El Ibex 35 muestra en estas semanas dos caras bien diferentes, en función de la perspectiva temporal que se tome como referencia. En lo que va de este complicado 2022, es uno de los índices bursátiles que mejor está resistiendo los envites de un escenario alterado por la guerra en Ucrania y la disparada inflación en el contexto de una peculiar crisis de oferta. Sin embargo, es uno de los pocos que registra descensos a tres años vista y, además, profundos, en el entorno del 9%. Un rendimiento incluso peor que el de la bolsa rusa, hundida por el conflicto bélico.
Detrás de esta peculiar realidad está el escenario de desaceleración, crisis y recuperación económica que se ha desarrollado precisamente en este periodo y que ha vuelto a confirmar la condición de indicador adelantado que se atribuye a los mercados de renta variable.
Todo empezó con un frenazo
No es en absoluto casual que la bolsa española sea una de las que peor rendimiento presenta en los últimos tres años, precisamente desde que comenzaron a percibirse los primeros síntomas de desaceleración, allá por la mitad de 2019.
Por entonces, llegaban señales de que el notable ritmo de crecimiento experimentado a partir de finales de 2015, tras la durísima crisis financiera iniciada a finales de la primera década del siglo, perdía fuelle y no se mantendría durante mucho más tiempo.
El tsunami del Covid-19
Era una desaceleración, que no una recesión, pero suficiente para provocar las primeras revisiones a la baja de las estimaciones de crecimiento. Por entonces, se trataba de apenas unas pocas décimas, que en el actual contexto de bruscas aceleraciones y notables frenazos resultan poco menos que anecdóticas.
La llegada de la pandemia borró cualquier pronóstico y cambió la realidad mundial de tal forma que lo anterior quedó prácticamente olvidado. Sin embargo, casi desde el primer momento, el comportamiento de los inversores comenzó a anticipar que la reacción de las diferentes economías a una crisis sin precedentes cercanos no iba a ser precisamente homogénea. En Europa, las bolsas española e italiana empezaron pronto a desmarcarse como las más penalizadas, una vez transcurrido el tsunami inicial que arrasó los principales índices occidentales.
La bolsa más golpeada... y el PIB
Las primeras estimaciones tras la tormenta no dejaron lugar a la duda. Ni tampoco los primeros datos. Pese a un notable tirón de última hora, apoyado en la euforia que llevó al mercado el avance en el desarrollo de las primeras vacunas contra el Covid-19, el Ibex 35 cerró 2020 como el indicador bursátil más penalizado, con descensos superiores al 15%.
Semanas después, las cifras oficiales confirmaron que la economía española también había sido la más golpeada por el efecto de la pandemia, con un histórico desplome del 10,8% en su PIB.
A lo largo de 2021, el mercado bursátil también supuso un fiel anticipo de lo que después han indicado las cifras macroeconómicas en torno a los ritmos de recuperación. Mientras los índices de las principales plazas europeas fueron capaces de superar las cotas que mostraban justo antes de la pandemia, el Ibex 35 prosiguió rezagado. Y volvió a finalizar el año como uno de los que peor comportamiento registró pese a partir de un más que notable castigo en 2020.
Mientras mercados como el de Francfort volvieron a sus cotizaciones pre-Covid incluso antes de finalizar 2020, aún en estas fechas, ya bien entrado el segundo trimestre de 2022, el Ibex 35 no sólo no ha hecho lo propio sino que, además, aún está cerca de un 17% por debajo de los casi 10.100 puntos que lucía cuando se inició el hundimiento generalizado.
Revisión a la baja
A finales de mes, el Gobierno formulaba un nuevo cuadro macroeconómico, que revisaba a la baja las anteriores estimaciones. De cumplirse la hoja de ruta que el Ejecutivo ha incluido en la actualización del Plan de Estabilidad remitido a la Comisión Europea, la economía española podrá recuperar con mucho esfuerzo su producción anterior a la llegada del Covid-19 en 2023.
Mientras, el resto de economías de su entorno lo harán a lo largo del presente año, algunas incluso con notable holgura; una vez más, la bolsa ha enviado una inequívoca señal sobre la trayectoria económica.
A contracorriente
En la actualidad, el Ibex 35 cotiza algo más de un 9% por debajo de sus cotas de la primavera de 2019, justo antes de que empezaran a llegar los primeros síntomas de desaceleración; un rendimiento que aún llama más la atención se si compara con el de índices de plazas de su entorno como el DAX alemán (+15%), el CAC-40 de París (con alzas cercanas al 17%) o incluso algunos con un subidas más moderadas como el MIB-30 de Milán (en torno al 12%) o los avances del 8% en el indicador paneuropeo Eurostoxx50.
Ya muy lejanas quedan las revalorizaciones de los índices de Wall Street en este periodo, que van desde el 27% del Dow Jones al 54% del Nasdaq, con avances próximos al 44% para el S&P 500.
Desacompasado
Esta desigual trayectoria en la recuperación económica en relación con los países del entorno también ha llevado al Ibex a perder el compás que solía mantener con los indicadores europeos. Una circunstancia que se refleja claramente en lo que va de año, como se citaba más arriba. Desde enero, el selectivo español se deja algo menos de un 4%, lo que contrasta con los descensos del 12% mostrados por París y de algo más del 13% de Francfort y Milán.
Como se puede comprobar, la trayectoria de estos últimos es significativamente más lineal. De hecho, en lo que llevamos de 2022 no resulta extraño que el Ibex cierre las sesiones a contracorriente del resto de bolsas europeas, algo mucho menos habitual antes de la crisis, dado que el comportamiento de los mercados estaba cada vez más desmarcado de los datos particulares de cada economía.