Batacazo bursátil de la empresa sueca de Enrique Bañuelos a consecuencia de maniobras que recuerdan demasiado a lo sucedido con la inmobiliaria Astroc, de infausto recuerdo. Las acciones del fabricante de vehículos eléctricos Inzile se han derrumbado casi un 15% después de que la compañía diera cuenta de un pedido a cargo de una filial, participada a partes iguales por Inzile y el grupo español Piñero, con el que Bañuelos mantiene alianzas comerciales.
El desplome se produjo nada más conocerse la información, después de la media sesión en la Bolsa de Estocolmo. Hasta ese momento, los títulos de Inzile repuntaban cerca de un 3% y se intercambiaban al entorno de las 20,5 coronas de ese país. Al cierre, la cotización se ha quedado en 16,92 coronas.
Alianza hotelera
Antes de la hecatombe bursátil, Inzile, que días antes había presentado su plan estratégico a tres años, anunció un importante pedido valorado en unos 180 millones de coronas suecas (cerca de 17 millones de euros) a cargo de la sociedad Emos Caribbean.
Se trata de una alianza entre la propia Inzile y el grupo turístico español Piñero, con sede en Islas Baleares, que cuenta con una amplia cartera hotelera tanto en España como en la zona del Caribe y Brasil.
Intereses inmobiliarios
Además, Piñero también tiene conexiones con el propio Bañuelos, merced a una serie de acuerdos alcanzados el pasado año en materia de soluciones de movilidad a través de la compañía QEV Tech, controlada por el empresario valenciano y que es precisamente con la que ha articulado la operación de entrada en el capital de Inzile.
Se trata de un pedido de vehículos destinados a dar servicio a los hoteles y resorts de Piñero y que, además, serán producidos y ensamblados en una nueva fábrica que Inzile desarrolla en República Dominicana, una de las plazas en las que Bañuelos también cuenta con intereses inmobiliarios.
Crecimiento artificial
La reacción del mercado no se hizo esperar. El anuncio provocó una salida masiva de los inversores, que penalizaron a la compañía por basar su crecimiento orgánico y su modelo de negocio en operaciones con partes vinculadas, que generan un incremento artificial de la cifra de negocios sin generar un especial valor añadido.
Una maniobra que recuerda en gran medida a la operativa seguida por Bañuelos en Astroc, la inmobiliaria que fundó y que protagonizó una espectacular salida a bolsa en 2006 y un menos escandaloso desplome meses después.
Auditoría reveladora
Al calor de la burbuja inmobiliaria que, por entonces, se estaba generando, los títulos de Astroc llegaron a revalorizarse más de un 1.000% en apenas nueve meses, una trayectoria jalonada, además de por la efervescencia bursátil del momento, por unas espectaculares cifras de negocio que, sin embargo, contaban con una reverso tenebroso.
Así lo constató la auditoría que Astroc puso a disposición del mercado, como compañía cotizada que era, en la que la firma llamaba la atención sobre el hecho de que cerca de un 90% de la facturación de Astroc estaba relacionada con operaciones con partes vinculadas, es decir, con sociedades filiales, participadas o asociadas.
El principio del fin
En aquel momento, la auditora advirtió sobre los elevados riesgos que suponía para la viabilidad de la empresa la dependencia del propio grupo para generar negocio, dado que, en realidad, buena parte de la facturación no dejaba de ser un artificio contable.
Aquel informe fue el principio del fin de una compañía que terminó con sus acciones por los suelos, con Bañuelos fuera de la empresa y con numerosos pleitos en los tribunales.
Operación en duda
En el caso de Inzile, bien podría decirse que llueve sobre mojado. Recientemente sus acciones también sufrieron un fuerte castigo a raíz de la publicación de la auditoría correspondiente al año 2021, cuando se llevó a cabo la operación que convirtió a Bañuelos en su accionista mayoritario.
En el preceptivo informe, PwC constata que la maniobra se llevó a cabo sin que existiera una valoración previa por parte de la compañía sueca de los activos aportados por el empresario español en la ampliación de capital a través de la cual se realizó la transacción.
De este modo, la firma concluía que la operación se realizó “a ciegas” y que esta circunstancia también impedía conocer tanto el valor actual de los activos como la existencia de posibles deterioros que hicieran necesario revisarlo.