Amancio Ortega, fundador y máximo accionista de Inditex / EFE

Amancio Ortega, fundador y máximo accionista de Inditex / EFE

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Ortega invierte 1.200 millones para hacer de la energía el tercer pilar de su fortuna

Tras varios intentos fallidos de encontrar una alternativa de diversificación a Inditex y el sector inmobiliario, la mayor fortuna de España parece haber dado con la tecla

14 noviembre, 2021 00:00

La irrupción de Amancio Ortega en el ámbito de las renovables representa algo más que la apuesta del propietario de una de las mayores fortunas del mundo por el negocio llamado a liderar, junto a la tecnología, la economía del presente y el futuro. Es la consolidación del sector energético como la ansiada alternativa que el dueño de Zara ha encontrado al fin para diversificar las inversiones de su inmenso imperio patrimonial más allá de Inditex y el inmobiliario.

Porque la entrada como socio minoritario en uno de los mayores desarrollos de energía eólica de Repsol no es una maniobra aislada de Ortega. En los últimos dos años, el fundador y accionista mayoritario de Inditex acumula inversiones de algo más de 1.200 millones de euros en el sector energético. Y de ellas, tres cuartas partes se han ejecutado en apenas cuatro meses.

Red Eléctrica, REN... y Enagás

El pasado verano, el empresario de origen leonés pero afincado en Galicia sorprendió al mercado al tomar una participación del 5% en el capital de Red Eléctrica, encargada de la gestión del sistema de transporte de electricidad en España y que cuenta con el Estado como primer accionista. Y apenas unos días después también adquirió el 12% de REN, su equivalente en la vecina Portugal.

A esta serie de activos cabe añadir el 5% de Enagás, gestor de la red gasista, con el que se hizo hace dos años en el marco de una ampliación de capital que ejecutó la compañía que preside Antonio Llardén para obtener fondos con vistas a financiar su expansión internacional. Ortega cubrió prácticamente la mitad de esta operación, en la que también participó el Estado para evitar diluir la participación del 5% que mantiene en la empresa, con lo quedaba a la altura del propietario de Inditex.

Búsqueda infructuosa

Pero no ha resultado precisamente sencilla la búsqueda de una tercera vía para canalizar las inversiones de un patrimonio cuyo valor se aproxima a los 70.000 millones de euros. En los últimos años, Ortega no terminaba de encontrar el camino de la diversificación para establecer unas bases aún más sólidas para Pontegadea, la sociedad a través de la que canaliza la mayor parte de este ingente volumen.

Históricamente, esos pilares han sido la propia Inditex, en la que mantiene un 60% desde que hace algo más de 20 años debutó en bolsa y cuyo valor total vuelve a rondar los 100.000 millones de euros tras el paso de la crisis del Covid-19; y el sector inmobiliario, focalizado en el negocio patrimonialista.

Una gran inmobiliaria

No en vano, Amancio Ortega pasa por ser, en persona, una de las mayores inmobiliarias de Europa, con una cartera de activos valorada en cerca de 15.000 millones de euros, con inmuebles situados en lugares  estratégicos y emblemáticos de plazas como Nueva York o Londres, además de, por supuesto, Barcelona y Madrid.

Hasta el punto de que resulta complicado caminar unos cientos de metros por los paseos de Gràcia y Castellana sin toparse con una de sus joyas.

Ligazón con Galicia

A los inmuebles en zonas premium y con inquilinos de excepción ha ido a parar buena parte de los cuantiosos dividendos que Pontegadea ha percibido de Inditex desde que es cotizada. Pero no todas las apuestas de Ortega han tenido un final feliz. El firme camino que ha seguido en sus dos principales bastiones inversores no se ha correspondido con otras aventuras de las que ha salido escaldado.

Un ejemplo claramente ilustrativo ha sido el del sector financiero, aunque muy ligado a su afinidad con la tierra gallega. Aun antes de la llegada de la anterior crisis, Amancio Ortega optó por invertir en ladrillo aunque en una modalidad diferente, a través de una compañía cotizada. En este punto fue fundamental la intervención de la extinta Caixa Galicia, por entonces una de las principales cajas de ahorro del sistema, que se había encargado de la salida a bolsa la empresa e incluso había entrado también en su capital.

Entre Astroc y Banco Pastor

Peor no pudo resultar. La cotizada en cuestión era la entonces denominada Astroc, considerada como paradigma del estallido de la burbuja inmobiliaria; la primera empresa del sector en bolsa que comenzó a desplomarse por las numerosas dudas que arrojaban sus resultados, después de llegar a subir más de un 1.000% en apenas nueve meses, a lo largo de 2006. Pontegadea invirtió unos 500 millones en Astroc, que prácticamente se esfumaron en su totalidad.

Años más tarde, también como parte de un gesto de condescendencia con una entidad ligada a Galicia, el dueño de Zara adquirió un 5% del antiguo Banco Pastor. Y además sentó en el consejo de administración del banco a su sempiterna mano derecha José Arnau como representante de Pontegadea para participar activamente en la gestión.

Incursión en biotecnología

Aquella aventura no duró demasiado porque el Pastor fue adquirido poco después por el Banco Popular, con la consiguiente dilución en la participación de Ortega y la salida de Arnau del consejo de la entidad resultante, de la que Pontegadea salió progresivamente.

También hizo sus pinitos en el sector de la biotecnología, a través de sociedades de capital riesgo a las que tampoco dio la suficiente continuidad.

Negocios regulados

No puede decirse que su apuesta por las telecomunicaciones con la entrada en el capital de Telxius, filial de Telefónica, haya salido mal pero tampoco que haya sido demasiado duradera. Ortega se ha embolsado jugosas plusvalías con la venta de la compañía a la estadounidense American Towers pero tampoco ha encontrado la inversión a largo plazo que buscaba.

Después de todos estos escarceos, todo apunta a que la respuesta estaba en la energía. La inversión de 245 millones en el proyecto Delta de Repsol también supone una manera de diversificar dentro del propio ámbito energético, en el que hasta la fecha había apostado por el negocio regulado, con participaciones en denominados operadores de sistemas de transporte (TSO, por sus siglas en inglés), caracterizados por su predictibilidad, escaso riesgo y dividendo prácticamente asegurado.