Subastan a un euro ocho viviendas y un local comercial que pertenecían a Ali Mirhashem, el que llegó a ser el rey del caviar iraní de España. Una empresa de ventas públicas ha sacado al mercado ocho pisos y el negocio de Caviar Investments, la que fuera líder en distribución de huevas de esturión en España. 

Lo ha anunciado Escrapalia, un agregador de subastas públicas, que en esta ocasión venden al mejor postor ocho pisos y un local que fueron propiedad de Caviar Investments. La enajenación está abierta hasta el próximo 21 de mayo. El precio de salida de cada uno de los activos es de apenas un euro

En Artés

Las unidades se encuentran en un bloque de viviendas en Artés (Barcelona) que perteneció a la firma distribuidora de la conserva. Construida en 2007, los pisos de entre 80 y 112 metros cuadrados están tasados a un precio de entre 90.000 y 126.000 euros. 

Los compradores se harán con unidades en un bloque de cuatro alturas con trasteros y garajes para cada vecino. 

Insolvencia

La subasta emana del concurso de acreedores de Caviar Investments. La firma, fue creada en 1993 para la importación de, como dice su nombre, caviar iraní. En 2011 fue a concurso, y la sociedad terminó liquidada en 2019. 

Por el camino, el propio Ali Mirhashem fue sancionado para administrar empresas por el juzgado de lo Mercantil número 10 de Barcelona. Ahora, parte de los bienes se venden por cantidades ridículas por orden de la sala Mercantil número 1 de la Ciudad Condal. 

El 'rey del caviar iraní'

Además de esta compañía de importación, Mirhashem operó otras firmas, como la comercializadora Persian Investment Office o Bruxtal Trade, esta última domiciliada en Zaragoza y aún activa. 

Pero si algo distinguió al empresario fue la importación de caviar iraní en España. Era una de las empresas autorizadas por el gobierno iraní, y llegó a tener la exclusividad de venta del caviar beluga, protagonizando simposios o colaboración con los colmados gourmet de Barcelona.

Asimismo, estableció puntos de venta en el antiguo hotel Rey Juan Carlos I o el hotel Arts, ambos de cinco estrellas gran lujo, o el restaurante Botafumeiro, una de las marisquerías más reputadas de la capital catalana. Hasta que el negocio se desmoronó. 

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