
Francesco Vanni, director general de Harley Davidson Italia, Portugal y España con la carta que mandó al concesionario de Toni Solano
Harley-Davidson toleró prácticas "fraudulentas" en su 'flagship' de Barcelona
Una carta de agosto de 2024, firmada por el director general para España, Italia y Portugal, demuestra que la compañía era conocedora del "fraude y abuso de confianza" en el concesionario en la capital catalana
Era el primero de España, lugar de peregrinarje de moteros de toda Europa, y terminó cerrando
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El concesionario más grande de Harley-Davidson en España, y el primero de la marca en el país, ubicado en la elegante zona del Turó Park de Barcelona, bajó la persiana en octubre de 2024 dejando tras de sí un reguero de afectados.
Sin embargo, el colapso de Harley BCN, lejos de pillar por sorpresa a la marca americana, era perfectamente conocido por la dirección de la compañía meses antes. Así se desprende de una carta a la que ha tenido acceso Crónica Global, firmada el 28 de agosto de ese año por Francesco Vanni, director general de Harley-Davidson para Italia, España y Portugal.
Harley lo sabía...
En el escrito, remitido desde la sede de la firma en Sant Cugat del Vallès a la sociedad 24 Horas Barcelona S.L., Harley-Davidson admite haber recibido “un importante número de reclamaciones” por parte de clientes que vendieron sus motos al concesionario, pero no recibieron a cambio el importe acordado.
“Estas conductas constituyen un grave abuso de confianza y prácticas fraudulentas que dañan gravemente la reputación tanto de Harley-Davidson como del distribuidor”, advierte la misiva.

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... y no hizo nada
Pese a esta contundencia, la compañía no adoptó medidas --o no las suficientes-- para frenar la situación ni para asistir a Toni Solano, el joven empresario que heredó la firma de su padre y que —según su defensa, ejercida por la abogada Marta Masip— acabó atrapado por dos prestamistas italianos a quienes confió el rumbo del negocio.
Éstos responden que la mala gestión es de Solano y que ellos son apenas otras víctimas más al intentar salvar el negocio.
En cualquier caso, los implicados denuncian que Harley-Davidson se limitó a exigir que cesaran las irregularidades sin ofrecer ayuda alguna, desentendiéndose de un concesionario oficial que llevaba años en la cuerda floja.
Un negocio en caída libre
Los problemas de Harley Barcelona no eran nuevos. Desde 2022, comenzaron los impagos a clientes. Algunos habían abonado sus motocicletas, pero nunca las recibieron. Otros habían entregado la suya a cambio de una cantidad que jamás les fue ingresada.
Las denuncias se acumularon y hoy el caso está corriendo por la Ciudad de la Justicia hasta recalar en el Juzgado de Instrucción número 25 de Barcelona, que indaga una presunta estafa cometida en el establecimiento.
En la ecuación figuran dos financieros italianos que, según la versión de Solano, tomaron el control del negocio con promesas de reflote. Éstos subrayan que Solano era el administrador, "como demuestra el hecho de que el concurso de acreedores la empresa lo ha entrado su mercantil".

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Dos versiones y una docena de perjudicados
Estos hermanos —vinculados al sector del crédito y las pólizas de aval bancario— aseguraron haber aportado una línea de financiación a través de una entidad catalana, avalada por un familiar suyo, y que ahora están siendo perseguidos judicialmente.
Pero su versión difiere radicalmente: aseguran que quien operaba fraudulentamente era el propio Toni Solano, al que acusan de no haberles devuelto el dinero y de haber mantenido las ventas irregulares.
Sea cual sea la verdad entre estas dos versiones enfrentadas, lo cierto es que al menos una docena de clientes ha denunciado judicialmente los hechos. Uno de ellos ya lo hizo en 2022, como adelantó este medio.
Una carta que lo cambia todo
Y en medio de este embrollo empresarial y judicial, ahora sale a la luz una carta que demuestra que la marca era plenamente consciente de lo que ocurría en Barcelona. Lo sabía y no hizo nada. Ni intervino en la gestión del concesionario, ni ofreció alternativas a los afectados, ni cortó la relación comercial.
La firma se limitó a advertir por escrito de que la situación podía suponer un motivo de rescisión anticipada del contrato de distribución, cuyo vencimiento estaba previsto para el 31 de diciembre de 2024.
Al final, el cierre llegó por el colapso económico y no por decisión de la matriz. Y lo hizo arrastrando a decenas de personas que confiaron en una empresa de renombre y que acabaron, literalmente, colgados.