Más clientes de lo habitual acuden estos días a las sucursales de ING. Sus ahorros no corren peligro ni hay ninguna circunstancia extraordinaria que justifique la preocupación, pero sedes como la de la avenida Meridiana, en Barcelona, han registrado colas, por ejemplo el pasado martes a lo largo de todo el día.
Una situación que coincide con la publicación por parte de la Cadena Ser y otros medios de la noticia sobre el fraude que una pareja de clientes ha denunciado: unos estafadores les han sacado más de 11.000 euros y les han dejado sin ahorros. Por ello, algunos transeúntes, al ver la concentración de gente, la han atribuido a una posible comprobación sobre el estado de sus cuentas.
Afluencia normal a primeros de año
Sin embargo, desde la entidad financiera se destaca que se trata de un caso aislado y que los datos y el dinero del resto de clientes están perfectamente a salvo. Fuentes de la compañía explican que la sucursal de Meridiana ha tenido la afluencia habitual a primeros de mes, que es un poco más elevada a primeros de año por la llegada de los Reyes.
Además, hay que tener en cuenta que ING es un banco online con menos oficinas físicas que otros competidores, de modo que es habitual que se generen colas de clientes en sus pocos locales sin que lleguen a saturarse. Otra circunstancia que podría haber provocado un nivel de presencialidad superior al normal es que numerosos usuarios han sufrido problemas con la app, tal y como han alertado varios de ellos en Twitter.
Un caso aislado
En la entidad no consta ninguna caída de la aplicación para móviles, por lo que es posible que algunos clientes no pudiesen acceder al servicio a causa del apagón del servicio que experimentó este miércoles la operadora telefónica Orange. En lo que respecta al cliente estafado, desde el banco lamentan lo ocurrido y afirman que se está haciendo todo lo posible para minimizar los daños.
Aún así, consideran que se trata de un caso puntual de un cliente que ha sido estafado, ha proporcionado su información financiera y ha hecho transferencias a los estafadores, de modo que cuando se puso en contacto con los representantes auténticos del banco, ya era tarde. Actualmente, la compañía trabaja en rastrear las transferencias y tratar de recuperar una parte del dinero, ya que en este tipo de fraudes no se suele retirar toda la cantidad de golpe sino fraccionando pagos.
La amenaza del 'spoofing'
El afectado señala a ING ya que, según él, los estafadores conocían información que en principio solo debería estar en manos del banco, como los números de cuenta y la titularidad de cada una de ellas. A pesar de ello, fuentes de la compañía recuerdan que en la práctica estos datos están custodiados por más organizaciones, desde las empresas con recibos domiciliados hasta Hacienda, de modo que es más probable que se haya producido una filtración en alguno de estos eslabones de la cadena que en una entidad financiera que cuenta con mecanismos de ciberseguridad robustos.
Más aún cuando el banco no ha detectado ningún robo de datos ni más casos parecidos. El mecanismo que usaron los suplantadores es el de llamar desde un número de teléfono que correspondía a una oficina de ING, una técnica conocida como spoofing, y que junto a otras formas de fraude como el smishing --que han sufrido otras entidades--, requieren de medidas de prevención tanto de las empresas, de los consumidores, de la policía y de las operadoras telefónicas.