Bodega Adernats y el cava Pur Gran Reserva / CG

Bodega Adernats y el cava Pur Gran Reserva / CG

Creación

Pur, el Cava 'crujiente' de Nulles, una historia modernista

El proyecto de la Vinícola de Nulles ofrece el cava Pur, una unión de Xarel·lo y Macabeo en proporciones similares, a escasos 15 kilómetros de las playas de Tarragona

5 julio, 2020 00:00

En los alrededores de Valls, en el interior de Tarragona, y asomándose a una de las mirandas más amplias del valle del río Francolí, está la Granja de Doldellops. La historia de esta finca nos traslada hasta 1155 y la creación de masías de labranza y reposo para monjes del incipiente Monasterio de Poblet. Esa zona templada del Campo de Tarragona, fértil y apacible, tuvo peso y función desde las primeras horas de la repoblación de esas tierras de la Cataluña "nova".

Hoy sigue en manos de la familia Martinell, porque el que fuera arquitecto del vino la compró en 1930 reconociendo y revitalizando su valor, y mostrando el camino del encaje de la historia y la geografía para descubrir felicidades eternas. En este sentido Martinell proyectaba ideas horacianas muy bellas.

César Martinell i Brunet fue un arquitecto nacido en Valls en 1888 y construido en el ambiente socio-cultural del cambio de siglo. Bebió profusamente de la escuela modernista de Gaudí y Domènech i Montaner y se implicó en el movimiento novecentista que irradió desde el pensamiento hasta las más recónditas facetas de la sociedad y la economía. Igual que su paisano Jaume Mercadé, que pintó la sierra pre-litoral y dejó constancia de su carácter en los detalles mironianos del olivo, la viña y el algarrobo, Martinell inscribió su obra en y para el desarrollo de la industria del vino, importante entonces como ahora para el desarrollo de los territorios, el asentamiento de la población y el diseño de un paisaje ancestral humanizado.

Impulso político y de las finanzas

El apellido de Martinell está unido a la locución Catedrales del Vino porque entre 1917 y 1923 proyectó más de 40 edificios para la producción de vino, la mayoría de los cuales en la provincia de Tarragona. Recién titulado y estrechamente vinculado a su ciudad natal, se convirtió de repente en el brazo técnico del Banco de Valls, una de las muchas entidades financieras locales desde la que se financió la construcción de infrastructuras de la industria agroalimentaria que la Mancomunitat de Cataluña impulsó para hacer frente a los desajustes que se produjeron tras la Primera Guerra Mudial. La organización del campo se tradujo en aquel momento en un impulso del movimiento cooperativo y las expectativas del sector para con la exportación obligaban a la redimensión de los actores y a su modernización.

El impulso político y de las finanzas fue decisivo, fundamentalmente porque la construcción de tan singulares edificios se produjo en unos pocos meses. La memoria de cada una de esas empresas converge en este punto: "cuando terminamos la campaña (la vendimia) de 1918 acordamos la construcción de la nueva bodega, que se usó ya en la siguiente de 1919". Martinell siguió los trabajos a pie de obra y se conocen muchísimas anécdotas de su talante y del gusto por la relación con los campesinos, porque aunque procedente de una familia de la llamada burgesía rural y con el peso social de la carrera y del academicismo, Martinell está unido a sus orígenes y los cultiva y profundiza.

Atractivo enoturístico

Se cuenta, por ejemplo, que en la mesa con los agricultores, que a menudo actuaban como albañiles de sus propias bodegas, Martinell aceptaba de buen grado compartir los vinos que allí se le ofrecían, aunque prohibía que se le sirviese al chófer, de quien dependía para esos años ajetreados que le llevaron de Roquefort de Queralt en la Conca de Barberà hasta Gandesa, Bot o Pinell de Brai en la Terra Alta, pasando por Falset o Cornudella en el Priorat, y hasta el Penedès, en Moja, por ejemplo. Y siempre con parada en su comarca natal, porque son de Martinell las bodegas de Vilarrodona, Aiguamúrcia y Santes Creus, pero también y singularmente la de Nulles.

El edificio de la Vinícola de Nulles, que cumple 100 vendimias completas, es de tamaño relativo pero reúne prácticamente todos los conceptos que Martinell introdujo en esta disciplina, desde las técnicas de refrigeración de los depósitos de fermentación y almacenaje hasta los elementos estéticos de la fachada que hoy significan un elemento de atractivo enoturístico muy importante. En general, la necesidad industrial introdujo el reto de la velocidad a esas obras, y el arquitecto respondió con proyectos que permitieron albergar grandes cantidades de mostos, que pudieran ser construidos rápidamente, con materiales ligeros, asequibles y de proximidad, que tuvieran un coste de adquisición y manipulación reducido, y que incluyeran mejoras y simplificaciones de los procesos industriales.

