Con La Sombra del viento bajo el brazo, y dispuestos a descubrir Barcelona. Miles de turistas y de vecinos de la ciudad han recorrido sus calles a través de las historias de Carlos Ruiz Zafón, que acaba de fallecer. El propio Ayuntamiento de Barcelona, a través del Institut de Cultura, ha promocionado esos paseos, que suponen para la capital catalana una enorme promoción. Las novelas de Zafón fueron el material de una guía de Barcelona firmada por el periodista Sergi Dòria, con prólogo del también periodista y escritor Sergio Vila-Sanjuán, Guía de la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón (Planeta) que muchos adictos a su literatura seguían a pies juntillas.
Una de las guías que se han comercializado parte de la Rambla de Santa Mònica, justo al final de las Ramblas de Barcelona. Se trata de ambientar, con los emplazamientos reales, lo que sucede en La sombra del viento. Desde la calle Arc del Teatre, tras los pasos del protagonista, Daniel Sempere, se inicia la ruta. Allí sitúa el autor el Cementerio de los Libros Olvidados, y “desgranaban los primeros días del verano de 1945 (…), la Rambla de Santa Mònica en una guirnalda de cobre líquido”.
Cambios de nombre de los comercios
Esa pasión por los libros, el primer libro que “se abre camino hasta su corazón”, provocó que Ruiz Zafón despertara entre muchas personas el amor por la lectura. No en vano, La sombra del viento ha llegado a vender más de 15 millones de ejemplares en todo el mundo, traducido a 36 idiomas.
Otra de las paradas obligadas es la Plaza Real, el emplazamiento donde residía Gustavo Barceló con su sobrina ciega, Clara. Ahora, con la pandemia del Covid, y, a pesar de la desescalada progresiva y la vuelta a la ‘nueva normalidad’ la plaza sigue sin mantener el bullicio que le caracteriza, con las terrazas llenas de turistas.
Y, desde allí, y a través de la calle Ferran, se puede llegar hasta el Call, el viejo barrio judío de Barcelona. La parada está clara: ante la Sombrerería Obach, que tiene otro nombre. En la novela es la Sombrerería Fortuny, regentada por Antoni Fortuny, uno de los personajes esenciales de la novela.
Santa Maria del Mar
Para intuir un objeto de deseo, la estilográfica de la que Daniel se queda maravillado, hay que seguir hasta la calle Baixada de la Llibreteria, en el número 2 donde se encuentra una tienda de piezas de escritorio.
El paseo sigue adelante, hasta la iglesia de Santa María del Mar, otro de los emplazamientos importantes. Muchos de los participantes en esas rutas han conocido Barcelona a través de las páginas de Zafón y han decidido sus viajes a la capital catalana para pisar esos mismos escenarios y lugares.
Aunque para muchos barceloneses esas mismas plazas o calles son muy conocidas, a través de Zafón recobraban un aire distinto, misterioso. Es el caso de Els Quatre Gats, punto de encuentro de escritores y bohemios, que frecuentaban Picasso o Rusiñol.
Y hasta la avenida Tibidabo
No podía faltar el Ateneu Barcelonés, en la calle Canuda, lugar mítico para Daniel; mientras que justo al lado se encuentra la vía sepulcral del siglo II-III que nos recuerda la Barcelona romana.
El propio Zafón defendía también otras rutas, cuando se le pedía desde los medios de comunicación. El New York Times lo hizo, y él consideró que había algunos emplazamientos de la ciudad imprescindibles, como la Sagrada Familia o el Mercado de la Boqueria.
Pero indicaba algunos rincones muy sugerentes, como la calle de los Banys Nous, que causa una curiosa impresión cuando se une a la calle Palla. Su idea era que pasear por esos lugares equivalía a presenciar las distintas épocas de Barcelona, que todavía es capaz de evocar esos recuerdos del pasado. Otros lugares favoritos de Zafón, con la idea de que se pudieran visitar son la avenida Tibidabo, a la altura de uno de los palacetes que aparecen en la novela, y el cementerio de Montjuic, en la parte de los mausoleos del siglo XIX. Y no podía faltar el mercado de la Boquería.