Lo ha cumplido. El escritor y abogado Josep Maria Loperena ya ha presentado una querella contra Pilar Rahola por “plagio parcial” con su novela L’espia del Ritz (Columna), al no haber visto “ningún gesto” de la activista independentista y escritora. Loperena reclamaba una rectificación de Rahola que no ha llegado en ningún momento, según señala en conversación con Crónica Global. En lugar de eso, además, se encontró con una querella suya por “injurias”, lo que no ha dejado otra vía a Loperena, autor de L’espia del violí (Efadós).
La querella de Rahola por injurias implicaba, de forma previa, un acto de conciliación. Pero, al no haber mediado la rectificación de la activista por ninguna parte, como esperaba Loperena, y antes de que siga adelante ese proceso, el escritor y abogado ha presentado su querella por “plagio parcial”, que es la que ahora seguirá su curso. En el caso de que ésta fuera beneficiosa para Rahola, entonces podría presentar ella la querella contra Loperena por injurias. Pero no ahora. Es decir, según Loperena, “ahora sólo hay una querella, que es la mía”.
¿Polémica absurda?
¿Por qué se ha llegado a ese extremo? Loperena lo explica: “Yo no quería nada, ni pretendía una querella ni un proceso judicial, sólo la constatación, a través de una rectificación, de que Rahola había aprovechado mi novela para la redacción de la suya. Rahola no ha querido rectificar y, por tanto, ahora tiene una querella por plagio”.
Rahola consideró que no tenía por qué hacerlo, al ver una polémica “absurda”, avalada por un primer reportaje aparecido en la revista Sàpiens en la que se daba cuenta del personaje central que aparece en las dos novelas, el músico Bernard Hilda. Loperena ha hecho extensiva esa querella al autor de ese reportaje, el periodista Jordi Finestres.
Espía en Barcelona
Según Loperena, la activista y escritora Pilar Rahola se ha apropiado del personaje de Hilda, un músico violinista que trabajó en el Hotel Ritz de Barcelona, justo después de la Guerra Civil, en los años 40. Loperena lo presentó en la novela como un espía, una licencia que se permitió para la ficción, mientras que para Rahola es un espía real, a partir de las fuentes que asegura haber consultado, entre ellas ese reportaje de Sàpiens.
Esa cuestión es clave y se constata en la querella. El escritor y abogado sostiene que lo único cierto en su novela, que es una ficción, es que Hilda era un judío perseguido en Francia que huyó del país y acabó en Barcelona gracias a la ayuda de miembros de la resistencia francesa.
Invención literaria
En el texto se señala con claridad: (…) “Pero lo que hizo sospechar al querellante de la existencia de un posible plagio parcial de su idea y de parte del argumento de su novela fue el hecho de que Rahola en el El espia del Ritz afirmara que Hilda era un espía, hecho históricamente falso, puesto que esta actividad que atribuye a Bernard Hilda, el crooner, vocalista y director de la orquesta de La Parrilla del Ritz fue fruto, exclusivamente, de la invención del querellante. Como documento número 7 se acompaña copia fotográfica de las portadas de los dos libros cuyos originales se aportarán al Juzgado, a quien corresponda la instrucción, una vez repartida esta querella”.
Y se añade: “La coincidencia del argumento y condición de espía del personaje principal en las dos novelas, podía ser fruto de un casual. Pero Bernard Hilda nunca fue un espía ni de la MI6 británico, ni de los rusos, como hábilmente cambió Rahola para encubrir su conducta (sustituyó al MI6 británico por el servicio de espionaje ruso), ni de otro servicio de información aliado. Hilda en el mundo real, nunca actuó como se describe en La parrilla del Ritz, ni realizó misión alguna por cuenta de los soviéticos ni mucho menos con el MI6 como fabula el querellante. Esta coincidencia de la novela de la querellada Rahola con la suya le produjo recelo y desconfianza dada que, su condición de agente del MI6 fue una invención literaria de mí comitente totalmente lícita en una obra de ficción”.
La responsabilidad de Columna
En la querella, los abogados de Loperena insisten en que otra cuestión esencial es que la novela la escribió hace diez años por encargo de la editorial Columna, aunque no se publicó. El escritor y abogado, sin embargo, la constató en el registro de propiedad y la publicó este año, justo cuando Columna, la misma editorial, ha publicado la novela de Rahola con el mismo protagonista y en el mismo contexto histórico en la Barcelona de la posguerra.
La querella llevará ahora a una investigación sumarial, que obligará a todas las partes a señalar qué ha podido pasar en la redacción de las dos novelas, y supone un desgaste importante para la imagen de Rahola que, insiste Loperena, él nunca ha pretendido. No obstante, esa rectificación pública que reclamaba “nunca llegó”.