El dramaturgo Pablo Messiez / JC

El dramaturgo Pablo Messiez / JC

Creación

Pablo Messiez, sobre la gestión cultural en pandemia: "Hay una sensación de abandono"

El dramaturgo y director teatral argentino regresa a Barcelona con ‘Las canciones’, una versión muy libre de las ‘Tres hermanas’ de Chéjov

19 abril, 2021 00:00

Pablo Messiez (Buenos Aires, 1974) se estrenó en los escenarios catalanes con El temps que estiguem junts (2017), una obra que escribió sin saber el idioma gracias a la colaboración de Marc Artigau y, sobre todo, a la confianza que depositó en él Lluís Pasqual. Ahora regresa al Lliure de Montjuïc con Las canciones, una versión muy personal y sensorial de las Tres hermanas de Antón Chéjov y otras obras del autor.

El dramaturgo y director teatral empezó en el teatro como actor en su Argentina natal. Allí tuvo su primer contacto con la citada obra rusa y gracias a Un hombre que se ahoga, la adaptación que hizo Daniel Veronese pudo recorrer el mundo. Ahora, él hace su propia revisión después de que otra casualidad de la vida le hiciera aterrizar en España.

Amor y teatro

Llegó a Barcelona por amor, pero este se acabó a los dos meses. Sacó fuerzas para que este viaje no fuera en vano y tras varios castings en los que no se sintió cómodo por tener que ocultar su acento argentino, decidió tirar por la dirección y la dramaturgia. Ahora, es todo un referente en la escena del país.

Con una apuesta muy decidida hacia lo experimental que se aleje del texto para jugar con el espacio, el autor reflexiona en esta entrevista con Crónica Global sobre la potencialidad del teatro y las distintas maneras de construir un discurso, incluso político.

--Pregunta: ¿Cómo llegó a Las canciones?

--Respuesta: Era una cosa que quería hacer con mi compañía con la que llevo años trabajando. Un ejercicio que hacíamos Todo el tiempo del mundo era poner canciones y prestar atención a la escucha. Me interesaba saber qué sucede expresivamente a los cuerpos cuando dedicas una atención expresa a la escucha. Hay algo que se abre y una actitud muy dinámica, sobre todo si no se conoce la música. Eso y mis ganas de hacer algo con las Tres hermanas se juntaron. Al final de la obra de Chéjov, Olga escucha a la banda y reflexiona al respecto, con una idea de la música que guarda algún misterio y respuesta sobre el sentido de la vida. Entonces, mezclamos las dos cosas con otros personajes de Chéjov y con la intención de hacer una obra donde la acción de escuchar estuviera muy presente.

--Es algo sensorial, entonces.

--El público se anima a participar. Yo no quería incitarles a hacerlo, sino quería que surgiera de ellos. Ir al teatro debería ser una experiencia que implique todo el cuerpo. Nada en el dispositivo teatral ni el edificio lo impide y no quería que nada impidiera que el público se anime a bailar. En los conciertos sucede, es un dar y recibir constante. En el teatro de Occidente se ha ido generando una idea de un espectador muy pasivo que se sienta a ver una obra ya terminada. Pero entiendo que la obra no tiene que estar terminada se completa con la experiencia del público.

--En definitiva, que abandonó la obra en sí.

--Fue un pretexto para empezar a trabajar. Es la obra que está más presente porque está la estructura de Tres Hermanas. Como mucho hay cinco frases de Chéjov, pero sí hay situaciones.

--¿Qué relación tiene con Chéjov y con Tres Hermanas? Usted la interpretó con Veronese al inicio de tu carrera como actor.

--Chéjov es un autor que me encanta. La primera obra que vi fue un montaje de Tres Hermanas de la que tengo recuerdos de la sensación e imágenes. y la versión de Veronese fue una de las obras donde más feliz fui y que me permitió viajar a Japón, Nueva York y venir a España y luego quedarme. Se puede decir que es una obra que me cambió la vida.

--¿Cómo fue ese paso de actor y director?