Interior de la bodega Adernats en Nulles

Interior de la bodega Adernats en Nulles

Alguien dijo que los grandes retos obligan a síntesis que, casualmente, adquieren estéticas singulares y (quien sabe) clásicas. Con una nave doble de depósitos cilíndricos de cemento levantados del suelo para la optimización de la higinene y los puentes aéreos de comunicación y gestión introducía novedades tecnológicas que respondían al reto industrial y político. Asimismo, los depósitos subterráneos de fermentación estaban pensados con sendas galerías de ventilación; y lo que resulta más aparente y singular es el uso de los arcos parabólicos asociados a Gaudí y construidos con ladrillo del tipo árabe con los cuales consiguió esas naves enormes de gran ligereza que, contestando al requerimiento técnico y económico, se convirtieron en esa singularidad que nos llevó a llamarlas "catedrales".

Y hay que insistir, porque la de Nulles es especialmente iconográfica y la llegada de visitantes se ha convertido en constante peregrinación, principalmente desde que a las puertas de las conmemoraciones que se han ido sucediendo, la dirección de la bodega encauzó esta línea de negocio con visitas comentadas que combinan lo vínico con lo cultural. Era una responsabilidad ineludible.

Nulles es una pequeña población del Alt Camp de poco más de 400 habitantes. Sus campos, mayoritariamente incardinados en la cuenca fluvial y amplia del río Francolí, están repletos de viñedo y la cooperativa local gestiona alrededor de dos millones de kilos de uva que, por exigencias del mercado, se concentran en las variedades de Xarel·lo y Macabeo. En este sentido, y como la mayor parte de las grandes bodegas de la región, el cliente fundamental desde hace muchas décadas es la industria del Cava y esa es la causa de este dominio varietal. Aunque el proyecto de la Vinícola de Nulles incluye en su catálogo exitosas experiencias en la exploración y el desarrollo de vinos de tipicidad local, como en el caso del Xarel·lo rojo, el ADN de Xarel·lo o el Macabeo puro que está a punto de aparecer, uno de los productos en los que excele desde hace ya mucho tiempo es en el cava de larga crianza.

Carácter crujiente y maduro

Y Pur es una de sus mejores expresiones. Es la unión de Xarel·lo y Macabeo en proporciones similares según la cosecha y la optimización de las respectivas maduraciones, previa selección de viñedos viejos que atesoran concentración. Y sólo la concentración y el equilibrio de la planta pueden ofrecer estabilidad y materia orgánica para un envejecimiento del vino que lo lleve a crecer y a una afinación que nos obliga a sonreir, aunque sea para nuestros adentros.

Estamos a escasos 15 kilómetros de las playas de Tarragona, a 200 metros de altitud y con temperaturas medias de 18 grados que, en verano, durante el ciclo vegetativo se sitúan por encima de los 25. La brisa marina diaria proporciona una suave ventilación y relativa frescura a la planta, pero qué duda cabe que la característica (mediterránea) de esos campos tarraconenses es la maduración, primero y potente la del Macabeo, que a principios de septiembre hay que recoger sin falta, y luego la del Xarel·lo, más cítrico y robusto, con un ciclo largo, que alcanza puntualmente los primeros días de octubre. Los vinos que van al Cava de gran consumo se cosechan primero, buscando cuantas más notas de acidez se puedan guardar, porque van destinados a una circunstancia unida al refresco; pero esos vinos con los que se buscará la expresión de la crianza exigen mayor maduración, equilibrio y capacidad de guarda. Si unimos esta mirada climática de sol y maduración con la visión enológica de búsqueda de la excelencia nos encontramos con Pur y su carácter crujiente y maduro, fino y sabroso, lento y degustable pero guardándonos, para la sonrisa interior esa nota de fructosa que nos retrotrae a las infancias felices.

Cava Pur Gran Reserva Adernats

Cava Pur Gran Reserva Adernats

Cava Pur Gran Reserva Adernats

¿Pero cual es la impresión que invade a quien se acerca a una dosis de Pur?¿Hay una fresa silvestre, crujiente, madura y cítrica? Quizá ¿Y agua de peras, y carne de albaricoque, y crujiente de cereza? Quizá ¿y cremosidad? Seguro.

Que el errante amable explore, apunte y descubra sus propios mensajes en ese contenedor topográfico de líquidos patrios al que se reduce todo vino embotellado.

Pensar en Martinell desde Nulles es obligado. Habiendo tomado una botella de Pur nos imaginamos esa visión que tuvo cuando en su madurez quiso reconstruir la Granja de Doldellops para usos de ocio familiar y para compartir sus paisajes. Martinell creyó en la fuerza de su tierra reflejada felizmente en un cava imprescindible.

Vino: Pur Cava Adernats, cosecha 2012

Precio (en tienda): 13 – 14 €

Taula de Vi de Sant BenetSon Oriol Pérez de Tudela, Marc Lecha y Albert Martínez López-Amor e indicaciones de Manuel Rivera