanda Orazi, Emilio Tomé, que son los actores. Son piezas cortas que fueron evolucionando y poco a poco constituyeron una obra no muy pensada a priori, fue apareciendo. Tiene cierta ligereza. Porque yo escribo mucho y algunas cosas se caen, por eso digo que es como una especie recopilación, casi, de caras B, porque son piezas que no estaban destinadas a ser puestas en escena, en un principio, lo que pasa que al ponerlas cobraron sentido.
--Es curioso porque siempre se habla de que usted hace montajes muy audiovisuales y ese se distingue porque es casi musical.
--Sí, porque toda la obra se basa en la palabra y en la interpretación. La obra sucede en la cabeza del espectador, como todas, pero ésta especialmente. Los protagonistas lanzan imágenes, personajes y construyen historias. Estos conceptos que están en primer término, al ser escrito de manera más moderna están en un segundo término. Están más presentados que representados.
--Eso hace, como dice que además de la palabra, la interpretación cobre peso. Usted repite mucho los elencos, con su gente de confianza, que parece casi de una compañía. ¿Qué importancia le da a los actores?
--Sí, es totalmente lo que dices. Yo venía del audiovisual, como decías, y cuando descubrí el teatro lo que me enganchó a él fue el trabajo actoral. El teatro es el reino del actor y la actriz. De hecho, yo tengo una forma de escribir muy hacia los actores y escribo sabiendo qué actores voy a tener y escribo para esos actores concretos. Los llamo primero, hacemos trabajos previos y a partir de allí la escribo. En esta es exactamente lo mismo.
--A usted se le ha reconocido por aportar un lenguaje fresco, algunos lo llaman más audiovisual porque pasan muchas cosas en escena. ¿Ese era su objetivo cuando empezó en teatro? ¿Cuál era su voluntad a la hora de sumergirse en él?
--Yo entré tarde al teatro y desde un punto menos habitual dada mi trayectoria. Sin tener una intención apriorística, siempre fui consciente de que el público que va al teatro no sólo mira teatro, sino que todos miramos series, películas y consumimos más audiovisual, finalmente, todos, más que teatro, probablemente. Me interesa mucho la frontera entre las dos cosas, sin dejar de renunciar a lo puramente teatral, porque lo que me engancha del teatro es que son unos actores y ya y es muy potente por la capacidad que tiene de producir imágenes. Esta obra mismo, es una depuración de esas imágenes porque lo que vemos en escena es muy poco, todo está un poco en la palabra y eso es eminentemente teatral.
--Este juego en la frontera ¿puede ayudar a atraer al público joven al teatro? La media de edad del público que va a ver sus obras es más baja de lo habitual.
--Siempre se ha dicho que los jóvenes no van tanto al teatro, yo mismo no lo hacía. Es cierto que mis obras también vienen a verlas jóvenes, pero mi voluntad es hacer un tipo de teatro que no sea aburrido ni solemne, que sea consciente y valore el gesto de la gente a la hora de acercarse al teatro. En el momento en el que estamos, en el que es tan fácil consumir ficción en solitario por muy poco dinero, el hecho del encuentro, de acudir a una sala y más después de la pandemia es tan antiguo y tan moderno a la vez, se ha de valorar. Tiene algo de concierto, de evento, de performance y de experiencia.
--Hablaba antes de la solemnidad de cierto teatro, su teatro no lo tiene, ¿debe reivindicarse también ese teatro con un tono menos trascendental y que ayude a entretener?
--Ahí está el tema: ¿qué es entretener? A mí, me interesa que quien vaya a ver una obra mía lo pase bien en el sentido más lúdico del término, pero eso no significa que las obras pretendan ser simplemente entretenimiento o nada más pasar un buen rato. Yo voy buscando una experiencia de un encuentro con el espectador, para eso es muy importante que el espectador esté disfrutando y gozando en el mejor sentido.
