Mark Cousins (Belfast, Reino Unido) lo ha vuelto a hacer. Ha rodado otro de sus míticos documentales sobre cine con una aparente facilidad y didactismo para todos los públicos y que atrae a los amantes del séptimo arte como polillas, Jeremy Thomas, una vida de cine.
En esta ocasión, no se trata de hacer un repaso a su historia como en La historia del cine: una odisea; o mostrar el peso de las mujeres en la industria como en La historia del cine: nueva generación; sino que se centra en la persona del mítico productor que hizo posible que llegaran a nuestras pantallas El último emperador, Pequeño Buda y Los soñadores, de Bernardo Bertolucci, Crash y Un método peligroso de David Cronenberg, o el último Pinocho de Mateo Garrone Con motivo de la presentación del film sobre Jeremy Thomas en el BCN Film Fest de Barcelona, Crónica Global mantiene una conversación con el realizador.
--Pregunta: ¿Cómo surgió el proyecto y por qué Jeremy Thomas y no cualquier otro productor?
--Respuesta: No fue idea mía, debo reconocer, los productores de la cinta contactaron conmigo y me preguntaron si quería hacerlo. Y no hay otro productor en el mundo al que admire más que Jeremy Thomas. Algunos productores son sólo negocios, dinero y contratos, que es importante, pero Jeremy es un autor-productor. A los 18 años empecé a ver que sus películas eran transgresivas, desenfadadas, tenían una visión propia detrás. Por eso quise hacerla.
--¿Qué descubrió de él que no supiera?
--Es guay descubrir el factor humano y no sólo la temática y el hecho de que hace películas. Lo que descubres cuando pasas cinco días en un coche con alguien, con los inconvenientes del tiempo, las comidas esperando al camarero y tal son las cualidades humanas. A veces, las películas de Jeremy hablan de ese lado oscuro del ser humano, los elementos destructivos, el deseo, la pasión, pero en la vida real él es un hombre gentil y amable. Eso es lo que descubrí. Tu puedes tener una imaginación violenta, pero ser un ser humano decente.
--De hecho, una de las cosas que puede chocar es que él sea como un “príncipe” cuando sus films están llenos de sexo, son desenfadados e incluso bastante locos.
--Sí. Sus pelis son de gánsters, emperadores, samuráis y casi tipos operísticos, pero eso es para lo que sirve la imaginación. Para ser personas decentes necesitamos dar a nuestra imaginación un espacio para ser libres, salvajes, y este cine es muy bueno para dejar ir esta oscuridad y liberar nuestros miedos o nuestras fantasías. Eso es lo que él nos permite hacer con sus películas.
--Precisamente, en un mundo con tanta censura y preocupado por el dinero, ¿no cree que Jeremy Thomas es una rara avis en el mundo de la producción?
--Si echas un vistazo a la historia del cine, hay otros productores con una marcada visión, incluso en Hollywood. Productores como Irving Thalberg ya en los años 30-40 fue un visionario, luego llegas a Francia en los años 60 con grandes y fuertes productores que creen en el arte del cine… Así que Jeremy no está solo, detrás hay mucha gente muy apasionada, aunque él ha sido más distintivo que otros, no deja de buscar. Incluso cuando ha tenido un batacazo comercial, un fracaso, él no se ha dado por vencido y no ha jugado a lo seguro, ha continuado buscando otro director radical, otro sistema de imagen atrevida. Tiene ese sentido del punk, esa cualidad rockera que es su motor que lo dirige todo.
--¿Pero no cree que se ha perdido un poco esa mirada salvaje? ¿El cine no se está volviendo demasiado conservador, políticamente correcto?
--El cine mainstream siempre ha sido bastante conservador. Esa naturaleza conservadora, como una especie de musical de los 40, siempre ha estado allí en Europa, América, India… en todo el mundo. La pregunta es: ¿podemos mantener el balance correcto entre estas convencionalidades, que mantiene el cine en el ojo público, y lo más radical, la mayor vanguardia que renueva el lenguaje del cine? Esa es la pregunta crucial, y creo que estamos es un buen momento para ello, hay mucho cine atrevido estos días.