--Es curioso porque quedarme a vivir aquí y pasar a ser director no son cosas que yo supiera que quería. A veces uno se cuenta unas cosas y la vida te va contando otra y te vas enterando. Yo en Argentina estaba supercontento. La relación de Buenos Aires con el teatro es muy intensa y estaba bien. Sólo dirigí una cosa allí y al venir acá hice alguna prueba como actor, pero me sentía muy falso hablando con acento y probé con la dirección. Yo ahora disfruto mucho de dirigir y no sabía que quería hacerlo. Pero si sale alguna cosa de actor tampoco me cierro y he hecho algunas cosas aquí.

--¿Qué le atrajo de la dirección?

Entender a la gente. Intentar entender cómo entendernos. La dirección tiene que ver con comprender como entenderse. Cada uno necesitamos y vemos las cosas distintas. Hemos de entendernos y provocar un encuentro real. En teatro, al final, lo que haces todo el tiempo es entrenar la compañía y la convivencia. Armas grupos de trabajo cuyo material a trabajar es la vida de esa gente, por lo que si no hay entendimiento… hay que entrenar eso, la atención, el cuidado de las palabras. Por eso me gusta formar un grupo que pueda sostener un gesto a través del tiempo. En teatro, la cuestión de la compañía es un capital muy importante.

--¿Cree que se apuesta demasiado por el texto y no tanto por lo experimental?

--En Occidente, el texto tiende a ganar como organizador del teatro. El texto termina en el primer plano. A veces uno ve obras en que no hay ninguna reflexión sobre el espacio, y sin espacio no hay teatro. Pero por suerte hay excepciones.

--¿Su voluntad es dejar más de lado el texto, entonces?

--Me interesa saber qué puede suceder en el teatro que sólo pueda pasar en un teatro. El texto es un material del teatro, como del cine o la televisión, y me gusta que sean buenos, pero si lo llevo al teatro tengo que ponerlo en relación con el espacio. En Occidente parece que el texto sea la materia prima del teatro y eso es un punto de vista que genera un tipo de teatro. El equivalente de la SGAE en Argentina dice “sin autor no hay obra”, yo les diría “sin espacio no hay obra”. Puede haber un texto, pero si no hay espacio, ¿dónde está? Si está en papel, es literatura, que está bien. Pero para que el teatro tenga un impacto en los sentidos, en el sistema nervioso tiene que explotar todo aquello que lo mantiene vivo. Con el confinamiento vimos que entretenimiento podemos recibir de cualquier medio, pero encuentro no, era el teatro o la Iglesia. El corazón del teatro está en la necesidad de tener cerca a otra gente. Por eso intento que lo que tiene que ver con la circulación de lo que pasa en el encuentro se materia a la que prestarle atención cuando se hace la obra.

--¿El teatro político-social va en contra de la experimentación sensorial?

--Creo que el teatro más político es el que se hace cargo de la reunión en el espacio, no aquel que diga cosas de carácter político en sus textos. El teatro sucede en el encuentro. Si hay una bajada de línea en favor de la política en el texto, pero no hay nada que problematice la situación de estar juntos en el espacio ahí no hay política.

--Y ahora que se hace teatro grabado, ¿cómo lo ve?

--Por un lado, está el teatro grabado como registro que es interesante como testimonio de los montajes que se hicieron, pero no tuve la experiencia de esa obra. Luego está el streaming, que tiene que ver con el teatro y la televisión en vivo. Pero es otra cosa, no es teatro. Si eso sigue, que supongo que sí, se quedará sólo con el nombre de streaming porque de teatro no tiene nada. Yo lo he hecho y en el streaming el tempo es otro porque manda el director de cámara y hay una alerta distinta.

--Las canciones supone su regreso al Lliure donde estrenaste una obra en catalán. ¿Cómo vives este reencuentro?

--Es la primera vez que voy con una producción mía de Madrid a Barcelona. Estuve en en Lliure con El temps que estiguem junts, que lo disfruté muchísimo. Lluís Pasqual me dio total libertad y fue una experiencia muy estimulante. Tomar distancia viene bien. Y al hacer una obra en un lugar donde no saben nada de ti te liberan de prejuicios y fue una experiencia muy estimulante.

