El hotel Palace mantiene su pugna con el Bluesman, la coctelería ubicada en su subsuelo, que ha dejado de pagar el alquiler y debe 50.000 euros al hotel y otros tantos a proveedores, diseñadores, músicos y clientes. Pese a que tiene una orden de cese de actividad y desahucio, ésta se encuentra estancada en los tribunales, para desesperación del icónico cinco estrellas de Gran Vía, anteriormente conocido como El Ritz.
Este conflicto tiene su origen en la entrada en España de los polémicos restauradores Robert Newmark y Conor George Thomson-Moore, empresarios que lograron penetrar en el mercado barcelonés y hacerse con el arrendamiento del local gracias a una estructura societaria facilitada por Raúl Pons Serraclara.
Sociedad instrumental
Para entrar en el Palace, los empresarios usaron la sociedad instrumental Nafari Ocean, creada por Pons Serraclara en 2022. Este hombre es conocido en los círculos inmobiliarios y judiciales como un "testaferro profesional".
Serraclara ha llegado a ostentar más de 1.000 cargos en más de 800 sociedades en España. Su nombre ha emergido en conflictos como el caso Negreira, vinculado a la supuesta administración de sociedades instrumentales que orbitaban alrededor de la trama de pagos del FC Barcelona al exvicepresidente de los árbitros.
'Caso Negreira' y Desokupa
Hay más: al testaferro también se le vincula con Daniel Esteve, el propietario de la polémica empresa Desokupa, según detalla On Economia.
La especialidad del testaferro en cuestión es la gestión masiva de sociedades para ocultar a los verdaderos beneficiarios, un modus operandi que creó la sociedad que hoy gestionan Newmark y Thomson-Moore.
Fachada del Hotel Palace de Barcelona
Polémicas de Thomson-Moore
Esta empresa, Nafari Ocean, firmó en junio de 2024 un contrato de arrendamiento sobre el Bluesman Cocktail Bar, en virtud del cual tiene la posesión, responsabilidad y actividad exclusiva de dicho local. Desde su creación, la compañía no ha depositado sus cuentas ni una sola vez en el registro mercantil.
Newmark y Thomson-Moore usaron a un testaferro para entrar en España debido a la retahíla de escándalos que acumulaban en Reino Unido. En el país británico, Conor Thomson-Moore tiene prohibido gestionar restaurantes por sentencias firmes sobre salud pública, y Robert Newmark tiene un largo historial de inhabilitaciones por dejar "pufos" fiscales millonarios.
Thomson-Moore fue condenado a pagar 31.000 libras (unos 36.000 euros) tras declararse culpable de cuatro delitos graves de higiene alimentaria en su local Beach Blanket Babylon en Notting Hill. Los inspectores encontraron infestaciones de ratas, ratones y cucarachas, se hallaron heces de ratón en la comida y superficies extremadamente sucias. En una inspección posterior, el local no tenía ni agua caliente. El juez calificó el caso como "uno de los más atroces" que había visto en su vida y le prohibió gestionar cualquier negocio de alimentación durante 10 años.
En este restaurante, donde comían habitualmente personalidades como los Príncipes de Gales, también acumularon huelgas de personal por impagos de salarios y despidos improcedentes.
Escándalos de Newmark
Por su parte, Newmark fue inhabilitado durante cinco años para dirigir empresas después de que su compañía Rosslyn Hill Ltd (matriz de uno de sus locales) quebrara debiendo más de un millón de libras en impuestos al fisco británico (HMRC). Se descubrió que seguía actuando como "director en la sombra" a pesar de haber dimitido formalmente para evitar responsabilidades.
The Guardian explicó que sus empresas suelen entrar en liquidación dejando deudas a personal y proveedores, mientras él continúa operando a través de otras sociedades o testaferros.
La revuelta de los 'saxofonistas'
Las deudas del Bluesman no solo son con el hotel. Un colectivo de músicos, DJs y saxofonistas denuncia que Nafari Ocean les debe miles de euros por actuaciones ya realizadas que no han cobrado.
Manifestación en el Hotel Palace
Ataviados con tambores, silbatos y otros instrumentos musicales, los músicos de este bar de jazz y blues se manifiestan los miércoles en las puertas del Palace, exigiendo el pago de una deuda conjunta de 23.000 euros. Mientras, el Bluesman sigue abierto en los bajos, facturando y aprovechándose de su privilegiada posición mientras no paga.
