Tres de las películas que aspiran con más posibilidades a hacerse con los Oscar tienen varias cosas en común. La más llamativa es que contienen un mensaje social.

Green Book explora la desigualdad racial, Roma revela la carga emocional que tienen las trabajadoras domésticas y RBG relata la lucha por los derechos de las mujeres.

Participan Media

Los mensajes de estas películas que aspiran a ganar algún premio de la academia no responden a casualidades, dado que las tres han sido producidas y financiadas por Participant Media, una empresa pionera formada por un grupo de compañías que pretende incidir en la sociedad dejando una huella social a la par que ganar dinero.

Participant Media fue creada en 2004 por el multimillonario expresidente de eBay, Jeff Skoll. Entre sus productos figuran desde el documental sobre el cambio climático de Al Gore Una verdad incómoda y el drama histórico de Steven Spielberg Lincoln hasta Spotlight, una de las películas películas más impactantes sobre los abusos cometidos por sacerdotes católicos en Estados Unidos.

Personas corrientes

Una de las fórmulas de esta empresa consiste en narrar historias de personas normales y corrientes que hacen cosas extraordinarias en sus vidas en las de los demás, pero sin tener grandes protagonismos.

Un buen ejemplo de esa filosofía es Roma, la película en blanco y negro del mexicano Alfonso Cuarón, que fue distribuida por Netflix, gira en torno a Cleo, una empleada doméstica indígena que muestra coraje frente a los desafíos.

greenbook

Competirá en los Oscar en la categoría Mejor Película con Green Book, una cinta de Participant Media lanzada por Universal Pictures que trata sobre un pianista negro que hace una gira de conciertos en 1962 en el segregado sur de Estados Unidos con un chofer blanco.

RBG, que competirá en la categoría Mejor Documental, aborda la historia de la jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, la segunda mujer que llegó a ocupar el cargo en el máximo tribunal del país.

One Community

Scott Budnick, quien renunció a su carrera produciendo comedias como Resacón en Las Vegas para abogar por una reforma al sistema carcelario en Estados Unidos, también trabaja para provocar un cambio a través de películas que tengan un mensaje, pero que además sean comercialmente exitosas.

Su nueva compañía, One Community, apunta a recaudar 10 millones de dólares para una campaña que se extenderá un año en el marco del estreno en enero de 2020 de Just Mercy, un drama biográfico protagonizado por Michael B. Jordan como un abogado que lucha para liberar a un hombre que fue condenado erróneamente por un asesinato.

Un viejo anhelo

Por primera vez en la historia del cine, los anhelos de tantos activistas por hacer del séptimo arte un medio para ir más allá del entretenimiento y el negocio se convierten en realidad. Aunque es evidente que los proyectos aún no alcanzan las grandes inversiones ni las grandes rentabilidades de Hollywood.

Uno de los productores de Just Mercy es Macro, una compañía comprometida con el desarrollo de programas de televisión y películas que muestran una amplia gama de historias sobre personas afroamericanas. Entre sus cintas anteriores están los dramas aclamados por la crítica Fences y Mudbound.

Casi micromecenazgo

Macro fue fundada por el exagente de talentos Charles King y está financiada por organizaciones que apoyan los planes de la compañía, entre ellos la Ford Foundation.

One Community, de Budnick, está financiada por una variedad de inversores, entre ellos Michael Rubin, copropietario de los Philadelphia 76ers de la NBA.

El español llega a Hollywood

Otro elemento común de esta gala de los Oscar es la presencia del español como el idioma de películas muy bien posicionadas para conseguir distinciones fuera del capítulo de “extranjera”.

Roma, que opta a diez estatuillas, está rodada en español --es la primera vez en la historia que ocurre--, mientras que Madre, el corto de Rodrigo Sorogoyen, que aspira a la estatuilla de su categoría, también se hizo en el mismo idioma.

El director de Madre, que el año pasado ganó un Goya, es el autor del largometraje El reino, también premiado en la gala del cine español. Su corto es el séptimo español que compite a un Oscar en los últimos 15 años. Pese a esa irrupción tan acusada en la esfera internacional, hasta ahora, nunca lo ha conseguido.

El auge del corto

Desde la plataforma CortoEspaña atribuyen este auge y reconocimiento internacional en parte a la crisis económica y a cómo se ha configurado la industria del largometraje en torno a las televisiones. 

Rodrigo Sorogoyen

"España ha sido un país muy castigado por la crisis, el número de largometrajes producidos ha mermado, ya sólo salen películas de Telecinco y Antena 3, y el corto ha sabido recoger toda esa creatividad sin cauce", ha explicado Samuel Rodríguez, presidente de CortoEspaña.

Mientras el cine sustentado por las televisiones apuesta mayoritariamente por un producto comercial, el corto permite más riesgo y experimentación, algo que, según Rodríguez, no tiene por qué ser sinónimo de "marcianada".



"Hay ideas atrevidas, arriesgadas, que resulta que funcionan y acaban seduciendo a grandes públicos; el largometraje suele estar más encorsetado", asegura. 



El caso de Madre es un buen ejemplo: una conversación entre una madre y su hijo contada en un solo plano secuencia que sigue en todo momento a la actriz Marta Nieto --la madre-- y su angustia creciente ante la incertidumbre de dónde se encuentra y qué ocurre con el pequeño.