De Tarragona a la Luna, la historia de la ingeniera catalana que trabaja para la NASA: Con esfuerzo y propósito, todo se puede conseguir

De Tarragona a la Luna, la historia de la ingeniera catalana que trabaja para la NASA: "Con esfuerzo y propósito, todo se puede conseguir" CRÓNICA GLOBAL

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De Tarragona a la Luna, la historia de la ingeniera catalana que trabaja para la NASA: "Con esfuerzo y propósito, todo se puede conseguir"

Esta madre prometió a sus hijos ser una referente y ha cumplido su promesa

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Hay historias que parecen sacadas de una película y son tan reales como cercanas. Una de ellas se Encuentra en Tarragona y su protagonista es María Jesús Puerta.

Esta ingeniería de minas nacida en Barcelona ha saltado a ocupar titulares de la prensa local al conocerse que va a trabajar para la NASA. Ni ella se lo pensaba

Fue “un reto personal”, cuenta al Diari de Tarragona. Le habían detectado “una dura enfermedad” y quería convertirse en “la influencer de sus dos hijos adolescentes demostrando que con esfuerzo y propósito, todo se puede conseguir”. Y así ha sido.

Todo arrancó de su marido. Vio un anuncio en la prensa en otoño del pasado año en el que la NASA lanzaba un concurso de ideas, para minimizar el impacto de los residuos en las Misiones Artemis, el proyecto espacial que va a enviar a una tripulación de mujeres a la Luna.

Un proyecto espacial

La propuesta formaba parte de los llamados challenges que la NASA lanza de forma periódica para captar talento innovador. Su nombre: Lunar Recycle Challenge.

El proyecto se dividía en dos modalidades: construcción de prototipos y desarrollo de un digital twin o gemelo digital. Y Puerta ya tenía una idea en mente. 

Un nombre personal

Con anterioridad, la ingeniera había desarrollado un modelo de inteligencia artificial con aplicación sanitaria: “Mi modelo tenía unos ratios muy buenos, de casi un 92% de fiabilidad y, lo más diferencial es que es ultraligero y puede estar instalado en un ordenador, lo que facilita su aplicación en consulta”. 

Bajo el nombre de Esperanza, a raíz de la enfermedad que sufre, su propuesta se impuso a más de 1.000 candidaturas de todo el mundo y fue la única presentada de forma individual. Y, además, lo hizo sola, sin apoyo de equipos de investigación ni empresas, y con un único recurso tecnológico: “un ordenador en las últimas”, como ella misma explica. 

El comunicado de la NASA

La sorpresa fue mayúscula. Puerta entregó su proyecto en marzo y no esperaba ningún reconocimiento. “Mi obsesión era la admisión del proyecto, ese era mi trofeo. ¡Jamás pensé que en el buzón de mi casa pudiese llegar una carta de la NASA!”, comenta.

Cuando la NASA anunció los ganadores, ella ni estaba atendiendo a la retransmisión en directo que se emitía online. “Estaba en casa haciendo una tortilla de patatas”, confiesa al citado medio. Lo tenía de fondo y, de repente escuchó “Esperanza, desde Tarragona, España”. “Mis hijos alucinaron”, explica orgullosa.

Un premio sin recompensa

Luego vino la decepción. El premio oficial estaba dotado con un millón de dólares en su primera fase, pero los proyectos internacionales quedaron fuera de esa partida. “La letra pequeña dice que los equipos de fuera de Estados Unidos no reciben recompensa económica”, lamenta. 

El dinero les venía muy bien a la familia y más para trabajar para la NASA. La catalana no dudó entonces a ponerse en contacto con ellos a ver si había alguna posibilidad de poder cubrir algunos gastos frutos de la misma investigación. “Fueron tajantes”, indica. Se ciñeron a las bases y de ellas no salieron.

Un ejemplo para sus hijos

Aun así, Puertas es positiva. Su logro alcanzó gran visibilidad gracias a la difusión que hizo en redes sociales. Relató su experiencia y empezó a hacker viral. Ellos lo atribuye a su edad, pero también a su historia personal, una vida íntima de la que no quiso hablar a la NASA.

No le importante tanto, lo que quería lo obtuvo. Dio un ejemplo a sus hijos, ganó el concurso por su pasión y dúo una lección al mundo: “Muchas veces piensas que es tarde, pero no es así. El éxito real es levantarte después de caerte”.

Financiación para seguir adelante

Ella admite que es una “friki” y que aprovecha sus ratos libres para estudiar e investigar. Así que friki o no, ha demostrado que una pasión pude llegar muy lejos. “Hay que centrarse en uno mismo y no mirar alrededor, porque hay espacio para todos”, prosigue en el diario.

Ella no se detiene. El proyecto Esperanza ya está en la segunda fase del reto y afronta un nuevo desafío: construir un prototipo físico de la solución digital. Pero esta vez ya no está sola. Universidades como la UPC ya se han interesado por su trabajo. Sin embargo, aún necesita respaldo y no por su enfermedad: busca patrocinadores que apoyen su propuesta. La Esperanza sigue ahí.