Nestlé, uno de los mayores grupos alimentarios del mundo, apenas sale de las crisis que ha vivido en Cataluña, cuando se aboca a un recorte laboral sin precedentes.
Con sede en Esplugues de Llobregat y cuatro fábricas repartidas por la comunidad catalana, la multinacional suiza emplea a miles de trabajadores en el territorio. Es una agente creador de riqueza y empleo de primer orden.
Eso sí, pero arrastra a sus espaldas una serie de controversias políticas que han salpicado su imagen en los últimos años.
El 'procés' bajo el foco
Las tensiones en la marca helvética afloraron en 2017, durante los días más convulsos del procés independentista, cuando Silvia Cortés, la exdirectora de comunicación de la compañía, fue fotografiada votando en el referéndum del 1 de octubre y compartiendo artículos de Oriol Junqueras, además de mensajes críticos con los cuerpos de seguridad del Estado.
Trabajadores de Nestlé España en la sede de Esplugues de Llobregat
Este hecho desató una campaña de boicot en redes sociales promovida por sectores contrarios al independentismo. Mientras tanto, los sindicatos —especialmente UGT— pidieron contención y recordaron que las consecuencias de un boicot no las sufriría la dirección, sino los más de 4.000 empleados que dependen de la compañía en España.
Firmes ante la fuga de empresas
Durante los meses de mayor tensión política en Cataluña, cuando diferentes empresas trasladaron sus domicilios fuera de la comunidad, Nestlé se mantuvo firme. La multinacional suiza no movió su sede de Esplugues de Llobregat, pese a la presión mediática y a los rumores de deslocalización.
Imagen de la sede de Nestlé en Esplugues de Llobregat
No obstante, la compañía sí sufrió erosión reputacional: su permanencia en Cataluña fue interpretada por algunos como un gesto de apoyo implícito al independentismo, mientras que para otros fue una muestra de compromiso con el tejido productivo local.
Controversia con Hazte Oír
La polémica volvió a salpicar a Nestlé en 2021, cuando salió a la luz una filtración del medio de comunicación Wikileaks que reveló que Bernard Meunier, entonces consejero delegado de Nestlé España y Portugal, había realizado una donación a HazteOír, la organización ultraconservadora que impulsó el Congreso Mundial de Familias en 2012.
La noticia encendió las redes y reactivó las llamadas al boicot de productos como Nesquik o Nespresso. Aunque Nestlé negó cualquier vínculo institucional con esas actividades, el episodio dejó una sombra sobre la reputación de la empresa en el mercado español.
Preocupación sindical
En los últimos años, Nestlé ha afrontado también debates laborales y de sostenibilidad. En 2022, trasladó parte de la producción de café descafeinado desde Girona a Vietnam, una decisión que generó preocupación sindical, aunque finalmente se mantuvieron los puestos de trabajo afectados.
La última polémica ha llegado este mismo mes de octubre, con el recorte de 16.000 trabajos que ha anunciado la misma compañía. Se trata de una de las primeras medidas de Pablo Isla, el exCEO de Inditex que hoy preside el grupo.
Aunque la multinacional suiza no ha especificado qué alcance tendrá el recorte en España, los más de 4.000 empleados de la firma ya han hecho llegar sus inquietudes a fuentes sindicales.
Gigante suizo
Cabe recordar que Nestlé cuenta con más de 270.000 empleados en todo el mundo y 344 fábricas en 77 países. En España, el grupo suizo cerró 2024 con una facturación de 2.582 millones de euros, lo que representa un aumento del 4,1% más que el año anterior.
La filial española emplea a algo más de 4.000 personas y dispone de diez centros de producción repartidos por el territorio.
De ellos, cuatro están en Cataluña, lo que confirma el peso histórico de esta comunidad en la estructura industrial de la marca, una de las más reconocidas entre los consumidores, pero que ha lidiado con polémicas en los últimos años. La mayor de ellas, un hachazo laboral, quizá está por venir.
