Los problemas de ciberseguridad persisten en ING después de que uno de sus clientes denunciara hace unas semanas una estafa por la que le fueron sustraídos 11.000 euros. En los últimos días, varios titulares de cuentas de la entidad han recibido mensajes con una alerta sobre una supuesta desactivación de las mismas y un enlace para volver a activarlas, que han resultado ser falsos.
Como en el caso anteriormente citado, el mensaje ha llegado a estos usuarios a través de números asociados a la entidad, empleados para informarles sobre operaciones con tarjetas asociadas a la cuenta o transacciones realizadas a través del sistema de pagos Bizum.
Enlace sospechoso
En concreto, la comunicación informa al cliente de que su cuenta dejará de estar activada en las próximas horas e incluye un enlace para proceder a su reactivación.
Sin embargo, aunque el usuario desatienda el aviso y no proceda a realizar maniobra alguna, la cuenta permanece activa y con su funcionamiento habitual. Los clientes consultados aseguran que se trata de la primera vez que reciben una comunicación de este tipo.
El mismo 'modus operandi'
Algunos de los usuarios que han recibido el mensaje han tratado de ponerse en contacto con la entidad para dar cuenta de lo sucedido y verificar que, como parece, no se trata de una acción que parta de ING, aunque no han logrado ser atendidos al estar las líneas ocupadas.
En el caso de la estafa que denunció a finales del pasado año un cliente de la entidad, el factor que le llevó a caer en la trampa de los ciberdelincuentes fue el hecho de que fueran capaces de simular que estaban poniéndose en contacto con la víctima desde los números de teléfono que se corresponden con los de ING.
Inversión en ciberseguridad
Una metodología que parece repetirse en este caso y que consigue esquivar a primera vista cualquier posible sospecha del cliente.
En los últimos años, la banca ha reforzado la inversión en ciberseguridad ante el incremento del porcentaje de clientes digitales y la proliferación de prácticas delictivas con el fin de ejecutar fraudes que penalizan a sus clientes.
Un esfuerzo que, al menos por el momento, se revela insuficiente para minimizar el riesgo pese a lograr avances significativos, lo cual también ha contribuido a que se extienda la tendencia a operar a través de canales remotos.