Las cementeras catalanas han cerrado otro ejercicio negro. En un comunicado, la patronal Ciment Català, que agrupa a los cuatro fabricantes que producen en Cataluña --Cementos Molins, Cemex, Lafarge y Cementos Portland, filial de FCC--, ha manifestado que "la actividad de la industria catalana del cemento sigue bajo mínimos un año más, después de que las magnitudes de producción, consumo y exportaciones del 2022 se hayan mantenido prácticamente inalterables respecto al año anterior".
"El pesimismo instalado en la industria tiende a prolongarse, toda vez que las expectativas para 2023 son negativas", ha valorado la asociación. No es la primera vez que el sector envía una señala de alerta: las compañías ya advirtieron en 2021 que la caída de la contratación pública y el encarecimiento de los derechos de emisión las abocaba o bien al cierre o bien a la deslocalización.
Obra pública sin ejecutar
Desde entonces, ambos factores no se han corregido, sino que incluso se han agravado como consecuencia de la inflación. De resultas, los márgenes del negocio del cemento y del hormigón se han estrechado notablemente. Tampoco el repunte de la obra pública ha servido para aliviar a los fabricantes dada la falta de ejecución por parte de las Administraciones.
Ciment Català ha recordado que las fábricas catalanas acumulan 11 años de estancamiento. En 2022 se usó el mismo volumen de cemento que en 2012, entre dos y tres millones de toneladas, pese a que el Producto Interior Bruto (PIB) aumentó cerca de un 20% en el mismo periodo.