La entrada en el capital de Prisa de un grupo de empresarios vinculados a la comunicación y considerados próximos al Gobierno pretende blindar y dar estabilidad al accionariado de la compañía para afrontar una época que se presume complicada. La debilidad financiera del grupo, reflejada en su exiguo tamaño en bolsa, le hace especialmente vulnerable ante el indudable interés que despiertan sus activos, en especial el diario El País y la cadena Ser.
A finales del pasado marzo, el gigante francés Vivendi anunció su decisión de renunciar a la solicitud de autorización para alcanzar hasta un 29,9% de Prisa que había cursado al Gobierno el pasado otoño. Ha sido el último intento de provocar un vuelco en el grupo de comunicación, en el que las hostilidades habían empezado en realidad a gestarse a finales de 2020.
Más de un año de movimientos
Fue entonces cuando hasta la mesa del consejo de administración de la compañía llegó una sorprendente oferta de un grupo de empresarios liderado por un veterano del sector como Blas Herrero: 200 millones de euros por la división de medios de comunicación de la empresa, entre ellos El País y la Ser.
El hecho de que fuera rechazada por el órgano de gobierno de Prisa, por entonces comandado por Javier Monzón, no evitó que surgieran discrepancias entre los accionistas de Prisa. Algunos veían en un movimiento como éste una oportunidad ideal para poner en valor su participación y articular su salida.
Afinidad histórica
La maniobra de Herrero no funcionó pero tampoco se disiparon las dudas sobre la posibilidad de un nuevo intento, esta vez mejor armado y articulado. Un riesgo demasiado grande para correrlo, también a ojos del Gobierno, para el que Prisa no es precisamente un grupo de comunicación más.
La afinidad de la editora con el entorno del PSOE es ya histórica, desde los tiempos de Felipe González como jefe del Ejecutivo y Jesús de Polanco, al frente de Prisa hasta su fallecimiento, en 2007.
Un socio industrial
El intento de asalto por parte de Herrero encendió las alarmas en Moncloa y también en el fondo Amber Capital, primer accionista de la compañía. A finales de aquel año y en alianza con Telefónica, cuya presencia en el capital data de hace más de una década, el inversor provocó la caída de Monzón como presidente y dispuso que fuera su hombre fuerte en la compañía, Joseph Oughourlian, quien se ocupara de llevar las riendas también desde el principal sillón del consejo.
Una de sus primeras medidas fue la incorporación de Vivendi como socio industrial. El grupo francés aterrizó en el capital de Prisa a comienzos de 2021 al adquirir la participación de HSBC, en torno al 7%, que no tardó en ampliar hasta bordear el 10%.
Medidas proteccionistas
Para seguir avanzando debía contar con la autorización del Gobierno que, con motivo de la pandemia, había reforzado el mecanismo para evitar la pérdidas de empresas sectores estratégicos. En realidad, la intención de Vivendi era reproducir en España lo que ya trataba de hacer en Francia, también junto a Amber, esto es, el control de un gran grupo editorial como Lagardere.
Vivendi aguardó pacientemente a que el poder de veto del Gobierno decayera pero el Consejo de Ministros decidió prorrogarlo. De modo que los franceses optaron por seguir el conducto reglamentario y proceder a solicitar la preceptiva autorización.
Refuerzo del consejo
No obstante, el paso del tiempo sin novedades y la actitud del Ejecutivo en los diversos encuentros que mantuvieron hicieron que Vivendi replanteara su estrategia: iba a ser muy complicado que Moncloa diera su plácet y, de hacerlo, sería con una serie de restricciones que no le permitirían desarrollar sus planes.
Tras otra situación comprometida salvada, tanto Prisa como el Gobierno consideraron que, además de reforzar el consejo con personas cercanas al Ejecutivo, como el empresario Rosauro Varó o el histórico Miguel Barroso, había que hacer lo propio con el capital, dado de que Moncloa no podría frenar eternamente maniobras como las de Herrero y Vivendi.
Posición incómoda
En este punto ha aparecido la sociedad creada por Andrés Varela Entrecanales, uno de los fundadores de Globomedia junto a José Miguel Contreras, con quien sigue manteniendo una estrecha relación. Ha sido el encargado de dar el relevo a Telefónica, cuya situación en el capital de Prisa comenzaba a ser incómoda y aún podría serlo más en los próximos meses, plagados de citas electorales y en los que se prevé que la tensión política vaya en aumento.
A cambio, la operadora que preside José María Álvarez-Pallete ha podido articular su salida con una notable prima del 17% en relación con el precio de cierre de la jornada precedente.
Consciente de que se trata de una operación “fuera de mercado” y que en ningún caso se basa en fundamentales de la compañía, Prisa ha cerrado la sesión del jueves sin apenas cambios respecto a la precedente. Cotizaba en 0,58 euros, muy alejada de los 0,68 euros que percibirá Telefónica por el 7% que enajenara.