El 30 de octubre de 1938, una (ficticia) invasión extraterrestre aterrorizó a miles de norteamericanos. Todo comenzó con un boletín informativo la víspera de Halloween: “Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de última hora procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se han observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez… Continuaremos informando”.
Fueron 59 minutos de pánico retransmitidos por un jovencísimo Orson Welles. Como todos sabemos no se trataba de un hecho real, sino de una adaptación radiofónica de la novela de H. G. Wells La guerra de los mundos. Ochenta y cuatro años después, este extraordinario episodio sigue fascinando al igual que la posibilidad de encontrar vida extraterrestre o la de viajar y habitar otros mundos. Afortunadamente en Huelva hay una sucursal del planeta rojo y no hace falta ser astronauta para visitarla. Bienvenidos a Marte.
Explorando paisajes marcianos
En el espectacular paraje de Zarandas, en la Cuenca Minera de Riotinto, existe un lugar insólito. Sus características mineralógicas, paisajísticas y geológicas así como la presencia de extremófilos (microorganismos capaces de sobrevivir en condiciones extremas) lo han convertido en un laboratorio al aire libre donde la NASA, la Agencia Espacial Europea y el CSIC realizan investigaciones y pruebas relacionadas con el estudio de Marte, así como otros proyectos espaciales. Aquí por ejemplo se ha probado el rover de exploración YEMO; el traje espacial Gandolfi 2 y se ha desarrollado tecnología para la detección de vida en Marte.
Desde el pasado mes de diciembre, Marte en la Tierra es la nueva atracción del Parque Minero Riotinto, la institución que agrupa y salvaguarda el excepcional legado histórico gestado en este territorio durante 5.000 años de actividad minera. Una experiencia que combina la divulgación científica y el entretenimiento mientras el visitante pasea entre astronautas, cohetes y vehículos espaciales.
El Museo Minero Ernest Lluch
Durante milenios, este municipio ha estado ligado a la minería. Aunque existe constancia de ello desde la Edad del Cobre, no fue hasta la época romana cuando su explotación alcanzó un gran desarrollo que perduró hasta finales del siglo II, fecha en la que la actividad extractiva prácticamente desapareció.
Casi dos milenios después, los inactivos yacimientos disfrutarán de un segundo periodo de esplendor, esta vez a manos de una sociedad británica, la Río Tinto Company Limited, que adquirió los derechos de explotación en 1873. El Museo Minero Ernest Lluch, llamado así en honor al exministro socialista que presidió la Fundación Río Tinto desde 1988 hasta 1991, se ubica precisamente en el antiguo hospital construido para atender al personal británico y español de la compañía inglesa. Sus 17 salas sumergen al visitante en un fascinante viaje con parada en los grandes hitos históricos de la comarca minera. Un recreación de una antigua mina romana, en la que experimentar las terribles condiciones en las que vivían y trabajaban los esclavos, y el lujoso vagón Salón del Maharajah fabricado para la reina Victoria de Inglaterra son algunas las curiosidades que contiene.
Un barrio muy ‘british’ en el corazón de Riotinto
Los británicos administraron las minas durante 100 años. A lo largo de todo este tiempo, numerosos directivos se instalaron junto a sus familias en Bella Vista, un barrio amurallado segregado de la población local. Esta colonia de estilo victoriano, construida expresamente para ellos, transporta a la Inglaterra de finales del XIX y principios del XX.
La Casa 21, edificada en 1885, funciona como museo y conserva en su interior mobiliario, objetos y enseres de la época. Los habitantes de Bella Vista fueron la primera comunidad con electricidad de España y aquí surgió también el primer equipo de fútbol español: el Río Tinto Football Club, fundado en 1878, origen del Recreativo de Huelva.
Para gustos los colores de sus minas
La faja pirítica que atraviesa esta región ha creado un ecosistema excepcional y unos paisajes de una belleza sublime e irreal. La alta concentración de metales dibuja un fantástico arcoíris de colores que exhibe toda su belleza en la mina Peña de Hierro y en la de Corta Atalaya. La primera es un paisaje protegido y uno de los parajes más hermosos de la comarca minera. Una antigua galería conduce hasta esta espectacular mina a cielo abierto que despliega ante las miradas una gama cromática extraordinaria.
Aquí, además, la NASA, junto a otros organismos, desarrolla estudios científicos para el Proyecto Marte. También al aire libre trabajaron los miles de operarios que labraron a mano los bancales de la impresionante mina Corta Atalaya, “el corazón” de esta tierra. Un gigantesco socavón multicolor de 335 metros de profundidad, 1.200 metros de largo y 900 metros de ancho en el que cabrían la torre Eiffel y tres veces la Giralda.
Paisajes fluviales en rojo y ocre
Durante siglos se construyeron a lo largo del río Tinto más de 30 molinos harineros debido a la riqueza cerealista de la comarca. En el municipio de Villarrasa se encuentran seis de ellos: el de la Vadera, Juan Muñoz, de la Vega, Centeno, Gádea y el de San Juan.
Estas vetustas construcciones, en las que se llegaron a moler millones de kilos de cereales, dibujan un recorrido fluvial espectacular conocido como sendero del contrabando. Tonos rojizos, anaranjados, amarillos y cobres saturan las aguas y tiñen a su paso estos singulares edificios configurando un insólito patrimonio cultural que, aunque no pertenece al Parque Minero Riotinto, merece la pena conocer.