De Poblenou a Los Ángeles: Canadá, la productora que hizo grande a Rosalía
La empresa del barrio barcelonés logra penetrar en el mercado audiovisual internacional gracias al formato del videoclip y al efecto de la viralidad en las redes sociales
25 marzo, 2021 00:00El contexto nunca ha sido un obstáculo para Canadá, la productora audiovisual con sede en Barcelona. La prueba es que, en este último año, a pesar del parón provocado por la pandemia del Covid, esta empresa cultural ha abierto en Los Ángeles una nueva sede, tras la inaugurada en Londres años antes. “Nos hacía mucha ilusión poder ofrecer nuestro trabajo en una ciudad como LA”, comentaba esta semana Alba Barneda, productora jefa de la compañía. “Estados Unidos es un país al que siempre nos hemos sentido muy cercanos”, explicaba Barneda durante el diálogo que mantuvo con Óscar Romagosa, director y productor ejecutivo en el Barcelona Startup Congress, celebrado vía streaming y concluido ayer en la Ciudad Condal.
A pesar de que la situación no ofrecía grandes posibilidades, tras los meses de confinamiento, Canadá volvió a rodar y lo ha hecho de forma continuada hasta el momento, estrenando, entre otras producciones, el videoclip Maldito de The Parrots y C. Tangana o Scolpire nel tempo, un anuncio para la empresa automovilística Maserati. La productora barcelonesa nació en 2008, en plena crisis. Mientras muchos profesionales abandonaban el país en busca de oportunidades laborales en el extranjero, dos directores, Nicolás Méndez y Lope Serrano, creaban Canadá, que, como recordaba Romagosa, nació bajo la forma de un colectivo de directores con una estética muy definida que se resume en su nombre.
Canadá remite a un país en el que confluyen dos culturas, la norteamericana y la francesa, muy influyentes a nivel estético, pues --argumenta Romagosa--, por un lado, está la Nouvelle Vague y, por el otro, el cine estadounidense de creadores como Wes Anderson. “Canadá es un país con una naturaleza muy poderosa, tiene algo de utópico y nos parecía que representaba muy bien esa idea de paraíso que nosotros queríamos que fuera nuestra empresa”. Estas ideas fundacionales han perdurado tras más de una década de trayectoria. Canadá dejó pronto de ser una pequeña asociación de directores para convertirse en una productora llamada a tener una repercusión mucho más allá del barrio del Poblenou de Barcelona, donde comenzaron y siguen teniendo su sede.
Al proyecto de Méndez y Serrano se unieron casi de inmediato Romagosa y Barneda en tanto que productores y, poco tiempo después, Canadá comenzó a colaborar con distintos directores más allá de sus dos fundadores iniciales, pero conservando ese espíritu libre e independiente y una estética singular con la que se han dado a conocer. Sus trabajos se han traducido en importantes éxitos nacionales e internacionales. Así lo reconoció en 2016 el jurado de los Premios Gràffica: “Molan porque de tan frikis que son (algunos de) sus vídeos, consiguen llevarte a sitios donde nunca antes has estado. Beben de una vasta cultura cinematográfica y visual, pero aportando su propio sello”.
Estética cañí, humor, guiños al cine español de los ochenta, referencias a la cultura de masas, erotismo… Estos son algunos de los elementos con los que Canadá ha construido su propio sello cultural, que en 2010 logró que el video Bombay, realizado para El Guincho, músico canario afincado en Barcelona, se convirtiera en un fenómeno social. Rodado con poco presupuesto, casi entre amigos, aquel videoclip erotómano no solo se convirtió en uno de los clips más vistos en plataformas como Vimeo, sino que se viralizó hasta tal punto que puso a sus creadores en el mapa. Fue cuestión de tiempo que artistas internacionales como The Phoenix, The Vaccines o Scissors Sisters, para quienes rodaron el irreverente y controvertido clip Invisible light, y marcas como Huawei, Zara, Nike, Ikea o Coca-Cola se interesaran por la joven productora.
Si la viralización de aquel videoclip rodado en Barcelona consiguió que artistas internacionales se interesaran por su propuesta estética, su trabajo construyendo historias y poniendo imágenes a canciones les permitió dar el salto a la publicidad. Defensores del videoclip como formato y como expresión de la cultura de masas: “Rodar videoclips te permite, en muchas ocasiones, crear piezas que entran a formar parte del imaginario popular. Y es emocionante ver cómo estas piezas permanecen vivas durante mucho tiempo”, cuenta Romagosa.
En el equipo de producción piensan que este formato audiovisual les permite una libertad creativa mucho mayor a aquella que pueden tener haciendo publicidad convencional, donde siempre hay un cliente al que deben satisfacer. “El videoclip, al darnos mucha más libertad a la hora de crear, nos permite a los productores conocer la esencia de los directores con los que trabajamos”. Este género ha sido para Canadá la mejor manera de ir consiguiendo proyectos: “Los videoclips pueden convertirse en referencias estéticas y creativas interesantes y hacer que otros clientes o marcas se interesen por el universo que creamos”. Canadá, trabajando dentro del mundo de la publicidad, se ha mantenido fiel a esta estética. Cada una de las campañas y clientes que han conseguido han ido acercándose a las virtudes de este formato. Un ejemplo es el anuncio Why not? rodado en 2016 para Easy Jet, cuyo planteamiento dialoga directamente con el clip The less I know better que Romagosa y Barneda produjeron un año antes para el grupo australiano Tame Impala.
La interrelación entre estos dos géneros, el videoclip y el anuncio publicitario, ha sido, por tanto, una constante a lo largo de toda su trayectoria desde el punto de vista creativo y comercial. La confluencia entre ambos lenguajes ha contribuido a su expansión empresarial hacia nuevos mercados al tiempo que les permitía llegar a audiencias mayores. “Lo que sucedió con El Guincho y con el videoclip Malamente de Rosalía”, asegura Romagosa, es que “para que un vídeo funcione, tienes que sentir la música; sintiéndola es posible hacer que una cosa muy loca acabe conectando con un público internacional”.
Hoy en día, nadie puede decir que no conoce a Rosalía y que, aunque sea sin querer, no ha escuchado o tarareado la canción Malamente. Son también pocos los que no se ha detenido frente a una pantalla --del televisor, del ordenador o del móvil-- para ver ese formato audiovisual, rodado en una autopista y protagonizado por camioneros reales haciendo con sus enormes vehículos la coreografía con evidentes guiños al Bigas Luna de Jamón, Jamón. Malamente reúne las influencias estéticas de Canadá y ha sido la manera en la que han ido desde lo local --las referencias, el escenario, la artista-- hacia lo global. “Think globally, act locally”, dicta el lema que, procedente del activismo ecologista, los miembros de Canadá han hecho suyo.