Luisgé Martín, el retratista de las almas perturbadas
La obra literaria del ganador del Premio Herralde de Novela investiga cómo las pulsiones pasionales, especialmente las de índole sexual, condicionan nuestra existencia
3 noviembre, 2020 00:00“Desde el inicio, en literatura siempre he sido perverso”, comentaba ayer por la mañana Luisgé Martín (Madrid, 1962) antes de recoger el Premio Herralde de Novela. Martín es un autor de la casa: empezó su carrera en Alfaguara, pero se ha consolidado de la mano de la editorial de Barcelona, donde ha publicado sus mejores trabajos. Entre ellos destaca El amor del revés, una novela de formación de carácter autobiográfico sobre el descubrimiento del deseo y la asunción de la homosexualidad, situada en el Madrid de los años ochenta.
Apenas dos años después de aquel título, Martín se alza con el galardón que, en 1983, ganaba por vez primera Álvaro Pombo. “Cuando estudiaba, pasaba mucho tiempo en el Ateneo. Iba a la sala de prensa a leer periódicos, y recuerdo leer la noticia de que Pombo había conseguido el Herralde. Soñé que un día u otro yo también lo ganaría”, rememoraba el escritor. Lo ha conseguido con Cien noches, una novela que dialoga con El amor del revés, pero también con Los amores confiados, publicada en Alfaguara en 2005, y con La mujer de sombra (2012), la primera de sus obras en Anagrama.
Se podría decir que estos dos títulos, sobre todo Los amores confiados, representan las primeras indagaciones casi de carácter antropológico en temas como el deseo, la posesión amorosa, el sexo y los celos. Cabe subrayar el adjetivo antropológico, puesto que si algo define la literatura de Martín es su indagación en el comportamiento humano cuando, por represión o miedo, castigamos en lugar de aceptar aquellas pulsiones que nos definen como individuos. “Resistirse a la infidelidad o al adulterio es como resistirse a no terminar un libro que nos desagrada. Hay muchos libros por leer y muy poco tiempo que malgastar”, explica el escritor, que hace hincapié en uno de los aspectos clave de su narrativa: la penetración en los laberintos más oscuros, más temibles y terribles del ser humano.
Ninguno de nosotros está a salvo, parece decirnos Martín; todos somos susceptibles de quedar cegados por los celos como lo están los personajes de Los amores confiados y todos podemos ser atrapados en una obsesión perversa como la que siente Eusebio hacia Julia, la amante con la que su amigo Guillermo practicaba el sadomasoquismo y que, a él, le trata con una delicadeza que no desea.
A través de su obra, Martín nos recuerda que la sexualidad, en toda su complejidad y en toda su perversión, define al ser humano y es la expresión de sus contradicciones y de sus lados más oscuros. En la obra del ganador del Premio Herralde el sexo significa tanto goce como dolor. Es precisamente por esta constatación de la sexualidad como una expresión del comportamiento del individuo que la protagonista de Cien noches convierte sus relaciones sexuales en un estudio de campo en torno a la fidelidad, objeto de interés por parte de Martín desde que leyó una encuesta que, a pesar de la poca fiabilidad de los datos por la falta de sinceridad, sostenía que el 55% de los hombres y el 46% de las mujeres reconocían haber sido infieles.
La pregunta que se plantea el escritor, siguiendo con sus investigaciones precedentes, cuáles son límites que el deseo frente a la fidelidad y cómo ser fiel implica la renuncia a una pulsión irrefrenable. Volvemos a encontrar así, como señalaba ayer Juan Pablo Villalobos, miembro del jurado, “al moralista perverso y al antropólogo social” que observa desde lejos, y sin ser visto, los comportamientos de quienes le rodean para preguntarse por sus motivos y analizar las lógicas subyacentes.
La literatura de Luisgé Martín es compleja, pero no complicada. Lo importante en sus libros no es tanto la trama como la naturaleza de los personajes. Confiesa que le gusta ser un escritor “dieciochesco”, y lo es en la medida en que, como lo fueron Dickens o Balzac, es un retratista del alma humana y un narrador de su tiempo. Observa y estudia; tras cada una de sus novelas, y Cien noches no es una excepción, se esconden muchas lecturas y un trabajo de campo basado en las experiencias de los demás. En la novela que ha sido galardonada, conviven cinco relatos escritos por cinco autores distintos --Edurne Portela, Manuel Vilas, Lara Moreno, Sergio del Molino y José Ovejero-- que, desde perspectivas distintas, abordan la cuestión de la infidelidad.
Luisgé Martín / JOHANNA MARGHELLA (ANAGRAMA)
La incorporación de estos textos no solo subraya el carácter detectivesco de Martín, sino que, como él mismo reconoce, es una manera de reivindicar la promiscuidad literaria, puesto que sólo rompiendo con la fidelidad impuesta es posible abrir y explorar nuevos caminos dentro de la escritura. Marta Sanz, miembro también del jurado, definió hace algunos años su literatura como valiente e incómoda. Cien noches probablemente incomodará al lector al enfrentarlo a sus miedos y tabús, ya que cuestiona la moral sobre la que se construye esa falsa estabilidad sobre la que asentamos nuestra vida y que es también la causa de muchas perturbaciones. Luisgé Martín construye personajes que, como Irene, la protagonista de Cien noches, buscan la paz y equilibro, pero deben lidiar con lo oculto, sacar a la luz experiencias reprimidas y mostrar su lado oscuro. Decía John Steinbeck que no solemos mirar lo que está próximo de nosotros. Luisgé Martín lo hace, aunque nos sacuda con sus libros.