China no sólo ha logrado su largamente anhelado deseo de introducir su industria de la automoción en el mercado europeo con una planta de producción propia en el continente, sino que además contará con fondos públicos para ello. En primer lugar, los de la propia Chery, de titularidad estatal china y tercer fabricante de automóviles del gigante asiático, que acaba de cerrar el acuerdo para instalarse en la antigua fábrica de Nissan en la Zona Franca de Barcelona.
Sin embargo, el proyecto también contará, según fuentes conocedoras del acuerdo, con una inversión de la Generalitat de Cataluña y otra que aportará el Gobierno de España, aunque no ha trascendido con qué cantidad contribuirá cada parte, más allá de que el total ascenderá a los 400 millones de euros anunciados. El único capital privado del que dispondrá la operación es el de EV Motors, empresa con sede en Martorell que trata de resucitar la emblemática marca Ebro, y que se aliará con Chery para formar una joint venture y producir vehículos eléctricos conjuntamente en la Zona Franca.
Pedirán fondos europeos
De hecho, ambas firmas ya han creado una red de empresas en España, e intentarán acogerse a varias partidas de los fondos europeos Next Generation, sobre todo a través de su participada conjunta destinada a la manufactura. Más allá de pagar, Bruselas poco tendrá que decir sobre si Pekín puede o no contar con su financiación para esta iniciativa, ya que es el Estado quien se encarga del reparto de este dinero, ya sea a través de las Administraciones autonómicas o del Gobierno central, que tiene un PERTE específico para el coche eléctrico.
Las ventajas para China, que lleva una década y media detrás de un emplazamiento en la capital catalana y finalmente lo ha conseguido a través de la mediación de figuras como el barcelonés que cena con Xi Jinping, son claras: la Ciudad Condal es una puerta a Europa que le permite ahorrar costes de transporte y tiempos de entrega. Además, contar con planta propia dentro de Schengen, que permite la libre circulación de personas pero también de bienes y productos por los países europeos que conforman este espacio, reduce el riesgo que percibe Pekín de que Bruselas le imponga aranceles si se recrudece la guerra comercial y los fabricantes europeos no pueden soportar la presión de los eléctricos chinos.
Menos mano de obra
Por azar o por acierto de los negociadores chinos, tanto el intento frustrado hace 14 años como el actual entendimiento han coincidido con la proximidad de unas elecciones autonómicas catalanas, de modo que los políticos tenían interés en poder colgarse la medalla de la llegada de un gran proyecto industrial internacional. En la presentación del acuerdo ayer viernes, tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el de la Generalitat, Pere Aragonès, defendieron el proyecto no como un caballo de Troya para el sector automotriz local, sino como un ejemplo del atractivo de Cataluña para captar inversión extranjera.
Las dos firmas implicadas en la operación para reindustrializar las antiguas instalaciones de Nissan Motor Ibérica de la Zona Franca han expresado su intención de alcanzar una producción anual de 150.000 automóviles en 2029, aunque empezarán sólo montando partes y en 2027 tendrán una producción prevista de 50.000 vehículos. El acuerdo prevé incorporar a hasta 1.250 trabajadores, dando futuro a los exempleados cualificados de Nissan que no tenían otra salida que el paro, aunque en un inicio sólo se contará con 150 personas en plantilla. Y, si bien valoran positivamente la recolocación de estos asalariados, que era la prioridad del proceso de reindustrialización, fuentes sindicales apostillan que, aunque se llegue a fabricar además de ensamblar, la menor complejidad del motor eléctrico con respecto al de combustión significarán un impacto económico más reducido en comparación con el que dejaba Nissan, con lo que ello implica no sólo para la calidad y cantidad del empleo directo, sino también para la red de proveedores y el empleo indirecto.
La resurrección de Ebro
El hecho de aliarse con una marca emblemática como Ebro permite a Pekín una carta de presentación arraigada en el territorio. Este nombre comercial era el que usaba Motor Ibérica, filial española de Ford posteriormente comprada por Nissan, para producir tractores, camiones y otros vehículos, pero había caído en desuso. Constituida en 2021, la sociedad EV Motors -matriz de Ebro- trata de resucitar esta insignia. De hecho, la antigua factoría de la multinacional nipona ha sido rebautizada como Ebro Factory.
La joint venture entre la reencarnación de Ebro y la china Chery tiene previsto desplegar una red de unos 30 concesionarios en España. De momento, ya hay varias mercantiles creadas para dar esta nueva vida para la Zona Franca: Ebro Automotive Corporation, dirigida por Pedro Calef; Ebro Ecopower, presidida por el mismo ejecutivo; o Sustainable Mobility Vehicles, entre otras. Chery creó en 2011 una filial propia para comercializar en España, que dotó de un capital de tres millones de euros, pero la extinguió cinco años más tarde.