Las jornadas económicas de S'Agaró (Girona) han rendido homenaje al consejero delegado de la GSMA, John Hoffman, la cara visible del Mobile World Congress de Barcelona y de su apuesta por la capital catalana. La organización del evento, liderada por la exdiputada Anna Balletbò, ha querido reconocer de esta manera la labor del directivo para que la Ciudad Condal pudiera acoger el Congreso Mundial de Móviles desde 2006 y haya renovado su compromiso hasta 2030.
La próxima edición tendrá lugar del 27 de febrero al 2 de marzo de 2023. Hoffman ha asegurado que el MWC tiene un "largo futuro" en la capital catalana y ha destacado su sintonía con todas las instituciones implicadas: el Gobierno, la Generalitat, Fira de Barcelona y los ayuntamientos de Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat.
Involucrar a la sociedad civil
El directivo ha enmarcado este tipo de homenajes en la importancia que tiene el MWC para Barcelona y, en este sentido, ha recordado que el congreso ha generado un impacto económico sobre la ciudad y su área metropolitana de unos 5.400 millones desde que recaló en la capital. Pese haber admitido que es un "show comercial", ha reivindicado que la GSMA busca también implicar a la sociedad civil catalana.
Como ejemplo de ello, ha puesto la creación de la fundación en 2012 y las actividades que organiza durante todo el año para involucrar a la sociedad en todo lo relacionado con la industria tecnológica. En esta línea, ha asegurado que la organización del MWC busca "hacer lo correcto", ser atrevida y trabajar como un equipo.
Ciberseguridad
Por otro lado, ha hablado sobre ciberseguridad, junto a la secretaria de Estado de Digitalización Carme Artigas. Hoffman ha alertado de la peligrosidad de las noticias falsas y de prácticas como el acoso y los delitos en el ámbito digital, y ha reivindicado la protección de los derechos humanos básicos también en Internet.
Por su parte, Artigas ha comentado que conflictos como la guerra de Ucrania han puesto de manifiesto que cada vez más las guerras se llevan a cabo de forma híbrida. Es decir, en un entorno físico y también digital. En este contexto, ha explicado que la pandemia sirvió para que la UE se diera cuenta de la excesiva dependencia de otras partes del mundo, como China o Estados Unidos, en ámbitos tan críticos como los semiconductores o en los relacionados con Internet.
"Eso puso la alerta sobre que la revolución industrial europea pasa por la revolución digital", ha concluido.