La ciudad de Tarraco se fundó en el año 218 a.C. Sin embargo, su impulso definitivo llegó con el emperador Augusto, quien se instaló en sus tierras y la convirtió en capital del antiguo Imperio romano. Una influencia que ha quedado para la posteridad gracias a un espectacular legado monumental que todavía se mantiene intacto. Basta con adentrarse en el interior de la ciudad catalana para divisar sus estatuas, murallas, circos y anfiteatros. ¿Qué tesoros romanos guarda Tarragona?
Luchas de gladiadores y carreras de carros
Uno de los enclaves más importantes es el anfiteatro, situado a orillas del mar Mediterráneo y construido en el siglo II d.C. Aquí tenían lugar diversas exhibiciones populares como las sangrientas luchas de gladiadores. No es de extrañar que el conjunto arqueológico donde se encuentra esté considerado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Un título que también recae sobre el circo, que según los historiadores corresponde a la época del emperador Domiciado. Las famosas carreras de cuadrigas se celebraron aquí hasta el siglo V.
Ruinas del circo romano de Tarragona / ZARATEMAN
Uno de los tres grandes edificios destinados al espectáculo en Tarraco fue el teatro. Por orden del mismísimo Augusto, fue construido sobre unos antiguos almacenes portuarios y estaba compuesto por un sector semicircular de gradas, un escenario y un gran muro que cerraba todo el recinto. Las columnas y las estatuas que decoraban el lugar todavía se conservan.
Villas romanas
También destacan con luz propia otras edificaciones como, por ejemplo, el famoso Puente del Diablo. Se dice que este acueducto fue levantado por el Diablo tras ganar una apuesta contra una doncella, quien se jugó su propia alma. Aunque actualmente se encuentran en pie 217 metros de recorrido, en la época llegó a alcanzar los 25 kilómetros. Otro monumento significativo es la Torre de los Escipiones, un monumento funerario a la familia del mismo nombre, que dominó la política romana durante décadas.
El Puente del Diablo / ALBERICH FOTÒGRAFS
Entre 1923 y 1933, unas excavaciones arqueológicas descubrieron un importante cementerio paleocristiano, que incluye piezas de valor incalculable como sarcófagos o tumbas de ánfora. Sin embargo, el modelo perfecto de una villa romana de la época se encuentra en el conjunto de Centelles. Esta fue construida en las proximidades de Tarraco en el siglo IV, fecha que comparte con un mausoleo cercano, el monumento paleocristiano más importante de la España romana.