--Y en esa voluntad que tiene pasó de la nominación al Max con 'Barbados', allá por el 2007, a este pasado 2021 con el Premio Nacional de Literatura Dramática por 'Doña Rosita, anotada'. ¿Se esperaba todo esto en tan poco tiempo cuando empezó en esta aventura teatral?
--El teatro me ha tratado muy bien y ha sido muy generoso conmigo. Yo intento no pensar demasiado en estas cosas. Me interesa estar en marcha y seguir produciendo. Yo entré al teatro sin voluntad de convertirme en director de teatro, nunca lo pensé. Lo que ocurre es que llevo 10 años dirigiendo y estoy muy enganchado a eso. Me encuentro ahora siendo director y, es cierto, teniendo una cierta repercusión y mucha suerte, pero me he ido encontrando. Lo importante para mí es que el teatro sea un espacio de libertad y de juego, porque eso es lo que me atrajo del teatro, poder probar cosas. Un ejemplo es Barbados, que sería imposible pensarla en cine.
--Tras 10 años en el teatro, el audiovisual ha quedado apartado. ¿Es por voluntad, decepción, cosas de la vida...?
--En el teatro he encontrado un espacio de libertad donde me siento muy cómodo y no echo mucho en falta el audiovisual. Es cierto que el audiovisual ha sufrido una serie de transformaciones, unas positivas y otras negativas, pero me sigue apasionando. Pero me encuentro en estas, sí.
--Lo curioso es que usted viniendo del audiovisual nunca ha apostado por poner audiovisual en el teatro, una práctica muy común en los últimos años.
--No lo he usado, de momento, porque la mayor potencia del teatro está en una obra como Barbados, donde todo se construye desde la palabra y en ese sentido el teatro es insuperable. Me parece que la raíz del teatro es eso y no he usado vídeo, hasta ahora no, porque he querido hacer un teatro con muchos mimbres del audiovisual y que, a su vez, fuera muy teatral y llena de juegos teatrales, de cosas que sólo pudieran existir en teatro.
--Con eso, además, mantiene un sello propio. Desde 'Barbados' hasta 'Los farsantes', por ejemplo, y pesando por 'Doña Rosita' o 'Los mariachis', hay algo de lo episódico que se repite. Por poner una característica de su teatro.
--Sí. He hecho obras diferentes pero es verdad que muchas comparten una estructura episódica que, si bien se ha hecho, no es tan habitual. De alguna manera, incluso tiene elementos de novela. Me interesa coger elementos del cine y la novela y llevármelos al teatro, como por ejemplo una voz en off o una estructura más episódica, fragmentada, donde cupiera el sueño y la realidad mezclados. Son cosas que han ido apareciendo en distintas obras. Claro que la batalla es intentar que cada obra sea un poco diferente, luego no te sale o todas tienen más elementos en común de lo que pensabas a priori. Claro que es donde yo he encontrado mi forma de expresarme.
--Eso y lo verborreico de sus montajes. ¿Es una especie de reivindicación de la palabra y de la conversación sin el uso de la tecnología, desde el encuentro?
--Tiene que ver con eso de la imagen. Vivimos en una sociedad donde la imagen domina, aplasta un poco, más que otras veces. Hay momentos en que vivimos muy rodeados de imágenes. La palabra requiere otro tipo de trabajo, de atención, de escucha. En mi trabajo me importa más trabajar el oído que el ojo, trabajamos los ritmos y la cuestión musical. Mediante el oído se llega a un sitio más profundo, a veces.
--Algo curioso, también, teniendo en cuenta que viene del cine. Y aún así, va y revoluciona un poco el teatro.
--Para bien, cuando empecé a hacer teatro no lo tenía como en un espacio reverencial, no tenía demasiado respeto al teatro y me permitía jugar. Al final creo que el sitio más interesante a la hora de hacer teatro es ese: no abandonar el punto de vista del juego, de la posibilidad, de lo lateral.