Jordan Peterson no deja indiferente a nadie. Y lo sabe. El profesor universitario que se ha convertido en algo así como una estrella del rock en Canadá y Estados Unidos ha participado en el filme sobre su figura, El auge de Jordan Peterson, dirigida por Patricia Marcoccia, que se acaba de estrenar a través de iTunes en España y Filmin.
El psiquiatra, que ha vendido más de un millón de copias de su libro 12 reglas para vivir, y protagonizó uno de los debates más virales del año pasado junto al filósofo Slavoj Zizek, colabora en este biopic que accede a su día a día, junto a sus familiares en Alberta (Canadá), y a sus clases académicas, en las que se las tiene que ver en más de una ocasión con sus detractores dentro de los sindicatos estudiantiles.
De profesor a ‘youtuber’
Peterson conoció la fama cuando, a través de su canal de Youtube, criticó la Ley C16 aprobada en Canadá para dirigirse con pronombres neutros a las personas transgénero. Era una normativa pensada para proteger a este colectivo y evitar las discriminaciones por razón de sexo, pero Peterson alertó de que podía ser un paso más hacia la “dictadura” de lo políticamente correcto.
El académico ha estudiado a fondo los movimientos autoritarios de inicios del siglo XX y en la película da muestras de su sensibilidad respecto a cómo el camino a la servidumbre es progresivo. A su juicio, sucede por el acatamiento de normas cada vez más contrarias a la libertad individual sin que apenas nadie se percate o se atreva a alzar la voz en contra. Una de las posiciones más vehementes que mantiene Peterson es cómo la corrección política que domina en las universidades anglosajonas es una forma de autoritarismo que sirve a una “agenda política” de izquierdas y que hay que estar atentos para que no acabe ocupando todas las esferas de la vida pública.
Su fijación con los regímenes autoritarios
En el documental también se pueden ver muchos jóvenes universitarios que organizan escraches contra Peterson, al considerar que su discurso es próximo al de la extrema derecha. Estos alumnos ven un hilo de conexión entre su auge y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Peterson, no obstante, siempre se ha desmarcado de los colectivos de la alt-right norteamericana y su razonamiento se centra en la individualidad frente a las masas.
Una de las críticas más fundamentadas contra el académico es que se aprovecha de su condición de profesor universitario para elaborar un discurso que no siempre se sostiene con evidencias científicas, sino más bien en creencias tradicionales muy arraigadas en el imaginario colectivo. En este sentido, uno de los detractores que da su testimonio en el filme es el profesor en Psicología de la Universidad de Toronto Bernard Schiff, que le reprocha que usa el lenguaje que tanto ha criticado de los regímenes autoritarios. Schiff fue uno de sus mayores defensores cuando Peterson llegó como profesor a la Universidad de Toronto, pero ahora asegura que su discurso es “muy peligroso” porque da alas a jóvenes de extrema derecha.
Una personalidad compleja
En las escenas más íntimas del largometraje se puede ver a Peterson con su mujer e hijos en su casa. El psiquiatra explica cómo desde hace muchos años ha sufrido episodios de depresión. En la actualidad, sigue una dieta estricta a base de mucha carne que ha contribuido a forjar su imagen de azote a la izquierda posmoderna y de virilidad. Aunque él asegura que la sigue por razones estrictamente médicas, para superar sus sucesivos episodios depresivos.
El documental es una ventana a la intimidad de un hombre familiar, muy culto y que todo lo que dice es susceptible de generar polémica. Queda la duda de si es lo que buscó desde joven, fruto de su ambición y cierta egolatría, o si se ha encontrado con ello en un momento en el que cada vez más voces cargan contra los excesos de lo políticamente correcto en los campus universitarios.