Ikea y la Sociedad Española de Neurociencia (SENC) han colaborado para brindar una respuesta científica sobre la actividad cerebral del ser humano ante la percepción de diferentes tonalidades/colores. Su trabajo se basa en la revisión bibliográfica de 47 estudios acreditados que dan lugar al documento La percepción visual de los colores y la actividad cerebral.
Es un informe inédito firmado por las doctoras Concepción Lillo, Juan de los Reyes, Teresa de los Reyes, Marta Zaforas y la estudiante predoctoral Patrycja A. Klimzak, todos miembros del comité de comunicación de la SENC.
Qué lleva a percibir un color
La percepción del color es una característica general de nuestra experiencia neurológica, con un papel clave en muchos aspectos del comportamiento humano. Se basa en la combinación de varios estímulos que percibimos por los ojos pero que no solo depende de la longitud de onda de luz asociada a un color, sino que depende también de la orientación del objeto, el contraste, el movimiento o forma, entre otras características.
Las frecuencias de la actividad cerebral se agrupan y nombran en rangos concretos que abarcan desde las frecuencias más bajas, conocidas como delta (1-4 Hz) y theta (4-8 Hz), a rangos de frecuencias más rápidas como alpha (8-12 Hz), beta (13-30 Hz) y gamma (30-100 Hz). Dependiendo de qué rango de frecuencias predominen, se darán diferentes estados de comportamiento general del individuo.
Relajación vs ansiedad
“Las ondas de baja frecuencia se relacionan con la relajación, la introspección y meditación, mientras que las de alta frecuencia están implicadas en concentración, atención, ansiedad y actividad”, explica la doctora Teresa de los Reyes de la SENC.
Además, esa información visual del color está estrechamente relacionada con cómo nuestro cerebro interpreta diferentes propiedades de lo que percibe. Entre ellas, la intensidad del color, la temperatura y brillo de la luz, el contraste.
Por tanto, el procesamiento que hace nuestro cerebro del color es complejo y ocurre de manera distribuida. Es decir, alcanza diferentes estructuras cerebrales en las que cada una hace una función en paralelo y luego convergen para producir la percepción. Integran toda esa información visual y la relacionan con nuestro estado interno, pero también con el ambiente exterior.
Qué colores puede distinguir un humano
Los seres humanos somos tricrómatas y podemos distinguir los colores rojo, verde y azul, a partir de los que es posible representar cualquier color. En total, se pueden distinguir 1 millón de tonalidades de forma aproximada. Se consigue gracias a los fotorreceptores de la retina, las células responsables de transformar la luz o el estímulo luminoso en algo que entienda nuestro cerebro, un impulso nervioso, que más tarde se transformará en colores.
La señal neuronal en respuesta al modelo color RGB se transmite a través de los ojos a la corteza occipital y frontal del cerebro, donde se percibe y se integra cada color de manera específica según el contexto y la experiencia.
El viaje de los colores por el cerebro
Además, se activa una vía no visual por la cual la percepción del color activa el sistema nervioso autónomo. “Es lo que ocurre por ejemplo con un flash de un color determinado en diferentes contextos: el rojo puede indicar peligro en señales de tráfico, pero indica amor en contextos sociales y personales”, ha explicado la doctora De los Reyes.
Los colores proporcionan una información muy relevante en el aspecto atencional. Pueden aumentar la atención hacia un objeto determinado, lo que da lugar a una construcción del espacio visual específica. En un estudio realizado en humanos se ha descrito que el componente de color influye en la atención visual incluso más que en el lenguaje.
Rojo, naranja y rosa
Colores como el rojo, naranja y rosa favorecen la atención y se relacionan con oscilaciones de alta frecuencia (alfa, beta y gama). También están asociados a comportamientos generales relacionados con estados de alerta y/o mayor concentración, lo que indica una mayor excitación cerebral.
Por ejemplo, algunos grupos de estudio apuntan que las tonalidades cálidas generan una mayor rapidez en la búsqueda visual de los participantes en el estudio en comparación con otras tonalidades. De manera prolongada, la exposición a luces cálidas (longitudes de onda del espectro visible del rojo) tiene un efecto relajante respecto a otras tonalidades.
El azul y el verde
El azul, por su parte, se ha relacionado con estados de mayor relajación. Además, la exposición prolongada a una luz azul con un grado de luminosidad no excesivo podría llevar a un estado de activación y mejor rendimiento cognitivo.
Finalmente, el color verde tiene efectos atencionales similares al color rojo. Sin embargo, la respuesta ante este color es más lenta respecto al rojo y esto podría deberse a una percepción subjetiva más neutra ante el color verde.
La importancia de la luz de una habitación
También, hay que destacar que la percepción de un color depende directamente de la luminosidad con la que lo apreciamos (la iluminación de una estancia). A modo de ejemplo en una situación cotidiana, entrar en una habitación o sala produce la activación de diferentes mecanismos cerebrales que están detrás de la percepción del color en el ser humano.
Uno de los componentes de la percepción del color será el grado y matices de la luminosidad del espacio, de forma que una baja luminosidad activaría mecanismos similares a las longitudes de onda baja (azul).
Por otro lado, también afectaría el color de las paredes (saturación, contraste) y de los muebles, e incluso la decoración de la sala.
Ikea y el color
El color forma parte de la identidad de Ikea y la directora de Diseño Retal e Interiorismo de la multinacional en España, Almudena Cano, ha hecho un recorrido por los principales hitos de la historia del diseño que han supuesto una clara influencia a la hora de diseñar los productos de la marca en lo que en color se refiere.
Además, ha presentado la colección Tesammans de la mano de sus creadores, una edición limitada que llega el 2 de mayo a las tiendas de España y que ha sido desarrollada por el estudio holandés Raw Color. Está formada por 18 productos.
Daniera ter Haar y Christoph Brach son quienes están detrás de este estudio, una pareja que se dedica al diseño gráfico, la fotografía y el diseño de productos, y para los que el color representa un papel fundamental. Su trabajo se ha expuesto en galerías y museos de todo el mundo, como The Aram Gallery, el Cooper Hewitt Museum y el Stedelijk Museum de Ámsterdam, entre otros.