--¿La mayoría de directores sienten que hay una especie de dictadura de lo políticamente correcto?
--Si uno se fija sólo en el cine estadounidense o en cierta parte del mundo, uno puede pensar que hemos dado pasos atrás. Disney es dueño de demasiado y hay gente que tiene demasiado poder en la industria del cine. Pero si uno amplía el campo de visión y se fija en lo que pasa en otros países, emerge una fotografía más rica. Si tomas una fotografía global es difícil ser pesimista. Seamos honestos, nunca antes ha habido una variedad tan grande de gente haciendo películas, muchas más mujeres que antes, más gente de diferentes países como África. Globalmente es un buen momento.
--Volviendo a la película y a las maneras de hacer cine. Usted hace películas también poco convencionales. Para este documental apuesta por el estilo de una road movie, con usted y Jeremy Thomas sentados en un coche rumbo a Cannes, ¿por qué decidió hacerlo así?
--Sí, intento innovar lo posible con mis films. Lo convencional para este sería entrevistarse con 50-60 personas que conocen a Jeremy y yo sólo entrevisté a tres mujeres. No quería que fuera una película de cabezas parlantes, sabía que Jeremy hacía este viaje a Cannes cada año durante décadas y pensé que podría hacer un film íntimo con cámaras en el coche, nada de planos exteriores del coche y de los paisajes, que sería algo convencional. Éramos sólo Jeremy y yo con tres cámaras sin otra fuente ni persona para generar más intimidad. Además, cuando están en viaje de carretera te sientes libre y realmente escuchas. Jeremy es bastante honesto en esta peli y creo que tiene que ver con este viaje por carretera. Piensa en lo que pasaba con Don Quijote y Sancho Panza en su salvaje viaje, aunque en este caso yo no sé cual de los dos sería (bromea entre risas).
--¿Cree que usted que ha estudiado tanto la historia del cine, sus adalides, se ha impregnado de algo de todos ellos a la hora de hacer sus propias películas y en su acercamiento a las personas?
--Yo intento que cada film sea diferente, no hago sólo películas de cine, también del fascismo y otras materias. Cada uno tiene una forma distinta en lo posible. Quiero que sean pasionales, todos son una carta de amor al cine, cada uno con su forma y lo más poéticos posibles.
--Tal vez por eso coinciden tanto con Jeremy.
--Sí, Él es tan atrevido, es un lobo como productor, no podía hacer algo convencional, tenía que ser inusual.
--En este sentido, ¿cree que la gente tiene una idea equivocada de los productores, que tienen mucha mala fama?
--Sí que piensan en dinero y contratos. Como en todo, tenemos estereotipos y en estos tiempos modernos pensamos en productores como Harvey Weinstein. Pero hay bastantes productores apasionados por lo que hacen, al menos empiezan apasionados. El problema es que exprimen esta pasión y se olvidan de por qué empezaron en esto, sobre todo cuando cometen errores. La industria del cine tiene muchos fallos, y si tienes muchos puedes volverte cínico. Jeremy Thomas no lo es, mantiene ese idealismo que todavía lo mueve.
--¿Y el público ahora también está perdiendo esa pasión por el cine? ¿Cree que las plataformas, además de hacer que la gente vaya menos al cine, provoca que se pierda ese interés?
--Es precioso ver una película en casa por Netflix, Amazon o en la plataforma que sea, pero no es lo mismo que verlos en una sala, porque con los primeros tú tienes el control y puedes pausar la peli en cualquier momento. Los seres humanos queremos algo más grande, más desafiante, más sublime. Queremos disfrutar de una pizza y tener el control cuando vemos un film, sí, pero también queremos algo épico, algo bigger than life. El cine permite eso. Lo ves en el Bcn Film Fest, que la gente disfruta con el cine.
--En este sentido, ¿cree que el cine tiene futuro?
--El cine está más vivo que nunca, está en su infancia. Tiene apenas 130 años y si lo comparamos con otras formas artísticas es muy joven y seguirá creciendo.