Algo ocurre con los coches en Barcelona. El número de turismos en la provincia ha caído en 85.000 unidades desde 2019, año anterior a la pandemia, hasta situarse por debajo de los registros del 2016. Un dato que contrasta con el récord de estos vehículos en circulación en Tarragona, Lleida y Girona, así como en el conjunto de España.
La política anti automóviles del Ayuntamiento de Barcelona y el coste del mantenimiento de los vehículos tienen mucho que ver con el fenómeno.
En datos de 2023 de la Dirección General de Tráfico (DGT), últimos disponibles, el parque de automóviles turismo en España ascendió entonces a 25.356.594 unidades –alrededor de una por cada dos habitantes–, la cifra más alta de la serie. Supone medio punto más que en el ejercicio precedente, y un avance del 3,25% en un lustro.
Dos realidades
Sin embargo, la provincia de Barcelona ha reducido el número de coches en 85.000 en cinco años, tras un nuevo descenso anual –el cuarto consecutivo–, y una reducción del 3,45% en comparación con la mencionada fecha, hasta los 2,4 millones. Ni siquiera los buenos registros de Girona, Lleida y Tarragona, todas en máximos para un total de 1.101.483 unidades entre las tres (+2,62% en un lustro), maquillan apenas este pronunciado descenso.
A 1 de enero del 2023, Cataluña en conjunto tenía 3.502.644 vehículos turismo, 57.584 menos que en 2019. Barcelona tiene la culpa. Y ni siquiera el aumento de motocicletas en circulación en la provincia, unas 15.000 más, contrarresta el retroceso de los coches. En cambio, en el conjunto de España el signo es positivo, con un incremento de 768.000 unidades de cuatrorruedas.
Las razones del cambio
El gasóleo es el gran señalado en esta caída, pues mantiene la tendencia a la baja y se sitúa de nuevo por debajo del millón de vehículos, 957.000, en mínimos de 20 años. Del mismo modo, la gasolina está en máximos de dos décadas, tras recuperar la senda de los 1,4 millones de turismos en circulación. Alcanzan su máximo histórico los que funcionan con otros combustibles, con más de 40.000.
En este escenario, detrás de esta tendencia en Barcelona se encuentran diversos factores, como la mejora de las redes de transporte público, pero también el elevado precio de los carburantes, las dificultades para aparcar sobre todo en la capital, el coste de los vehículos y las incertidumbres del sector. Pero, en especial, cabe destacar las duras políticas anti-coche implementadas por las Administraciones en su discurso contra la contaminación y sus consecuencias para la salud.
Barcelona, a dos velocidades
En este sentido, la normativa de la zona de bajas emisiones (ZBE) ha penalizado de lleno a los modelos más antiguos, que no tienen etiqueta ambiental. Esto ha provocado una caída en las matriculaciones y ha forzado la salida de miles de coches de gasóleo de la circulación.
La consecuencia es un mercado automovilístico provincial a dos velocidades: por un lado, una reducción del parque de vehículos de combustión, y por otro, un incipiente crecimiento de las flotas de híbridos y eléctricos, que aún no logran compensar la reducción total.
Récord de "desplazamientos sostenibles"
En paralelo, el pasado año, el Ayuntamiento de Barcelona celebró que, en 2023, hubo "récord de desplazamientos sostenibles" en la ciudad: solo el 20% se hicieron en vehículo privado; el 80% restante, a pie, en bicicleta, en vehículos de movilidad personal o en transporte público.
Asimismo, una reciente encuesta sobre hábitos energéticos en los hogares del área metropolitana de Barcelona, encargada por la AMB al Institut Metròpoli, refleja que siete de cada diez ciudadanos (70,7%) tienen intención de reducir el uso del vehículo privado... aunque solo lo hace el 16,5% de la población. También destaca el notable incremento del uso del transporte público en el área de Barcelona, siendo el 61% --tres millones de personas-- usuario habitual, un millón más que en 2022.
