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El Cercle d'Economia ha recordado este viernes en Barcelona a Ernest Lluch, asesinado hace 25 años por la banda terrorista ETA.

Lluch, además de político, fue el primer secretario general del Cercle y vicepresidente de su Fundación. Era un socio muy activo de la entidad, hasta el punto que, tras su asesinato, lo que encontraron en su mesa fueron algunos papeles relacionados con su trabajo en el foro económico, tal y como han recordado su hija Rosa Lluch Jordi Alberich durante el homenaje.

El recuerdo lo ha abierto la presidenta de la entidad, Teresa Garcia-Milà, quien ha querido "honrar su memoria y su compromiso cívico", pues no solo fue un socio activo, sino una "conciencia crítica y una voz exigente, que combinaba una ironía inteligente con un gran rigor intelectual". Lluch creía en "la fuerza de las ideas y en la capacidad de las palabras, con un diálogo honesto y valiente".

Le han seguido el presidente de la Fundación Ernest Lluch, Joan Majó, quien ha recordado divertidas anécdotas de sus lejanos años universitarios, y la hija del propio Lluch, Rosa Lluch, quien ha señalado que su padre era poliédrico, y por eso todo el mundo tiene un recuerdo especial y específico sobre él. Ha agradecido también al Cercle "haber mantenido su memoria y su ejemplo durante 25 años".

Rosa Lluch, hija de Ernest Lluch, en el Cercle d'Economia Cercle

Etapa política

El también exministro y excomisario europeo Joaquín Almunia, ha recordado su etapa como Ministro de Sanidad, cuando ambos formaban parte del Gobierno de Felipe González. En esta cartera, tuvo que enfrentarse a la aparición del VIH o al aumento desmesurado del consumo de drogas. También impulsó con ahínco una política de trasplantes de órganos, que después convertiría a España en un referente en este campo.

Tuvo también dos cosas "extraordinarias": un delicado sentido del humor y una extraordinaria cultura, a juicio del exministro. "En economía era el que más sabía, con un concepto extraordinario de Keynes y un compendio de saber que te enseñaba todo aquello que en la universidad no te habían enseñado", ha apuntado Almunia. Era, también, un apasionado de la música, sin saber que su amado Réquiem de Gabriel Fauré terminaría sonando en su funeral.

Antón Costas, expresidente del Cercle d’Economia y presidente del Consejo Económico y Social de España, ha detallado su relación de maestro y alumno en los lejanos años 60. "¿Por qué le recordamos hoy? ¿Sólo porque le asesinaron? Hay algo más. Impulsó un legado moral e intelectual que hoy tiene más vigencia que nunca". 

Emotivo recuerdo de Alberich

Por último, ha cerrado las intervenciones el exdirector general del Cercle Jordi Alberich con un emotivo recuerdo sobre la estrecha relación que les unió en la décadas de los 80 y los 90. "Es inevitable hablar de él con una inevitable melancolía por la añoranza de un mundo perdido, pero también es un estímulo para entender el mundo de hoy", ha señalado. "Ernest era molt de tothom, todo el mundo lo sentía como suyo e influía mucho más de lo que se percibía".

Alberich ha resaltado "su enorme sensibilidad e inteligencia, que le permitía captar lo que no resultaba evidente, su coraje nada común, su amabilidad, sus profundas convicciones y su sorprendente e inacabable curiosidad por todo". En la última comida que ambos compartieron, un día antes de que ETA le disparara dos veces en la cabeza, estaba exaltado porque había descubierto unas partituras de un músico catalán del siglo XVIII. "Era un enamorado de la vida, un tafaner, un rey del xiuxiueig, debido a su curiosidad innata". 

En aquella última comida, además de música, expuso tres cosas que le preocupaban acerca de la deriva del Cercle. La primera, la posibilidad de que el foro se alejara del bien común y los intereses generales, la segunda cuestión era que fuera a la baja el debate sobre las ideas generales, y por último, la independencia que debía tener la entidad respecto al mundo del dinero, que cada vez cobraba más importancia en Occidente.

Alertó, antes que la mayoría, de la preocupante deriva de los partidos políticos. Tras una reunión con la ejecutiva del PSC, explicó escandalizado que en el aparato del partido todos "vivían gracias a este". Le preocupaba el poder desmesurado del dinero, que se convertía en el dios del nuevo siglo, y desvirtuaba el espíritu del capitalismo industrial.

"Hoy no haría un análisis simple de lo que está pasando. Esta no es una crisis más. Como conocedor de la condición humana intentaría que viéramos que el hundimiento político no es el problema, sino la manifestación de algo más profundo", ha concluido.