La isla surgida de un volcán submarino a 1.000 kilómetros al sur de Tokio ha multiplicado por tres su tamaño. De hecho, ha crecido tanto, unas 15 hectáreas en total, que ha dejado de ser una isla para convertirse en una península de la isla vecina, llamada Nishinoshima. Sólo una laguna de aguas fangosas separa las dos islas, unidas ya por dos extremos.
El cráter sobrepasa las aguas del océano Pacífico en 50 metros y no deja de crecer. Los científicos japoneses afirman que la isla ha aumentar lo suficiente para durar varios años si no es que su existencia será permanente.
El servicio de guardacostas japonés avisó del surgimiento de la isla el pasado 20 de noviembre, alertando de la navegación cerca del islote. No obstante, la ínsula se encuentra a 130 kilómetros de la isla habitada más cercana y no supone ningún peligro para la población.