Los fondos 'rebeldes' de Grífols basan su desconfianza en las finanzas, más allá del consejero Dagá
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El fracaso del intento de lanzar una OPA sobre Grífols por parte de Brookfield y la familia fundadora ha devuelto a la compañía a la cruda realidad y ha destapado de nuevo la caja de los truenos entre los accionistas.
El activismo del grupo de fondos liderado por Mason Capital se ha acelerado en los últimos días, con el foco situado en el controvertido consejero Tomás Dagá. Más allá de su figura, este grupo de accionistas centra la atención en sus sospechas sobre la situación financiera del productor de hemoderivados.
Este miércoles, el fundador de Mason Capital, Kenneth Garschina, remitió una nueva misiva al consejo de Grífols en la que solicita una serie de datos referidos a los emolumentos percibidos por Dagá en los últimos 15 años por su labor en Osborne Clarke España, despacho de cabecera de la compañía.
En concreto, el accionista reclama información sobre las cantidades abonadas al despacho por sus servicios a Grífols. Igualmente, sobre las percibidas por Dagá en su condición de consejero de Osborne Clark España. Y por último, la evolución de su participación accionarial tanto en el bufete como en Scranton Enterprises B.V., la sociedad de inversión controlada por la familia Grífols.
"Hasta que los accionistas y todos los consejeros no hayan tenido acceso a esta información, no podrán tomar una decisión fundamentada sobre la idoneidad de que Tomás Dagá siga prestando sus servicios al consejo", señala la misiva.
Mason Capital lidera un grupo que completan otros dos fondos activistas, Flat Footed y Sachem Head, y que totaliza cerca de un 8% del capital. Un porcentaje que les abriría las puertas del consejo de administración de la compañía, que es el principal objetivo que les ha movido a sumar sus fuerzas.
Detrás de esta maniobra y de poner el dedo en la llaga sobre los potenciales conflictos de interés que se dan en el caso del consejero Dagá, se encuentran las múltiples sospechas que los accionistas albergan sobre la situación financiera de Grífols.
No en vano, Mason Capital ya manifestó en anteriores cartas dirigidas al consejo la identidad de la persona que designaría el grupo de fondos que lidera para representar sus intereses en el órgano de gobierno.
Se trata de Paul Herendeen y su elección por parte de los fondos activistas no es en absoluto casual. El ejecutivo acumula más de 30 años de experiencia en compañías relacionadas con los sectores farmacéuticos y de salud. Pero además, en todas ellas ha ejercido como director financiero. Y en la mayoría, con rango de vicepresidente.
Desconfianza en los números
Corporaciones como Bausch, Warner Chilcott, Endo y Zoetis (especializada en la salud de las mascotas) han contado con Herendeen como máximo responsable financiero en algún momento de las últimas tres décadas.
Aunque durante los últimos meses Grífols ha centrado la gestión en mejorar la salud financiera de la empresa, especialmente en la reducción de la deuda y el apalancamiento, los fondos no terminan de confiar en los planes ni en los resultados que está arrojando la compañía.
Su presencia en el consejo le garantizaría el acceso a todos los números de Grífols, además de aportar las medidas que consideran más apropiadas y que, en ocasiones, difieren de las de la empresa.
El primer movimiento del grupo liderado por Mason se produjo en octubre, cuando dirigió su primera comunicación al consejo de Grífols para solicitar un asiento en el órgano de gobierno.
Por entonces, sus intenciones manifiestas eran contribuir a mejorar la eficiencia financiera y mejorar el gobierno corporativo. Sin embargo, el propósito de vigilar el proceso de la OPA en la que aun trabajaba Brookfield figuraba como telón de fondo.
Sin oferta en el horizonte, las otras metas han pasado a un primer plano. Y otro efecto ha sido el incremento de la intensidad de la batalla, como prueba el ritmo de misivas al consejo con la insistencia en la necesidad de prescindir del consejero Dagá.
Independencia en cuestión
"El consejo tiene en la mano demostrar su independencia de Tomás Dagá mediante la aceptación de su renuncia; y la publicación de los datos solicitados sólo hará que reforzar la necesidad de hacerlo", recalca Mason en la última carta.
Dagá acumula más de dos décadas como vocal de Grífols. De hecho, ya actúa bajo la categoría de "otro externo" al haber vencido el plazo de permanencia para un consejero independiente que recomiendan los códigos de buen gobierno corporativo. Según su propio testimonio, ha presentado en varias ocasiones la renuncia voluntaria, que ha sido siempre rechazada por el consejo.
"Instamos al consejo para que reconsidere con urgencia su rechazo a la renuncia voluntaria del señor Dagá, dado su historial de destrucción de valor", señala la comunicación de Mason, que finaliza con un concluyente: "La continua falta de transparencia hablará por sí misma".
Como parte habitual de su estrategia, Mason y sus socios en esta campaña ya recaban apoyos entre otros inversores institucionales de la compañía. El objetivo a corto plazo es forzar al consejo a aceptar la marcha de Dagá y aceptar el nombramiento de Heredeen. Posteriormente, la convocatoria de una junta extraordinaria en la que terminaran de articular su ofensiva contra la forma de gestionar el grupo que hasta ahora ha llevado a cabo la familia fundadora.