Lars Von Trier es conocido por sus excentricidades y las polémicas que protagoniza.

Lars Von Trier es conocido por sus excentricidades y las polémicas que protagoniza.

Creación

Excentricidades en el plató

Los directores de cine son protagonistas de las locuras más extremas en los rodajes

6 mayo, 2016 13:02

Genio y locura suelen ir de la mano. Es un tópico, pero como todos, se basa en algún motivo real. Los directores de cine no son una excepción entre los artistas excéntricos. La web especializada en el séptimo arte decine21.com ha elaborado una lista con los 10 realizadores más lunáticos.

Psiquiátricos, alcohol, manías, dureza extrema en los rodajes… Cada uno tiene lo suyo, y los máximos perjudicados suelen ser los actores que trabajan a sus órdenes, pero no por sus excentricidades es menor el éxito. Estas son las anécdotas más destacadas.

Manicomios

Lars Von Trier, conocido por películas como Melancolía, ingresó en un sanatorio a las 12 años. Padece agorafobia y miedo a aeropuertos, autopistas y estaciones, hecho por el cual no viaja a menudo. Las polémicas declaraciones en las que mostraba su simpatía hacia los nazis lo colocó en el imaginario incluso de los no aficionados al cine.

Otro director con relación con los psiquiátricos fue Stanley Kubrick, pero no directamente. La actriz Shelley Duvall, que protagonizó El resplandor, terminó en uno por la crisis nerviosa que sufrió tras los meses de tensiones y nerviosismo en el rodaje.

David Lynch ni siquiera dejó diagnosticarse. Al acudir al psiquiatra y preguntarle si el tratamiento afectaría a su creatividad, el doctor le respondió que sí. Entonces el director decidió que no valía la pena y abandonó la sala.

Peligro en el set

El histórico director japonés Akira Kurosawa tuvo la idea de usar flechas verdaderas contra uno de sus actores para una escena de su película Trono de sangre. John Ford era el peligro por sí mismo. Su crueldad con los actores llegó al extremo de hacer llorar al duro John Wayne, el símbolo del género western.

Werner Herzog, por su parte, decidió que la mejor localización para el documental La Soufrière era al lado de un volcán a punto de entrar en erupción y que emitía gases venenosos. Los rápidos afluentes del Amazonas fueron otro escenario peligroso, en el que, además, recibieron el ataque de una tribu de indígenas de la zona.