--¿Por qué fue en catalán?

--Por la cuestión de las cuotas. Pero fue estimulante. Yo lo escribía en castellano y se lo pasaba a Marc Artigau que me devolvía el texto al día siguiente para ver cómo sonaba. Y me sirvió para conocer el catalán que ahora me encanta.

--Ha mencionado de Lluís Pascual, ¿cómo fue trabajar con él?

--Maravilloso. Para mí, que me inviten a hacer el montaje que yo crea con unos actores fantásticos en un espacio fue…

--¿Cómo vivió la polémica surgida en torno a él?

--Yo también trabajé con Andrea [Ros] y fue de maravilla. Creo que todo es más complejo de lo que sale en redes. Lo que sale en redes formatea nuestro modo de ver el mundo y eso es muy peligroso. Cuando podamos entender que no todo es sí o no y que nada se puede reducir y hacernos cargo de la complejidad de la vida es mucho más interesante que la voluntad de juzgarlo todo.

Cartel de 'Las canciones' de Pablo Messiez

Cartel de 'Las canciones' de Pablo Messiez

--Además, de con Las canciones, vuelves en verano a Barcelona, dentro del Festival Grec con Silvia Pérez Cruz tras posponerse.

--Es un concierto, yo sólo hago la dirección de la dramaturgia. Es una idea de ella de juntar gente que se dedican a otras disciplinas artísticas para que den su mirada de sus canciones.

--¿Qué otros proyectos tiene?

--En noviembre estreno una obra con actores y bailarines por eso de mi interés en poner en tensión el texto y que el cuerpo ocupe un lugar importante. Y en el 2022, con la compañía, empezaremos otra obra y los ensayos, que empiezan a final de abril, están abiertos.

--O sea que, pese a la pandemia, aún hay proyectos por hacer. ¿Cómo le afectó a usted confinamiento? ¿Lo inspiró?

--Lo inauguré con mi cumpleaños y con Covid. Lo pasé fatal, primero a nivel físico con una fatiga increíble posterior. En el teatro se iban cancelando cosas y tuve que pensar qué podía hacer para vivir. Retomé un contacto distinto con la lectura, di clases de dramaturgia online. Salió Escenario cero que era reimaginar montajes ya hechos en formato televisivo para HBO e hicimos Todo el tiempo del mundo con Carlos Marqués-Marcet. Eso fue lo mejor. Era una cosa superintensante. Y allí todo empezó a cambiar. Poco a poco se recuperaron las cancelaciones. Y ahora, hay que ver qué pasa con el fantasma de la cuarta ola.

--O sea que algo le interesa lo grabado, ¿tienes proyectos para cine o televisión?

--Tengo un proyecto de un corto a partir de una obra de teatro y me interesa, me interesa mucho.

--¿Qué le atrae?

--Siempre me atrajo el cine, soy muy cinéfilo. Pero estudiar cine por aquel entonces era muy caro. Me da pereza la magnitud y que haya mucha gente opinando y no puedes trabajar con libertad.

--¿Por las críticas?

--No, no tanto. Por los productores. “Este que pone dinero quiere…, tal otro que cree que por su target esto…”. Luego salen las cosas que molan porque son distintas. Pero para hacer algo distinto hay que buscarse la vida en unos medios que yo igual no conozco.

Actores de 'Las canciones'

Actores de 'Las canciones'

--¿Cómo ve la gestión de la pandemia a nivel cultural?

--Es una sensación de abandono. La figura del ministro de Cultura fue un poco ausente.

--¿Y en Madrid, que es un caso excepcional y donde vive?

--Hay mucha hipocresía. Ayuso dice que la gente viene a ver a los museos, pero yo voy mucho y no hay nadie en los museos. Me parece que hay un desprecio por la cultura. Hay una idea de hacer cultura pour la galerie. Andrea Levy cogió al cargo y dijo que le prestaría atención a los musicales. No sé, el panorama ahora es un poco triste. Que Mateo Feijóo no pudiera terminar su proyecto en Matadero es triste. El gran problema es creerse mejor en vez de creerse distinto. Esa necesidad de “matar” al otro para poner tu propia firma.