El Grup Confiteria volverá a rescatar un restaurante clásico de Barcelona. El Sagarra, cerrado por la inercia de una ciudad que descuida su historia, volverá a servir comida tradicional catalana en plena Rambla.
Ubicado en la intersección entre Pintor Fortuny y Xuclà, en una pequeña plaza al lado de la principal arteria del centro de Barcelona, el Sagarra era un refugio para los autóctonos en la calle más turística de Europa.
Ofrecía platillos y cocina de mercado --se encontraba al lado de la Boquería-- con producto fresco y de temporada, con un menú del día con un precio de apenas 12 euros y una cerveza por 2.
Era, también, uno de los últimos negocios familiares del centro, fruto del matrimonio entre Isabel Pressegué y Alex Sagarra. Los padres de este último eran propietarios de una charcutería y pollería en la misma calle, y los de Pressegué tenían un hostal en el Moianès.
Restaurante Sagarra, cerrado desde 2020 en la Rambla
El restaurante cerró en noviembre de 2020, durante la segunda ola de la pandemia, cuando las restricciones a la hostelería en Cataluña y la caída drástica del turismo hicieron inviable el negocio.
En su lugar, el chef Sergi de Meià abrió Banquet, un bistrot francés con una larga barra de mármol blanco, madera de roble y una decoración elegante. El local duró apenas un año abierto.
Grup Confiteria, al rescate
Así, el grupo de restauración que encabezan Enric Rebordosa y Lito Baldovinos salva del olvido a un nuevo local icónico de Barcelona, y planta su primera bandera en La Rambla, después de haber tentado sin éxito al Cafè de l'Òpera.
La compañía se ha hecho famosa por sus locales de cocktails --Paradiso o Monk figuran entre los mejores templos etílicos del mundo-- y por comprar locales históricos y emblemáticos en riesgo de cierre o decadencia, para restaurarlos respetando su esencia original.
Imagen de uno de los bares de Grup La Confiteria, los dueños del Paradiso
Con este modelo de negocio, ya han recuperado La Confiteria, el Café del Centre, el Bar Muy Buenas, el Betlem o el Maravillas, entre muchos otros. En total, agrupan casi una treintena de negocios en apenas diez años. Su proyecto empresarial combina locales con historia con la puesta en marcha de restaurantes que representen el zeitgeist barcelonés.
Fue en 2014 cuando estos dos amigos de la infancia pusieron en marcha La Confiteria, una coctelería homónima al nombre del grupo que se ubica en un local modernista de 1912. Servían copas, fregaban platos, mezclaban alcoholes. Les funcionó, y han escalado el negocio hasta hoy, que su plan de expansión parece no tener límite.
Además del Sagarra, el grupo acaba de salvar del cierre al Bar Funicular de la calle Girona, el Mundial del Born o la Font del Gat, con 100 años de historia.
Fuentes del grupo detallan a Crónica Global que ahora, tras una etapa de aperturas descontroladas, el objetivo es consolidar los locales que ya operan y sacar el pie del acelerador de aperturas.
