“Fartarse”. Con esta declaración de principios en bable (o catalán) ha abierto sus puertas El Chigre 1679, una taberna asturiano-catalana que pretende hermanar la gastronomía de ambas culturas junto a la Catedral del mar, la basílica de Santa María del Mar. Y lo hace de manera militante. Tanto los productos que se ofrecen en el restaurante, como los objetos que integran su sofisticada decoración, proceden en exclusiva de Asturias y Cataluña.

No en vano la nueva propuesta del chef Fran Heras, responsable del cercano LLamber, surge de la fusión de dos establecimientos emblemáticos de estas comunidades. Por una parte, el chigre, un colmado donde se vende sidra y enseres del hogar nacido en las cuencas mineras que, según cuenta Heras, "reúne al rico y al pobre" y en el que "nadie es más que nadie". Por otra, la vermutería catalana, donde se disfruta de diversos licores y aperitivos antes del almuerzo.

Reivindica el fogón popular

En la carta de El Chigre 1769, que reivindica los clásicos de la tapa y el fogón popular, también queda patente esta alianza regional. Así, el cliente puede degustar fabada asturiana con chorizos catalanes o empedrat catalán con faves asturianas. También caldo de pita típico de los chigres junto a escudella catalana. La bodega no podía ser menos y sigue el mismo espíritu: además de vinos de ambas tierras, en la barra se codean vermús de Artesa de Segre con el licor de sidra Roxmut, muy popular en Asturias.

Heras explica que el discurso gastronómico de El chigre 1769 apuesta por la unión de dos cocinas que, "sin desdeñar otras más internacionales", conoce "en profundidad” y forman parte de su “ADN”. Todo ello a través de platos tradicionales con un apunte de modernidad, pero sin caer en “vueltas de tuerca” que les arrebaten su esencia.